Guión: Mike Carey.
Dibujo: Lee Bermejo.
Páginas: 88.
Precio: 12,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Mayo 2019.
Aunque sea por razones tan coyunturales, pasajeras y restringidas en el tiempo como la presencia de un autor en un salón, la aparición de volúmenes como este Hellblazer. Flores negras hay que entenderlos como un homenaje más amplio. El dibujante de este libro es Lee Bermejo, y este, efectivamente, estuvo en Barcelona este año. Esa fue la excusa de esta reedición en gran formato del arco de apenas dos números que dibujó para Mike Carey en Hellblazer. El libro, no obstante, no contiene solo esa pequeña historia, que se lee gustosamente incluso fuera del contexto de una etapa más larga, sino que recopila también la treintena de portadas que Bermejo hizo pasa la serie protagonizado por John Constantine. Nos tendrá que perdonar Carey, un tipo que siempre ha sabido moverse a gusto en las sombras de Vertigo, pero esta ya mencionada es la razón por la que la valoración de este título va irremediablemente ligada a un dibujante que, cuando hizo estos dos números, aún no había desarrollado completamente el estilo que le hizo popular, por ejemplo el que despliega en sus trabajos con Brían Azzarello. El trazo estaba ya ahí, pero la textura no es la misma, y por eso es una delicia realizar este viaje al pasado de Bermejo de la mano de Carey y Constantine, porque tan importante es uno como otro para entender este cómic.
Antes de proseguir, conviene dejar claro que Flores negras es una historia muy lograda, notable en muchos aspectos, pero que a la vez no supone una cumbre ineludible del personaje. Con esta afirmación no pretendemos quitar méritos a un cómic que se lee francamente bien, pero si queremos contextualizar un tebeo que se presenta en un formato tan poco habitual y lujoso y que puede dar a entender que es algo más de lo que realmente es, sabiendo eso sí que es bueno. Indudablemente, Carey entiende bien a Constantine, y sobre todo sabe manejarse en su oscuro mundo, jugando con muchas piezas que rodeen al protagonista, incluso que lo eclipsen durante buena parte del relato. Pero justo ahí está la clave. Constantine resuelve una anomalía que amenaza con romper la frontera con el mundo de los muertos, pero aquí no encontraremos un desarrollo personal notable para él. Sí sus características básicas, su socarronería, su melancolía y su determinación, y por eso se nota que Carey sabe lo que hace. Él imagina una fantasía oscura y en su epicentro pone a Constantine, de tal manera que universo y personaje se enriquecen mutuamente sin llegar a estorbarse. De eso se trata cuando se pide a un escritor que asuma una franquicia, que sepa ser fiel a sí mismo sin traicionar al protagonista, justo lo que vemos en Flores negras.
Y así llegamos al trabajo de Bermejo. Son evidentes las diferencias que hay entre estas páginas y las que hoy en día se pueden considerar más significativas de su manera de entender la narración y el dibujo, pero es un juego francamente divertido el de tratar de encontrar aquí al mismo ilustrador. Es un juego sencillo, la verdad, porque Bermejo no puede disimular lo que es y el talento que tiene. Es verdad que su estilo aquí está en desarrollo, pero también que tiene un nivel muy alto y que hace creíble lo más inverosímil, dando rienda suelta a esa fantasía oscura que tanto gusta a Carey y buscando esos puntos de vista diferentes que tanto aportan a la narrativa, incluso a la misma presentación de Constantine en la historia. La magia y las criaturas también tienen representaciones muy logradas en los lápices de Bermejo, y dentro de todo esto se agradece también que los rostros, con su expresividad, se cuelen entre los elementos más notables de Flores negras. Falta un carácter más icónico, algo que realmente nos transporte a un nivel superior, el que haga que Constantine esté no solo en el centro de la acción sino en su mismo corazón emocional, pero el libro está pensado para mostrarnos el Hellblazer de Lee Bermejo, y eso es algo fantástico que da gusto ver, en páginas completas, sin duda, pero también en su magnífica colección de portadas.
El volumen incluye los números 182 y 183 de Hellblazer, publicados originalmente por Vertigo en marzo y abril de 2003. El contenido extra lo forman las portadas originales de Tim Bradstreet y Lee Bermejo.
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