CÓMIC PARA TODOS

Entrevista con José Antonio Fideu: «Me gustaría que hubiera futuras entregas de ‘D’eath’ para ahondar en la personalidad del personaje, de sus orígenes humildes, de cómo se hizo a sí mismo»

Ver el regreso al mundo del cómic después de largos años es algo enriquecedor, porque demuestra que este es un medio que engancha, que narrar en viñetas es algo que va mucho más allá de un entretenimiento pasajero. Eso es lo que le ha pasado a José Antonio Fideu con El duelo, el primer álbum de D’eath (aquí, su reseña), una nueva colaboración con Vicente Cifuentes. Y como además de su vuelta al tebeo es un delicioso whodunnit, construido con mimo, aprovechando (y rompiendo) arquetipos, con personajes fascinantes y con enorme potencial y con un misterio de los que acompañan al lector con mucha inteligencia durante su paso por el cómic, no hemos querido dejar la oportunidad de charlar con el escritor sobre cómo ha sido su regreso y cómo se ha gestado un cómic que recomendamos con mucho entusiasmo.

Han pasado quince años desde el último cómic que habías firmado, Las increíbles aventuras del Duque Dementira. ¿Cómo surgió la posibilidad de volver a escribir y publicar un tebeo?

Bueno, la verdad es que abandoné el mundo de los comics un poco cansado de las decisiones editoriales. Cuando escribí Alma para Vicente y Las increíbles aventuras del Duque Dementira para Javi Martínez pusimos mucha ilusión en aquellos tebeos y pretendíamos convertirlos en series. Eran los primeros capítulos de historias mucho mayores, pero, de repente, la editorial, Planeta, decidió cancelar aquella línea y quedaron incompletas. Aquello me obligó a plantearme muchas cosas. En primer lugar, en ningún sitio se indicó que aquellos cómics eran solo primeras partes, con lo que ambas aventuras parecían incompletas, mal contadas. Terminaban de manera abrupta y algunos lectores hacían alusión a ello sin que yo pudiera explicarles que eran solo el principio de algo. Creo que eso me perjudicó como escritor, dado que yo era quien las firmaba. Además, por aquel entonces yo necesitaba ser responsable del producto al completo. Quería que las historias se contaran a mi manera, sin restricciones de páginas, ni imposiciones, y pensé que eso lo podría lograr mejor con las novelas. Por eso, durante unos años, aparqué el cómic, mi gran pasión, e intenté contar mis historias usando otros lenguajes. Sin embargo, mi amistad con Vicente Cifuentes permaneció intacta. Aunque tomamos caminos diferentes, él desarrollando su enorme carrera en el extranjero y yo dedicado a mis novelas y mis relatos, seguíamos manteniendo un contacto muy estrecho. Y así, un día me ofreció la posibilidad de escribir una nueva historia para él. Quería uno de esos comics de intriga, tipo Agatha Christie, y aunque yo nunca había escrito nada de ese género, me apetecía mucho volver a trabajar con él. Además, se daba otra circunstancia, al editar a través de un proyecto de crowfunding nos asegurábamos tener toda la libertad creativa. No habría imposiciones de nadie. Y así comenzamos a trabajar en D’eath. Yo había pasado unas complicadas circunstancias personales, estaba en el dique seco y pensaba que no sería capaz de escribir, pero gracias al entusiasmo de Vicen, me lance y surgió con facilidad, de forma muy natural. Por suerte, luego se unió Ángel al proyecto, de Serendipia, y jamás nos puso un pero. Nos apoyó de manera incondicional, así que gracias a ellos dos, quince años después, he vuelto a casa.

Hacer un whodunnit implica tener un protagonista, que en este caso sería D’eath, un escenario, esa remota isla en la que tiene lugar el duelo con una médium, y un misterio a resolver, que por supuesto no vamos a comentar aquí. Cuando lo escribes, ¿cómo es el proceso? ¿Qué surge primero? ¿Y cómo es la revisión de una historia así para asegurarte de que no quedan cabos sueltos?

