Guión: Rubén Bernabé.
Dibujo: Guillermo Monje.
Páginas: 74.
Precio: 14 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Abril 2018.
Desde hace ya algunos años, cualquier autor que quiera hacer del fútbol el centro de una historia de ficción para jóvenes lectores, tiene el inevitable referente de Campeones, Olivier y Benji como también se conocía a la serie de dibujos animados, o Capitán Tsubasa, que es como nos llegó el manga original. En El mejor gol, Rubén Bernabé y Guillermo Monje no tratan de esquivar esa referencia, pero sí de lograr que se olvide un poco. La clave, de hecho, y al margen de las amplias diferencias que hay en el aspecto visual, está en su moraleja, bien distinta a la del manga y el anime y que es lo que da razón de ser al título del libro. Pero no nos adelantemos ni desvelemos nada, y centrémonos en el análisis. Bernabé y Monje buscan conjugar la faceta más competitiva del deporte, que existe más allá del escalón profesional y no es algo negativo, con el más lúdico y entretenido, que tendría que seguir contando incluso en los estratos más elevados, y que incluso en época de Mundial como la presente siempre nos deja hermosas imágenes al margen de los triunfos que llenarán los libros de historia. Si aceptamos ese símil para valorar El mejor gol, la obra se acerca lógicamente a ese segundo grupo, el de las historias que buscan dejar un rato entretenido y simpático por encima de todo y sin sentir la obligación de buscar algo más que eso.
En lugar de optar por el escenario más habitual del campeonato escolar, que es el que manga y anime han popularizado para el fútbol pero también para otros deportes, Bernabé traslada la acción a un campamento de verano en el que se pone en juego una prestigiosa beca que, por supuesto, se llevará el equipo ganador del torneo. Casi todo lo que el escritor pone en su historia está muy bien llevado, consigue que vayamos viendo, sobre todo, la evolución del equipo de novatos del que se rodea Mac para hacer frente a las jugarretas de su rival, Saúl. Sin ese detalle, sin el carácter del equipo al que Bernabé nos empuja a animar, con sus personalidades individuales y también como grupo, y sin el antagonismo que traza entre estos dos chavales, dos líderes claros, la escena final no tendría el mismo sentido. Es verdad que hay ciertos tópicos en el planteamiento y también en su desarrollo, pero son elementos comunes que se usan bien en general, aunque haya algún detalle que no encaja con la misma facilidad como la al final innecesaria votación para escoger el fútbol como el deporte del campamento o quizá una excesiva personalización con la beca en el resultado de una contienda deportiva que es colectiva. Pero al margen de esos pequeños detalles, más notables para un lector adulto que para uno de menor edad, el tebeo se devora con facilidad.
Es un reto que un dibujante de un estilo tan personal como el de Monge se ocupe de una historia que, por encima de todo, tiene que ser cercana y realista. A veces cuesta y la razón está ahí, en que el ilustrador da la impresión inicial de encajar mejor en una fantasía, incluso en una de tintes extravagantes e incluso oscuros como lo era Mundo urraca (aquí, su reseña). Pero el reto lo supera con creces. Max y sus amigos son chavales de carne y hueso, y pese a sus trazos singulares siempre se perciben de esa manera. Las escenas más futboleras son la segunda parte del reto, y ahí busca caminos diferentes a los habituales. Si en la historia se puede encontrar algún lugar común, en el dibujo resulta más complicado. Es verdad que eso mismo puede hacer que la inmersión en la historia sea algo más difícil de conseguir, pero nuevamente hay que decir que eso afectará menos al lector juvenil que al que cuenta con más años. Y, al fin y al cabo, el tebeo tiene un público objetivo de edad infantil y juvenil, con lo que nada de lo dicho se puede considerar como un defecto. Al contrario, El mejor gol es un tebeo para disfrutar del fútbol con valores, y sobre todo para que nos demos cuenta de que esas trampas más o menos trascendentes que vemos en el fútbol profesional también llegan a los más pequeños. Buena moraleja para un cómic la mar de simpático.
El volumen no tiene contenido extra.
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