Guion: Santiago Valenzuela.
Dibujo: Santiago Valenzuela.
Páginas: 280.
Precio: 30 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Mayo 2025.
Podemos pensar en muchos adjetivos a la hora de calificar a Las aventuras del Capitán Torrezno, la serie de Santiago Valenzuela, pero seguramente el que mejor nos va a servir en cualquier circunstancia es el de inclasificable. Llegados a su sexto volumen, el que sigue a Babel (aquí, su reseña) y precede a Anamnesis (aquí, su reseña), la sensación de estar sobrepasados ante tanta información es salvaje. No perniciosa, ojo, nada negativa, pero sí exigente y abrumadora. La última curda tiene además un título que casi parece una advertencia al lector. Se puede intentar encontrar una lógica, un hilo, un sentido a la fusión de los diferentes escenarios que va proponiendo, pero no es imprescindible para sentir que están pasando cosas, además de una forma fascinante, en ausencia casi absoluta de su protagonista, un Torrezno que a estas alturas ya parece más una excusa que una motivación para seguir conociendo más y más de este universo en el que Valenzuela es mucho más que un narrador. Atreverse a valorar Capitán Torrezno en general y La última curda en particular, es un ejercicio de valentía infinita, porque cualquier análisis que se haga lo podrá rebatir el autor o cualquier lector que tenga el suyo propio. Por ello, es la experiencia lo que realmente vale, lo que sirve para entendamos algo de todo esto.
¿Y qué es todo esto? Esa pregunta nos persigue a lo largo de todas Las aventuras del Capitán Torrezno porque la respuesta es cambiante. Hay una fantasía evidente, hay un metalenguaje que intriga, hay personajes que buscan una esfera de realidad y otros que son un claro constructo de ficción. Hay mundos que encajan y otros que chocan. Hay momentos de una lectura increíblemente ágil y a la vez páginas tan cargadas de texto que casi hacen daño a la vista cuando abrimos un volumen que, además, es de gran tamaño. ¿Hacia dónde nos quiere llevar Valenzuela? Pregunta de muy difícil respuesta, que en realidad casi es una invitación a decir que da igual, porque lo que importa es el aquí y el ahora, tener sensaciones durante la lectura que estén motivadas por el presente y no por la agonía de buscar un horizonte futuro, algo que se da demasiado en la ficción contemporánea y que hace que pierda valor todo el camino. Y aquí es el camino lo que sirve. A veces con Torrezno, otras sin él. Y cuando aparece en este volumen lo hace de una manera que nos emociona, nos impulsa, nos llena, precisamente por lo bien que ha sabido gestionar Valenzuela su ausencia para seguir manteniendo viva la llama de un mundo que, por ininteligible que nos pueda parecer (y sí, va a haber momentos en lo que a todos nos va a pasar), tiene un encanto igualmente indudable.
La última curda es continuista en su arte, no podía ser de otra manera cuando lo que estamos destacando es la labor de construcción de un universo singular, pero llegados al último tercio del libro nos encontramos con un viaje visual emocionante y distinto. Quizá sea la forma de Valenzuela de recordarnos el enorme trabajo que nos está ofreciendo, para que no nos acomodemos demasiado en la contemplación de algo que ya vamos conociendo, sea en forma de personajes o de escenarios. Y quizá por eso aquí tenemos a una figura femenina tan marcada, en un mundo de hombres como el que ha sido desde el principio el del Capitán Torrezno. De hecho, lo sigue siendo, pero es un recordatorio más de que en cualquier momento podemos ver algo inesperado. También en las luces, en las sombras, en la forma en la que el blanco y negro se ve asaltado por los grises. Como toda la serie, La última curda ofrece un impacto continuo y nos invita a pensar como lo haría Valenzuela. Misión titánica, sin duda, pero quizá el camino más acertado para que encontremos un sentido, el que sea, a lo que estamos leyendo. Y eso nos conduce a lo mismo: ¿qué estamos leyendo? Importa, y a la vez no. Valenzuela sigue aquí haciendo que crezca su epopeya y razones vamos a encontrar de sobra para seguir enganchados a ella.
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