Guión: John Ney Rieber, Peter Hogan, Neil Gaiman, Andy Diggle, Mat Johnson, Simon Oliver, Steven T. Seagle.
Dibujo: John Ridgway, Michael Zulli, Goran Sudzuka, Tony Akins, Ron Randall y Peter Gross.
Páginas: 576.
Precio: 45 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Noviembre 2017.
Si John Constantine está en tus debilidades como lector, las sensaciones que puede producir un volumen como Hellblazer. Otros hechizos son siempre interesantes. Comprende seis relatos en los que vamos a ver algo diferente. Un Constantine secundario, que nunca funciona mal, al lado de personajes de su mundo, con la misteriosa brigada de la gabardina que Neil Gaiman reunió para la magnífica Los libros de la magia (aquí, su reseña) y hasta la adaptación al cómic de Constantine (aquí, su crítica), la película que llevó al personaje a la gran pantalla con el rostro de Keanu Reeves. Lo bueno de antologías como esta es que permite una lectura separada, continuada e incluso aleatoria, porque las seis historias que contiene son totalmente independientes. Constantine es el nexo, el vínculo que conduce nuestro interés por este mundo sobrenatural que tan fácilmente nos engancha y en el que siempre podemos esperar lo inesperado. Lógicamente, y como sucede siempre que se mezclan autores, tonos y relatos, hay una cierta irregularidad. Pero con Constantine de por medio eso es casi una característica imprescindible, dado el carácter del protagonista. Sin la guía de un solo autor, sin la conclusión de un arco concreto, tenemos la ocasión de ver a nuestro ¿héroe? Desde múltiples puntos de vista. Y eso siempre se agradece.
El libro arranca con La brigada de la gabardina. Desgracia, en la que John Ney Rieber, con dibujo de John Ridgway, reúne al grupo paranormal de Los libros de la magia. No es una miniserie fácil, ni mucho menos, tarda lo suyo en arrancar, pero en cuanto desciende a los miedos y pensamientos de sus cuatro integrantes es cuando acaba creciendo bastante. Ridgway, además, sabe mostrar lo más oscuro de este mundo desde un punto de vista visual. Love Street se beneficia de dos cosas. Por un lado, que Peter Hogan coloque la historia en los años 70, con un Constantine más joven que se adentra en un mundo de psicodelia y drogas que choca con el universo de Sandman. Y como la vinculación con Gaiman es evidente, el segundo aspecto que hace que estemos ante una miniserie apetecible es el dibujo de Michael Zulli, recargado y con líneas nerviosas para darle un toque especial. Con Lady Constantine, Andy Diggle nos lleva hasta el siglo XVIII para mostrarnos a una antepasada del protagonista habitual de Hellblazer. La época sirve como perfecto vehículo para que Diggle nos regale una aventura de corte clásico con los toques sobrenaturales necesarios y con un dibujo espléndido de Goran Sudzuka, que confirma el buen nivel que mostró en sus fill-ins en Wonder Woman o Y, el último hombre. Sin el Constantine que conocemos, pero un relato muy disfrutable.
Siempre dentro del segmento sobrenatural del universo DC, Papa Midnite es probablemente la historia menos apegada a Constantine, porque es la que menos protagonismo tiene. Aún así, Mat Johnson hace un retrato bastante completo del personaje protagonista, con una buena narración en dos momentos temporales y con un notable dibujo de Tony Akins. En Chas. El conocimiento, el foco se centra en el conocido taxista que tantas veces ha acompañado a este detective de lo oculto, y aunque el guion de Simon Oliver no se desprende demasiado de los tópicos en la relación entre ambos, y en la forma en la que se solucionan los problemas en ausencia del héroe, sí que hay elementos que convencen y mucho, sobre todo cuando se desciende al mundo más personal de Chas, además del gran dibujo de Goran Sudzuka. El libro se cierra con la mencionada adaptación al cómic de Constantine. Steven T. Seagle realiza un trabajo fiel a la película, sin salirse de lo conocido y Ron Randall sabe darle personalidad, esquivando la copia de los momentos más llamativos del filme y tratando de hacer de esta una historia independiente. Seis historias, seis formas diferentes de abordar al personaje desde su presente, su pasado o sus relaciones. Para lectores que gusten de experimentar y, desde luego, para los completistas.
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