Editorial: Bruguera / Penguin Random House.
Guión: Ame Soler.
Dibujo: Ame Soler.
Páginas: 128.
Precio: 16,90 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Febrero 2019.
Vivimos en una época en la que palabras como feminismo, empoderamiento o patriarcado se han instalado en el lenguaje cotidiano, aunque muchas veces no sepamos su alcance real o incluso su significado. Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar es el desafiante título, para quien se quiera dar por aludido con ese “no pudisteis”, de una obra que entra de lleno en ese debate tan fortalecido en nuestros días desde una perspectiva personal y desde un cariz autobiográfico. Ame Soler habla en primera persona de una chica que sufre por las convenciones sociales que llevan a la mujer a ser y parecer de una determinada manera, habla de una relación tóxica y habla, en definitiva, de una liberación personal y global. Puede que las conclusiones del lector ante este manifiesto no coincidan con las de la autora, pero sí parece evidente que la suya es una historia que merece la pena leerse. Lo es porque nos recuerda que sí hay un enemigo contra el que luchar, que sí hay un problema tangible aunque todavía haya quien no lo quiera ver y que el terror es fan físico como psicológico. Como esta es una historia de emociones y sensaciones, da gusto ver como Soler la plasma a través de sus acuarelas, a veces con figuras realistas, otras con metáforas, algunas más con simples trazos y manchas que hablan con la misma fuerza que los retratos femeninos más bellos.
Sí la historia parece tremendamente personal, aunque por desgracia también extrapolable a demasiadas mujeres que han sufrido situaciones como la que describe, es el dibujo lo que de verdad hace universal la narración, las sensaciones y las emociones. Con sus pinceles, Soler encuentra exactamente aquello que procede para cada momento de la historia. Entre mensajes manuscritos con una tinta aguada que no diluye la firmeza de lo que representan, lo que logra Soler de una forma apabullante es conmover con el retrato y con la metáfora. No hay más que ver la portada del libro para hacerse una idea de las capacidades de la autora. De hecho, y aunque las acuarelas y los textos sean imprescindibles en el mensaje del libro, cuando hay un retrato es cuando se apodera de la obra la sensibilidad de Soler, que es sobresaliente y denota que este es un mensaje que sale de dentro. En el dibujo se concentra el grito de libertad que supone el libro y es donde se va viendo la rebelión contra la sociedad en la que vivimos y, particularmente, en la que viven muchas mujeres que están atrapadas. Sea por el patriarcado como un ente dominador o por un individuo concreto que Soler no llega a mostrarnos aunque no deje de hablar de él, la situación de la que escribe y dibuja es muy real. La interpretación de Somer, desde luego, es de las enriquecedoras.
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