Bueno, siempre a la hora de afrontar una historia yo paso un periodo de tiempo rumiando ideas. Empiezo por cosas generales como la ambientación, el escenario en el que quiero desarrollar la historia y luego pienso en lo que me gustaría leer a mí. Voy buscando ideas y trato de encajarlas. A veces desecho cosas y otras las acepto. Y transcurrido ese periodo de gestación, empiezo a quedarme con algunos de los puntos que tengo claros. Yo soy un escritor más de brújula que de mapa, no necesito tenerlo todo perfectamente definido antes de ponerme a escribir, pero sí que requiero unas líneas maestras claras para avanzar. Por así decirlo, concretar el esqueleto de la obra antes de ponerme a escribir y, sobre todo, conocer el final, el lugar al que quiero llegar. Una vez tengo eso, comienzo a pensar en los personajes, personajes que suelo asociar a seres reales, que conozco o creo conocer bien. Y una vez tengo el escenario, el camino que quiero recorrer y sé quiénes son mis personajes y a dónde van, ya solo es cuestión de ponerlos a caminar. Los enfrento, y ellos solos se ponen a hablar. En realidad, en el caso de obras de intriga como esta, hay que partir del hecho del crimen, que tú conoces como escritor y el lector no, pensar primero como el criminal para tratar de ocultarlo, y luego como el detective para ver cómo sería posible descubrir la verdad… Y solo entonces, empiezo a escribir la historia. Una vez escrita, la dejo reposar un tiempo. Pasados unos días vuelvo a releerla y casi siempre me toca podarla. Ir recortando y puliendo los diálogos, mientras intento poner pegas a todos los acontecimientos que ocurren. Pensar por qué suceden y si son lógicos. Y el nivel de verosimilitud necesario me viene dado, sobre todo, por los sentimientos de los personajes. Sus motivaciones profundas, no lo que dicen o hacen a la vista de todos, es lo que me da la certeza, o no, de que todo es correcto. Además, en el caso de una historia como D’eath, que debe encajar argumentalmente como un reloj, procuro darla a varios lectores críticos para que le busquen los tres pies al gato, como suele decirse. Si, superados esos controles de calidad, la historia encaja y no hay momentos que chirríen es que el trabajo está conseguido.

Me quedo en la génesis del personaje. ¿De dónde surge Ulysses D’earh? Es tentador pensar en Sherlock Holmes, pero ¿cuáles son los referentes que usado para darle forma?

Bueno, en principio es imposible no acudir a referentes clásicos como Sherlock Holmes o Hércules Poirot. En realidad, todos los detectives de este tipo de historias de misterio comparten características muy parecidas: evidentemente, poseen agudas inteligencias y dotes de observación y de deducción que los elevan por encima del humano normal. Quizás, en lo que más se diferencian es en sus debilidades, esas manías que los hacen parecer excéntricos y que les aportan matices. En el caso de Ulysses D’eath, todo esto está presente y, aunque por limitación de espacio no he podido profundizar mucho en su verdadera naturaleza, sí que me interesaba que, en principio, pareciera una especie de superdotado, soberbio, frío, que diera la imagen de estar por encima del bien y del mal, ya que uno de mis objetivos era romper ese cliché para sorprender al lector. Usé un arquetipo muy, muy clásico, para luego retorcerlo y hacer que nada fuera lo que parecía en un principio. Si por algo me gustaría que hubiera futuras entregas de D’eath sería, precisamente para ahondar en la personalidad del personaje, en sus defectos, en sus particularidades y en todos esos detalles que aquí apenas se abocetan y que lo diferencian de esos otros detectives clásicos. Me gustaría hablar de sus orígenes humildes, de cómo se hizo a sí mismo, de sus años en el ejército, de sus amores… y alejarlo de la imagen de calculadora humana que da en su primera aventura. En realidad, siempre pensé en él como en una persona superdotada, no solo en el aspecto intelectual: lo imagino como un buen deportista, un agudo conversador amigo de disfrutar en las fiestas, un hombre culto, alguien capaz de afrontar riesgos y de ganar casi siempre, pero con un trasfondo humano que lo hiciera también muy cercano al lector. Una estrella de la época del cine clásico… En realidad, Ulysses D’eath solo es frío en apariencia y quiero mostrar el fuego que esconde en el fondo de su alma.

Vamos a intentar no caer en el terreno del spoiler, pero siendo un duelo, lo cual implica siempre al menos dos protagonistas, ¿por qué te decantaste por el nombre de uno de los contendientes para dar título a la serie?

Bueno, en primer lugar, porque de esta manera alguna sorpresa del final es más inesperada, pero sobre todo, porque según la historia, Uysses es una especie de gran estrella en el Londres eduardiano que describimos. La señorita Shutherland también lo es, pero en este caso, al ser él el detective, la mayor parte del peso de la historia recae sobre sus espaldas. Además, D’eath es un apellido que hace referencia a la palabra muerte, y me pareció bastante evocador. La historia trata sobre la muerte en muchos sentidos: la muerte física, por el tema de los crímenes, el olvido, que es otra manera de muerte y sobre todo, la muerte moral a la que se entregan algunos de los personajes para conseguir sus objetivos.

