Guion: Mika.
Dibujo: Mika.
Páginas: 200.
Precio: 8 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Septiembre 2023.
Mika nos tiene muy acostumbrados a que el deseo sexual sea el centro de sus historias, como las de La empalagosa dieta del amor (aquí, su reseña) o ¡Hagámoslo otra vez! (aquí, su reseña), pero en Juliana y la fruta dorada nos lleva a un terreno novedoso. Cogiendo la historia de Hikari Tsukino, se adentra en un escenario de época. Pero no, esto no es Sissi emperatriz, como resulta obvio una vez que se resuelve el misterio que se nos plantea en las primeras páginas y por el que una bella y joven doctora es llamada a la corte para atender el mal que aqueja a un hombre importante. Conociendo a Mika, no es ningún spoiler que esa situación es sexual, y tampoco hay muchas dudas al respecto viendo la portada de la obra o el sugerente subtítulo que le da, El placer de una buena medicina, que en este caso incluye buenas raciones de abierto erotismo. Juliana y la fruta dorada transcurre en un escenario temporal y geográfico indeterminado aunque con referentes claros, y nos cuenta su historia a través de un lenguaje bastante actual, porque el objetivo es que lectores de todo tipo se enganchen a un relato que se caracteriza por el deseo desenfrenado y por un enfoque que, curiosamente, se podría considerar bastante masculino, aún incluso siendo ella la que evidencia ese disfrute sexual de una manera bastante evidente.
Esta es una característica bastante presente en la obra de Mika, lo cual desde un punto de vista occidental podría ser hasta llamativo, pero normalmente son los hombres los que llevan la cantante en las historias que nos muestra, aunque esta sea una adaptación. Juliana es una doctora, tiene una profesión respetada y desde el principio es evidente que hay un respeto hacia lo que hace. Y sin embargo, la historia se basa en una leyenda que circula, la de sus besos curativos, leyenda que por cierto es un mcguffin de manual, que conduce a Juliana a una posición bien distinta, una en la que es ella, su cuerpo, su sexualidad, su ingenuidad incluso ante los encuentros carnales, lo que hace que la situación de su más que atractivo paciente mejore. Este, en cambio, siendo a priori el personaje que tendría que parecer vulnerable, es el que ostenta una posición de privilegio, no sólo por su estatus social sino por su actitud ante todo, también en la relación que entabla con la doctora desde el principio. Juliana y la fruta dorada es, en cierta medida, un juego de carácter, pero sobre todo es lo que aparenta ser, una historia erótica explícita que busca excitar al lector mediante premisas bastante sencillas de asimilar, y por mucho que en el fondo asome una historia de poder político que viene a completar el cuadro que vemos.
Con esta idea en mente, resulta obvio que Mika vuelve a sobresalir en lo que realmente le gusta, sus personajes y ponerlos en situaciones sexuales. La belleza física de la que les dota es notable, porque esa es la base de su credibilidad, y el hecho de que esta sea una historia de época hace que esas cualidades se extiendan tambien a los escenarios o el vestuario, cosas que en historias como las que hemos mencionado al principio no podía mostrar la autora por tratarse aquellos de relatos contemporáneos. Aquí no, aquí Mika puede jugar con unos trajes de época que no resistirían un análisis histórico pero que, en cambio, ayudan a que la belleza erótica esté en el centro de todo. Seguimos viendo aquí esa técnica de desdibujar los órganos sexuales, a pesar de que las secuencias carnales son de lo más explícitas, y un uso muy sugerente de las onomatopeyas para que refuercen las secuencias de cama. Juliana y la fruta dorada es, por seguir el símil que plantea, una buena medicina para quienes busquen una historia erótica divertida y juguetona, una en la que los roles estén bien definidos y que incluso se pueda entender con cierto sarcasmo, aunque el final nos lleve a escenarios más convencionales. Eficaz y visualmente muy entretenida, que es de lo que se trata con una historia sexual de este corte.
Takeshobo publicó originalmente Kyuteijoi mo Kanbina Chiryo de Kotei-heika wa Furuitatsu en 2022.