Cine – ‘¡Shazam! La furia de los dioses’, de David F. Sandberg

Título original: ¡Shazam! Fury of the Gods.

Director: David F. Sandberg.

Reparto: Zachary Levi, Asher Angel, Jack Dylan Grazer, Adam Brody, Rachel Zegler, Ross Butler, Ian Chen, D. J. Cotrona, Jovan Armand, Grace Caroline Currey, Meagan Good, Faithe Herman, Lucy Liu, Djimon Hounsou, Helen Mirren, Marta Milans, Cooper Andrews.

Guion: Henry Gayden, Chris Morgan.

Música: Christophe Beck.

Duración: 130 minutos.

Distribuidora: Warner.

Estreno: 17 de marzo de 2023 (España y Estados Unidos).

Cuando se estrenó ¡Shazam! (aquí, su crítica), su mayor virtud era la de entrar en el terreno de la aventura juvenil. Al margen del desgraciado cameo con el que se puso fin a la película, uno que demostró que iba un poco al margen dentro de los tumbos de Warner, no funcionó mal, y eso desemboca en esta secuela. ¿Cuál es el problema de La furia de los dioses? Que da la sensación de que no encuentra su sitio. Sigue siendo juvenil, pero quiere ser algo más ambiciosa. Esa ambición, en todo caso, no redunda en una historia más elaborado, sino incluso en una todavía más simple, casi sin demasiado sentido. Y tiene el inmenso problema de que el protagonista no parece ser la misma persona cuando emplea sus poderes que cuando es, simplemente, Billy Batson. Mientras el muchacho sí parece estar creciendo (la película gira en torno a que está a punto de cumplir 18 años), el superhéroe sigue siendo tan infantil como siempre, y sus problemas no encajan con la escala que quiere tener el filme. ¿Entretiene? Sí, desde luego, esto está fuera de toda duda, pero juega en su contra todo lo que rodea a DC y Warner. La película nace sin futuro, asusta cuando se asoma al guiño por el mal recuerdo de ¡Shazam!, pero deja de lado la escena postcréditos final de la primera cinta… que repite en la segunda, y apuesta por algo diferente sin que en realidad haya demasiadas razones.

Si nos olvidamos de todo su contexto, y eso es algo que le garantizará el paso del tiempo por fortuna para David F. Sandberg y su equipo, la película funciona bien. Sin alardes, sin marcar distancias con respecto a otros productos más o menos parecidos, sin volvernos locos con los efectos visuales, pero con la corrección suficiente. Pero la película protagonizada por Zachary Levi no pasa de ahí tampoco. Sale un dragón de la nada, igual que las hijas de Atlas, y su plan es tan irrelevante como injustificados son sus giros de guion. Es decir, que La furia de los dioses no pasa de ser una película aceptable, pasable, visible y hasta disfrutable, pero teniendo en cuenta que no se puede tomar mucho más en serio. De hecho, la presencia de Helen Mirren es un indicativo claro de todo esto, porque es quien tendría que dignificar el producto y se nota que no sabe muy bien qué hace en él. Tiene mucha más gracia la historia familiar de Billy Batson, por mucho que a la película parezca sobrarle el personaje, que la gran contienda divina, y por eso son los padres y son los muchachos los personajes que se hacen con la película. ¿Los trajes de superhéroe? Son indudablemente bonitos, pero a veces parece que no saben qué hacer con ellos, hasta en parte del clímax la familia Marvel se mueve sin ellos, dentro de un festival de imágenes digitales que no está mal.

No es exactamente que la secuela de ¡Shazam! se equivoque en el tono, como no lo hacía la original, porque es un personaje que encaja bien en la comedia que se propone, pero no da la sensación de que Levi haya sabido equilibrarla o que pensemos que es una evolución real con respecto a la primera. De hecho, es el protagonista lo que más parece lastrar en ese sentido porque su humor no cambia a pesar del paso de los años. Los chicos sí cambian, la película se asoma a este tema, pero sin el héroe acompañando todo esto parece complicado que funcione. Por eso hay tanto gag, algunos de ellos relacionados con la cultura popular, y por eso la fantasía entra en el chiste hasta con los personajes de Mirren y Lucy Liu, también con el de Rachel Zegler. Pero volviendo al inicio, a La furia de los dioses le pasa factura no tener claro dónde encaja. No acierta al prolongar la historia de ¡Shazam! de la manera en la que apuntaba a hacerlo en la primera película, como si estuviera improvisando, y aterrizó en un momento en el que DC ya no sabía por dónde iba a tirar, lo que resta valor a los cameos y, por descontado, a la escena postcréditos. Su entretenimiento, sus ganas de agradar, están fuera de toda duda, sobre todo si pensamos en un público juvenil, pero para otro tipo de espectadores y en el momento actual del cine de superhéroes sabe a poco.

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