Título original: Snake Eyes: G. I. Joe Origins.
Director: Robert Schwentke.
Reparto: Henry Golding, Andrew Koji, Úrsula Corberó, Samara Weaving, Haruka Abe, Takehiro Hira, Iko Uwais, Peter Mensah, Eri Ishida, Steven Allerick, Smuel Finzi, James Hiroyuki, Mojo Rawley.
Guion: Evan Spiliotopoulos, Joe Shrapnel, Anna Waterhouse.
Música: Martin Todsharow.
Distribuidora: Paramount.
Duración: 121 minutos.
Estreno: 23 de julio de 2021 (Estados Unidos), 13 de agosto de 2021 España).
A veces resulta desconcertante la manera en la que Hollywood trata franquicias que le proporcionan caminos aparentemente sencillos para hacer algo digno y, al menos, convencer a los fans. Snake Eyes. El origen es un ejemplo perfecto de no saber muy bien qué hacer con un título querido por muchos. Y es que en España hasta desaparece del título la mención a G. I. Joe, cuando es una película que, aunque en teoría no quiera, está plenamente enmarcada en la serie. Con el original, Snake Eyes: G. I. Joe Origins se da a entender que vamos a sumergirnos en el pasado del personaje más atractivo, carismático, querido y misterioso de la serie, pero la película comete el enorme error de meterle dentro de la dinámica del cuerpo de élite, dando peso en la segunda mitad del filme a dos personajes ya conocidos, Scarlett por los Joes y la Baronesa del lado de Cobra. Como si Snake Eyes no fuera suficiente. Y no debe de serlo, porque la película cambia tantos elementos que resulta imposible entender su conflicto o el de su némesis, Storm Shadow, privando a la historia de lo que realmente podía darle fuerza, lo que ya habíamos visto en el primer filme de G. I. Joe (aquí, su crítica). ¿A que todo recuerda demasiado a lo que sucedió con X-Men orígenes. Lobezno (aquí, su crítica). Pues el resultado es también bastante parecido, un filme resultón, pasable, pero olvidable.
Como le sucedía al mutante más famoso de Marvel, Snake Eyes es una figura que crece desde el desconocimiento, pero, claro, ¿quién puede resistirse a llamar la atención del fan contando su historia de origen? Admitámoslo como parte de los tiempos en los que vivimos, pero no dejemos de exigir un buen trabajo para darle forma a esos relatos, porque de lo contrario estaremos perdidos. Snake Eyes. El origen es un aliño más o menos adecuado en su envoltorio pero que falla en su figura central. Nunca vemos a Snake Eyes, por mucho que el trailer quisiera engañarnos de manera tramposa mostrando el plano final de la película, el único en el que luce su característico traje, pero sobre todo no vemos su espíritu. Henry Golding hace lo que puede con un personaje mal explicado y al que no resulta fácil entender. Su historia de venganza, nada que ver con la que siempre han visto los aficionados de G. I. Joe, se sostiene durante diez minutos, su doble o triple juego es de lo más tópico y casi infantil y la resolución nos pone ante un personaje que no casa con lo que sabíamos de él. La película de Robert Schwetnke no hace justicia al personaje que debía servir para relanzar la franquicia de los Joes, y que ahora se queda bastante herida, aunque el cine no haya sido precisamente el medio que más haya hecho por ella.
A la película, ojo, una de G. I. Joe en la que vemos clanes ninja, le falta acción por todas partes. Pocas secuencias de ese tipo, aunque Schwentke trata de sacarles el máximo partido con imaginación, y poco memorable que rascar, ni siquiera se puede intuir un estilo característico, como sí pudo darle Ray Park en la primera versión de imagen real del personaje. Aquí nos tenemos que conformar con la postura inicial de combate que el protagonista pone ante un combate uno a uno, cuando confronta a unas bestias gigantes que no se sabe muy bien qué pintan en la película o cuando arranca la persecución automovilística que quiere ser la secuencia estrella en este campo. Mucho diálogo, mucho tópico y poco realmente que contar. El fan de G. I. Joe se verá mínimamente reforzado por las referencias finales, con la aparición de Samara Weaving y Úrsula Corberó para incorporar a las dos mujeres más conocidas de la franquicia, pero casi todo lo que vemos resulta bastante insuficiente. Es curioso que tantas veces siga Hollywood el mismo camino, el de contarnos el origen de un personaje que en el medio cinematográfico todavía no se ha terminado de ganar el cariño del espectador. Con Snake Eyes vuelve a suceder, y G. I. Joe sigue esperando el empujón necesario para convertirse en la franquicia que podría ser con decisiones mejores que esta película de origen.
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