Título original: Astérix et Obélix: Mission Cleopatre.
Director: Alain Chabat.
Reparto: Christian Clavier, Gerard Depardieu, Jamel Debbouze, Monica Bellucci, Alain Chabat, Claude Rich, Gérard Darmon, Édouard Baer, Dieudonné, Marina Fois, Jean Benguigui, Bernard Farcy.
Guión: Alain Chabat.
Música: Philippe Chany.
Duración: 107 minutos.
Distribuidora: Tripictures.
Estreno: 30 de enero de 2020 (Francia y Bélgica), 26 de julio de 2002 (España).
Allá por los albores del siglo XXI, el cine francés, al igual que el americano, echó su mirada hacia el cómic. ¿Y hay acaso una figura más reconocible del tebeo francobelga que la de Astérix? Por eso, con el aval del internacional Gerard Depardieu como Obélix, se hizo Astérix y Obélix contra César (aquí, su crítica) y su éxito propició una secuela, Astérix y Obélix. Misión Cleopatra, adaptación directa del sexto álbum de René Goscinny y Albert Uderzo. Alain Chabat, que se reserva sin necesidad el papel de Julio César, mejora los resultados de la primera película, aunque sin demasiados alardes, y volcándose en lo mismo que la cinta original, todo lo que rodea a Astérix. El galo, el icono del cómic, tiene siempre una importancia menor en estas adaptaciones, y aquí se vuelve a notar. Aquí hay dos elementos que se superponen claramente al protagonista. Por un lado, la Cleopatra que interpreta Monica Bellucci, que en todas sus escenas nos hace plantearnos qué habría sucedido si alguien hubiera pensado en ella para hacer una película épica sobre la mítica figura egipcia, porque no es exagerado decir que, al menos visualmente, está a la altura de la Elizabeth Taylor que inmortalizó Joseph L. Mankiewicz en los años 60, deslumbra con cada traje y en todos los escenarios del antiguo Egipto que maneja el filme, aún con aspecto de cartón piedra.
El otro elemento es la comedia de Chabat y Jamel Debbouze, dos humoristas franceses que están más que acostumbrados a trabajar juntos y que con claridad y desde el principio se convierten en los auténticos protagonistas de la película, sobre todo el segundo. Debbbouze da vida a Numerobis, el arquitecto egipcio que recibe el encargo de Cleopatra de construir un palacio para César en solo tres meses. Sobra decir que tan imposible tarea va a obligarle a recurrir a un viejo amigo de su padre, que no es otro que Panoramix y, por tanto, a la famosa poción mágica que ayude a acelerar los trabajos. Lo más decepcionante de la película está en que, eclipsados por Chabat y Debbouze, a Astérix y Obélix no les quedan más chistes que los tópicos, incluyendo por supuesto la rotura de la nariz de la esfinge, que por lo visto no puede faltar en todo viaje exótico que se precie al antiguo Egipto. En realidad, el problema que tiene la película, más o menos eficaz, es que quiere tocar tipos de comedia muy distintos entre sí, el que tira del tópico histórico pero también el que quiere llevar conceptos modernos a la época clásica, como los derechos de los trabajadores o el estilo de lucha del cine post-Matrix… aspectos en los que Astérix y Obélix no tienen ningún tipo de papel ni importancia, ahondando en que esta podría ser una película de los irreductibles galos o una historia totalmente distinta.
Hay que reconocer, no obstante, que visualmente la película convence y mucho, Mantiene el tono del cómic, pero a la vez encierra cierta épica. Se nota que no estamos ante una película de presupuesto desorbitado, pero aún sí la cosa da el pego e incluso conecta de esa manera con el tono de Goscinny y Uderzo, a los que se guarda una notable fidelidad, sin cambiar demasiadas cosas de su álbum. Quizá lo más sorprendente en ese sentido sea una tópica relación amorosa para Astérix, que en realidad no va a ningún sitio en la película y sirve para un par de golpes de humor que no funcionan mal y, al menos, dan algo más de presencia al galo. Ese seguimiento notable del álbum original es lo que hace que Misión Cleopatra supere con creces a Astérix y Obélix contra César, incluso a pesar de los mencionados defectos. Desde luego, es mucho más ambiciosa que la película original y más digna adaptación en imagen real de unos personajes a los que, cierto es, resulta muy complicado retratar en versiones de carne y hueso. El intento de colar referencias culturales más modernas aleja la película de la tradición del cómic y busca un humor diferente, pero se entiende como parte de llegar a una audiencia más amplia. Ese es el peaje que hay que pagar en este tipo de adaptaciones, que al menos aquí sí encuentra algunos elementos de cohesión con su referente original.
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