Lógicamente, la historia tiene un ritmo pausado, en el que hay que ir exponiendo las pistas que permitan ir formulando hipótesis. ¿Tienes la sensación de que eso, con la velocidad que suelen tener las historias de más éxito y que también es frecuente que demande el lector, sigue teniendo un hueco en la ficción actual?

En realidad, yo siempre he tenido la sensación de que, por limitación de espacio, no queríamos que el tomo fuera muy largo, los hechos se suceden de manera algo apresurada para mi gusto. Si de mí hubiera dependido habría metido algunas páginas más con reflexiones de los personajes y alguna escena sin texto, silenciosa, para ambientar, en la que quedara patente el paso del tiempo y la soledad a la que se enfrentan los personajes. Así que entenderás que, para mí, el ritmo supuestamente lento de una historia no es un problema. Soy amante del cine clásico, en el que todo transcurría con más lentitud, seguramente más acorde a la vida de entonces. Creo que cada historia tiene su corazón y que debe latir con una cadencia diferente. No creo que acelerar la narración por acelerarla sea bueno. Y respecto a tu pregunta de si una historia pausada puede tener cabida en el mundo actual, la respuesta es un sí. Sin duda. Es posible que la gran mayoría prefiera explosiones continuas, rayos láser y música a todo meter, pero creo que las historias que de verdad nos emocionan, esas que recordamos siempre, son las que nos han sido contadas con mimo, al ritmo que requería la narración. Por ahora El duelo está teniendo muy buenas críticas y una gran aceptación, así que, creo que más lentos o más rápidos, vamos por el buen camino.

Si uno mira tu bibliografía de cómic, puede ver sin mucho esfuerzo que la mayoría de los títulos que has publicado tienen a Vicente Cifuentes como ilustrador. ¿Qué relación tienes con él y cómo es un trabajar con alguien que deja ver una agenda tan apretada entre el cómic francobelga, el americano y los proyectos propios…?

Como te he comentado antes, Vicente y yo somos amigos desde hace muchos, muchos años. Desde críos. Trabajar con él es una alegría por mil razones. La primera porque nos queremos y nos llevamos bien. La segunda porque, después de tanto tiempo, nos entendemos con mirarnos, a veces sin necesidad ni de eso, así que las cosas fluyen entre nosotros. La tercera porque los dos amamos este medio de expresión. Los cómics han sido nuestra vida y nuestro refugio desde hace años… Pero, sobre todo, en mi caso, trabajar con él y ver cómo ha triunfado y poder participar de ese triunfo, es también una satisfacción muy especial. Mi primera vocación fue la de ser dibujante de cómics, no ha podido ser, y cuando nos reuníamos de jóvenes teníamos un sueño: publicar a nivel profesional nuestras propias historias. Yo tuve que desistir de esa vocación y abandonarla, pero de alguna manera he podido cumplir mis ilusiones viajando al lado de Vicente. He estado al tanto de todos sus movimientos profesionales y los he sentido como éxitos propios. Lo he parasitado de alguna forma… Así que su apretada agenda profesional nunca ha sido un problema. Es verdad que durante mucho tiempo ha tenido más trabajo del que podía asumir, y mira que es el dibujante más trabajador y dedicado que conozco, pero él siempre ha guardado hueco para sus proyectos personales. En cierta manera han sido la válvula de escape para esa parte de su creatividad que no podía cubrir dibujando por encargo para editoriales grandes. Y de vez en cuando, cuando hemos podido y nos ha apetecido, hemos conseguido hacer algo juntos. Por suerte, somos los dos lo bastante flexibles como para adaptarnos el uno al otro y convertir estos proyectos en alegrías y disfrute mutuo. Es verdad que hacía tiempo que, por circunstancias, no habíamos trabajado, pero siempre ha habido ideas y proyectos, sueños conjuntos… Y creo que, a partir de ahora, vendrá alguno más.

¿Le diste alguna referencia sobre lo que querías en los personajes o tuvo Vicente libertad absoluta para diseñarlos? ¿Qué feedback le diste según te iban llegando los primeros dibujos?

