Guion: Yumiko Igarashi.
Dibujo: Yumiko Igarashi.
Páginas: 200.
Precio: 9 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Julio 2021.
Yumiko Igarashi tiene un toque muy especial para contarnos historias románticas, humanas e íntimas, y Ann es Ann no es ninguna excepción. Al contrario, es una historia que le permite jugar con muchos registros diferentes, precisamente por la dualidad de la protagonista que ya se ve en el título. Ann es una jovencita que solo tiene un objetivo: que sus padres vuelvan a estar juntos, a pesar de que cuando les vemos en las páginas de este primer volumen sea hasta difícil entender qué les llevó a crear una familia, y para ello no duda en ser dos personas prácticamente opuestas cuando vive en una sofisticada burbuja en Nueva York con su madre o cuando lo hace en el rancho de su padre en Texas. El toque de Igarashi se ve a la hora de crear dos vidas completamente distintas pero a la vez paralelas, haciendo que nos creamos que una chica puede urdir este tipo de planes, que abren la puerta a cierta comedia pero donde hay también una cierta gravedad (algo que, sobre todo, se ve en la inquietante secuencia final de este primer volumen), y sobre todo que puede ser ella misma en dos escenarios y ambientes tan distintos. Puede que el protagonismo de esa profesora particular que tiene que actuar de puente entre estos dos mundos no sea tan acusado como podría haber necesitado la historia, al menos hasta este punto, pero el resto funciona muy bien.
Si lo hace es precisamente porque Igarashi juega desde el principio a mostrarnos una situación que se tambalea. Aunque sea una historia de su tiempo, los 80, donde no hay redes sociales o teléfonos móviles que puedan arruinar la estratagema de Ann, lo cierto es que el enredo funciona muy bien. La joven ha creado dos mundos completos, con sus pasatiempos propios, de las fiestas de Nueva York a los rodeos de Texas, incluso con intereses románticos independientes, aunque por supuesto las circunstancias harán que se crucen, y con una terquedad en sus padres para no encontrarse y a la vez rehacer sus vidas tras la separación que juega en contra de las intenciones de Ann. Aunque por la base de la serie se pueda pensar en episodios independientes, casi como si fuera una sitcom, lo cierto es que Igarashi construye bien la evolución de las situaciones a las que va enfrentándose Ann. Nunca es fácil ponerse en la piel de una adolescente, y más en la de una que es capaz de hacer muchas cosas que resultan impredecibles y que incluso tiene los medios para hacerlas, pero su retrato de Ann, doble, es bastante sugerente y disfruta de una omnipresencia casi total en la serie. La protagonista es, de hecho, un vehículo tremendamente eficaz para entender las emociones que despierta a esa edad un hecho tan trascendente como la separación de unos padres.
Que Ann sea parte de una familia adinerada por los dos lados no impide una identificación más que factible con ella, y eso también se debe al trazo encantador que tiene Igarashi. No en vano se vende su trabajo como el de la autora de Candy Candy (el nuevo no, porque, insistimos, esta es una serie publicada originalmente en los años 80), y eso ya marca una forma de dibujar que todos podemos reconocer con enorme facilidad. Lo que destaca en Ann es Ann, en todo caso, es la enorme versatilidad que tienen todos los detalles que rodean a su protagonista. Tienen que estar ahí, porque no hay otra forma de construir dos vidas distintas, pero el resultado es muy agradable, porque no se limita a ser el tópico enfrentamiento entre el campo y la ciudad, y vemos situaciones bastante inusuales para lo que cabría esperar, incluso las ya mencionadas escenas de rodeo que hablan muy bien del dinamismo que es capaz de aplicar Igarashi a sus dibujos. Lo emocional casi se da por sentado, con esos grandes ojos que iluminan los rostros de sus personajes, pero también vale la pena que lo destaquemos. Son muchas las razones por las que Ann es Ann convence en su arranque, pero quizá sea esto, ese factor humano que Igarashi aporta con tanto oficio a sus relatos, lo que más destaca en un conjunto que avanza con paso muy firme.
Kodansha comenzó a publicar Ann wa Ann en 1985. No tiene contenido extra.
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