CÓMIC PARA TODOS

‘Pigalle, 1950’, de Pierre Christin y Jean-Michel Arroyo

·

Editorial: Norma.

Guion: Pierre Christin.

Dibujo: Jean-Michel Arroyo.

Páginas: 152.

Precio: 35 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Junio 2025.

La historia de Pigalle, 1950 no es nueva. Es más, si nos ponemos quisquillosos, parece evidente que el tristemente fallecido Pierre Christin ha articulado su relato a través de tópicos que conocemos de sobra. Y sin embargo, consigue que prácticamente en toda la extensión del tebeo nos sintamos plenamente integrados en su idea, en su escenario y en sus personajes, sobre todo en el protagonista, algo a lo que, hay que decirlo, contribuye decisivamente el aspecto puramente cinematográfico que tiene el notable dibujo de Jean-Michel Arroyo, que le da un plus a lo que nos cuenta Christin. ¿Y qué nos cuenta? Básicamente, una de esas historias de salto a la madurez de un ingenuo muchacho de campo que se encuentra en el moderno París trabajando en lugares que no habría imaginado que existieran y que no se ajustan a su candidez inicial. La obra no termina de explotar esa contradicción salvo en su narración en off, quizá ese sea su punto más débil, pero la inmersión es sobresaliente durante casi todos sus pasajes, lo que hace que no le demos mayor importancia a la casualidad continua sobre la que giran los ascensos en el escalafón y en las tareas que va asimilando el protagonista, un muchacho que cae bien desde que le conocemos y por el que no cuesta nada sentir empatía y simpatía, a pesar de que no altere demasiado su forma de ser durante buena parte del tebeo.

Del trabajo de Christin hay dos cosas evidentes. La primera, que ha imaginado un esfuerzo notable para dar forma a su relato, y por eso, más que el nombre del protagonista, más que la definición del proceso que vive, es eso lo que va a su título. Es, en ese sentido, una fotografía clara de un momento concreto de la vida parisina, captado a través de la mirada inocente de este joven que llega a la gran ciudad y que se convierte en nuestro narrador ya desde su madurez. Eso añade un poso interesante a la historia, casi más propio del noir que de cualquier otro género, aunque Pigalle, 1950 no termine de ser una obra pura en ese sentido. La segunda, que necesita a un protagonista más o menos inalterable, tenaz y algo testarudo en ese sentido, aunque desde un punto de vista positivo. Si este muchacho fuera corrompiéndose con todo lo que ve, da la sensación de que Christin no estaría cómodo con lo que está contando. No es que se quede al margen, ni mucho menos, ni en lo criminal, ni en lo pasional, pero en el fondo salimos de la historia con la idea de que el protagonista se mantiene intacto en muchos sentidos. ¿Es eso realista? Quizá no, pero es lo que el autor ha querido transmitir, la historia de un buen tipo que se adentra en rincones que no son los que habría soñado ver en su juventud, pero en los que sabe desenvolverse precisamente por su personalidad.

Hemos alabado ya el dibujo de Arroyo y lo vamos a seguir haciendo. En primer lugar, porque entiende las dos bases esenciales que tiene Pigalle, 1950. La primera, el escenario, en la mayor de sus extensiones, y eso tiene que ver tanto con sus lápices como con la iluminación en blanco y negro que da a sus dibujos. Ese 1950 del título no solo suena así a un escenario temporal, sino también a uno técnico, es puro cine de esa época y se percibe como tal. La segunda, la empatía y el necesario acompañamiento en esta etapa de descubrimientos para el protagonista. Vemos el desnudo de una mujer como lo haría él, sentimos los disparos como los escucharía él, y entendemos el debido respeto a las figuras de autoridad que va conociendo desde su propia perspectiva personal. Lograr esas sensaciones no es nada fácil, y el dibujo de Arroyo logra aunar todos estos objetivos cumplidos con relativa facilidad. Gracias a todo eso, es inevitable acabar la lectura con una sonrisa cómplice, como si a este otro lado de la página fuéramos conscientes de que hemos repasado un periodo esencial para el protagonista, uno que le marcó para siempre, uno que asentó la personalidad que ya traía consigo a ese nuevo mundo y que, incluso en sus sinsabores, le acompañó para siempre. Y sí, es un noir de época de gran intensidad, sin tanta ambición como pueda parecer, pero suficientemente completo.

Dupuis publicó originalmente Pigalle, 1950 en marzo de 2022. El único contenido extra es una galería de ilustraciones de Jean-Michel Arroyo.

8fb0eeacb9aec81c738d6ec0082c699f47922784

En nuestra galería de Facebook podéis acceder a todas las páginas que mostramos de todos los títulos que comentamos.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Información

Esta entrada fue publicada en 22 julio, 2025 por en Dupuis, Jean-Michel Arroyo, Norma, Pierre Christin y etiquetada con , , .

Introduce tu dirección de correo electrónico para seguir este Blog y recibir las notificaciones de las nuevas publicaciones en tu buzón de correo electrónico.

Únete a otros 418 suscriptores

Archivos

Categorías