Cine – ‘Hellboy’, de Guillermo del Toro

Título original: Hellboy.

Director: Guillermo del Toro.

Reparto: Ron Perlman, John Hurt, Selma Blair, Rupert Evans, Karel Roden, Jeffrey Tambor, Doug Jones, David Hyde Pierce, Brian Steele, Ladislav Beran, Bridget Hodson.

Guión: Guillermo del Toro.

Música: Marco Beltrami.

Duración: 122 minutos.

Distribuidora: Sony.

Estreno: 2 de abril de 2004 (Estados Unidos), 1 de octubre 2004 (España).

A la hora de adaptar cómics, hay ocasiones en las que Hollywood presta más atención al aspecto visual de la película para que reproduzca fielmente lo que se ve en las viñetas que a crear una historia verdaderamente asombrosa, al menos tanto como lo son las que se ve habitualmente publicadas. Es el caso de Hellboy, un personaje fascinante desde que Mike Mignola le creara en 1993 y que poco más de una década más tarde Guillermo del Toro llevó a la gran pantalla. El resultado, un filme de factura impecable, de extraordinaria traslación visual de las creaciones de Mignola, pero al mismo tiempo de una historia demasiado simple, sin un villano a la altura, sin un clímax espectacular y con demasiadas concesiones a la comercialidad. No es una mala película, pero puede ser que en su momento se recibiera con demasiado entusiasmo, probablemente por el hecho de ser una lujosa novedad en un mercado que ya se había visto invadido por los superhéroes de Marvel con las franquicias de X-Men (aquí, su crítica) y Spider-Man (aquí, su crítica). El caso es que después de un arranque casi modélico, Hellboy va perdiendo gas según pasan los minutos y sin que nada llegue a hacer que la película remonte el vuelo para dejar un mejor sabor de boca. Entretener, entretiene, sobre todo por la brillante caracterización de Ron Perlman como Hellboy, pero el filme no va mucho más allá.

En realidad, el principal problema es que Del Toro quiso meter tantas cosas, tantos detalles y tantos personajes en la película que hay momentos en los que no se termina de sentir a Hellboy como su protagonista. Se puede argumentar que ya eso estaba en los muy bien escritos cómics de Mignola, pero en una película, mucho más en una de origen y presentación, quizá habría sido algo más interesante ceñirse algo más a lo que se pudiera manejar. Contar un origen adecuado, hablar de la relación de Hellboy con su padre adoptivo, Trevor Bruttenholm (interpretado por John Hurt), hablar de la lucha entre el lado demoníaco y el heroico del personaje, introducir un villano como Rasputín (Karel Roden), reconvertir la relación de amistad con Liz Sherman (Selma Blair) que hay en los cómics a la por desgracia imprescindible historia de amor en cada película de esta índole, colocar un personaje humano para que esa relación tenga más elementos que mostrar y al mismo tiempo mostrar toda la magia y la fantasía que hay en el mundo de Hellboy parecen demasiadas cosas para una película de dos horas. Es el mal habitual del cine basado en cómic, que no se tiene confianza en que haya una saga y se trata de apelmazar todo en una única historia, con el deseo nunca del todo satisfecho de que todos los aficionados salgan del cine contentos con lo que han visto.

De todo ello, lo que más superfluo resulta es el tópico elemento romántico, que ralentiza la película en exceso, le da un tono de comedia que no es exactamente el que propugna el cómic de Mignola y da un protagonismo exagerado al personaje humano del trío, que ni siquiera estaba en los cómics. Como Hellboy pierde protagonismo en muchos momentos, da tiempo a encontrarlo en el personaje de Liz, una heroína a su pesar muy interesante y que, en realidad, también sabe a poco, aunque en este caso sea porque lo que aparece se encuentra entre lo mejor que ofrece la película. Pero en el fondo todo eso no deja de ser una distracción que consume muchos minutos, minutos que, llegando al final, se asume que se van a perder en la espectacularidad que requería el clímax. Del Toro prefiere mostrar un imposible escenario de videojuego antes que mostrar una batalla que suponga realmente un reto para Hellboy, después de superar la lucha con sus demonios interiores (nunca mejor dicho). Hellboy siempre parece ser un querer y no poder, muchas veces da la impresión de que va a despegar pero nunca termina de hacerlo. Es verdad que lo que cuenta Del Todo puede bastar para contentar al aficionado habitual del personaje, pero también que la historia puede resultarle bastante indiferente a quien no conozca su mitología.

Si basta es, desde luego, porque el trabajo de recreación del mundo de Hellboy es fantástico. Resulta muy difícil imaginar a un actor mejor que Ron Perlman para darle vida, y el maquillaje es espléndido (incluso aunque haya cierta artificialidad en la escena en la que se está puliendo los cuernos que se ha cortado para tener un aspecto algo más humano). Y en cuanto a los efectos visuales, menos logrados en el tramo final, convence el aspecto de todas las criaturas. Sobresale, como no podía ser de otra forma por carisma y por importancia, el Abe Sapien que crean entre el sensacional trabajo de maquillaje, la interpretación en el plato de Doug Jones y la voz que se puso en postproducción del no acreditado David Hyde Pierce. Como en el caso de Liz, Abe también le roba algo de protagonismo a Hellboy pero tampoco llega a ser esta su película. Estos secundarios son el mejor reflejo de que Del Todo no iba mal encaminado a la hora de llevar este mundo a la gran pantalla pero también que le faltó algo de atrevimiento o de definición para contar una historia mucho más redonda. Hellboy es así una de esas películas perfectas para demostrar que los personajes de las viñetas pueden cobrar vida, pero no necesariamente una película que puede llevar a los espectadores a sentir la curiosidad que les lleve al cómic para saber más de este universo.