Verás, Vicente al principio me dijo que quería un whodunnit con personajes que fueran animales antropomórficos porque había terminado una historia así con el Torres y había disfrutado mucho del proceso. Así que, ni corto ni perezoso, me dispuse a escribir mi propio Blacksad, ya sé que son palabras mayores, pero en variante Agatha Christie. Y al hacerlo, a la descripción habitual de personajes sumé la especie animal a la que pertenecían. D’eath y la señorita Shuterland eran o zorros o halcones; el inspector de policía, un perro; el cura, un cerdo; el empresario, un lobo; el doctor un mandril… Luego al ver el tono de mi historia pensamos que era demasiado oscura para ese aspecto gráfico y Vicen me propuso que fueran personas reales, lo cual yo creo que fue un acierto. Así que, para caracterizar a cada uno de ellos, yo creo que Vicen solo tuvo que pensar en los animales con los que yo los relacioné. Y creo que le resultó muy fácil… Opino que, de la misma forma que yo demando libertad creativa para mis guiones, el dibujante debe tenerla para la parte gráfica. Le habría puesto algún pero si algún diseño hubiera interferido negativamente en el desarrollo de la historia haciéndola ilógica, pero por suerte Vicen entendió a la primera lo que quería contar y acertó en todos los casos. Cada vez que me mandaba un boceto me gustaba más, ten en cuenta que yo soy un fan del cómic viviendo el sueño de ver que uno de los mejores dibujantes del mundo ilustra sus historias, así que mi feedback se limitaba a llorar de emoción y a felicitarlo por dotar de tanta vida a mis sueños. Creo que ha acertado en el diseño de todos y cada uno de los personajes.

En lo editorial, la obra se publicó originalmente mediante crowdfunding. ¿Qué se siente al ver que se logra multiplicar por tres la aportación solicitada…?

Pues la verdad es que una gran alegría. Inmensa. Vicente es un autor con muchos seguidores y yo tengo algunos también, menos, pero alguno, porque son ya muchos años…, pero ver que la gente responde de una manera tan entusiasta, y más en estos tiempos, es increíble. Cada día miraba la progresión de mecenas y era un subidón. Una gran alegría ver cómo se iban desbloqueando todos los logros. No puedo más que dar las gracias y esperar que el cómic, el cuento extra y las demás recompensas estén a la altura.

Con la historia ya se ve claramente que hay ganas de hacer una serie mucho más longeva, porque introduces a dos personajes que tienen que ser capitales en una continuación. ¿Siempre tuviste la intención de que D’eath fuera una serie?

No, mi intención era hacer un solo tomo autoconclusivo, pero conforme fui escribiendo la historia comencé a enamorarme de algunos personajes, siempre me pasa, y pensé que quizás merecieran alguna continuación en la que se pudiera profundizar más en sus personalidades. Así que decidí que Winston iba a ser el cebo que iba a ofrecer para poder hacerlo en un futuro. Y parece que mucha gente lo ha mordido. En realidad, el cómic está cerrado, pero dejé flecos de los que tirar en caso de que gustara, y parece que lo está haciendo. Cuando creo una historia, estoy creando mundos, y en mi fuero interno siempre pienso en continuaciones. A veces salen y otras, no, pero me imagino la posibilidad de saber más sobre D’eath, la señorita Shutherland, el comisario Yudy, sobre sus vidas, sus motivaciones y su forma de ser y, sobre todo, me imagino aventuras más grandes, que trasciendan el tema del whodunnit para convertirse en auténticas sagas. En el caso de D’eath he pensado en una trilogía, pero que vea la luz depende de Vicen, de la acogida de la gente y de que haya una editorial que se interese por el proyecto. Veremos…

¿Y en qué punto está el segundo? ¿Lo vamos a ver pronto?

Pues el segundo se está centrifugando en mi cabeza. Hay ideas, muchas, algunas creo que muy buenas, pero por ahora nada concreto. En cuanto termine de corregir la novela que estoy escribiendo, serán unos quince días, quiero ponerme con algo distinto, y es posible que esa nueva historia sea D’eath 2. Creo que Vicente está por la labor, pero todavía no hemos concretado nada. Si finalmente me da el ok, yo prefiero escribir la historia, comentarla, ir podándola y tenerla acabada para que él la dibuje en el momento que tenga un hueco… Así que, sí, es posible que, si todo va bien, haya un D’eath 2 muy pronto. Este cómic nos ha dado muchas alegrías y eso es difícil de lograr hoy en día. No hay que desaprovechar la oportunidad de conseguir alguna más…

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Esta entrada fue publicada en 6 agosto, 2025 por en Entrevista, José Antonio Fideu, Serendipia y etiquetada con , , .

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