Director: Richard Lester.
Reparto: Christopher Reeve, Terence Stamp, Gene Hackman, Margot Kidder, Jack O’Halloran, Valerie Perrine, Ned Beatty, Jackie Cooper, Susanah York, Marc McClure, E. G. Marshall.
Guión: Mario Puzo, David Newman, Leslie Newman.
Música: Ken Thorne sobre temas de John Williams.
Duración: 127 minutos.
Distribuidora: Warner.
Estreno: 4 de diciembre de 1980 (Australia), 19 de junio de 1981 (Estados Unidos), 11 de diciembre de 1980 (España).
Analizar Superman II es un reto. Primero, porque es parte del guion de la película original (aquí, su crítica), desgajado como secuela en cuanto Warner vio que su épica superaría las cuatro horas. Después, porque durante años sobrevoló la teoría, después confirmada por las ediciones en formato doméstico, de que la película fue rodada de nuevo en un porcentaje elevadísimo, que Richard Donner la tenía casi ultimada cuando los Salkind decidieron ponerla en manos de Richard Lester. Y finalmente porque se trata de una visión muy atrevida del Hombre de Acero. Es ahí donde están los puntos fuertes, en la historia que plantea, con un Superman tan enamorado de Lois Lane que está dispuesto incluso a renunciar a sus poderes y abandonar su misión de lucha por la verdad, la justicia y el modo de vida americano (sí, era así en aquella época en la que la corrección política era menos asfixiante que en la actualidad), y con los dilemas personales reales que plantea el hecho de tener dos identidades tan distintas como las de Superman y Clark Kent. Y en ese contexto, la historia de amor con Lois funciona de una manera como lo ha hecho pocas veces, encajando con el disfrute de ver al en teoría último superviviente de Krypton lucha con otros tres seres de ese planeta. Una lucha visualmente arcaica, desde luego, pero en el que el carisma de los actores compensa sus defectos.
Ahí radica otro de los puntos fuertes de esta franquicia. Seguir hablando de Christopher Reeve es esencial, porque aumenta los riesgos en su trabajo, los matices en sus miradas, sin perder el halo de boy scout que distingue al personaje. Pero la película no se queda ahí, y es obligado decir que Margot Kidder aquí sí se convierte en la Lois perfecta. No terminaba de serlo en la primera película, quizá porque el guion tampoco le permitía destacar, pero aquí sí avanza considerablemente a todos los niveles. Y qué decir de los villanos, empezando por un Gene Hackman que mejora a Lex Luthor en cuanto le quita distintivos cómicos. La fuerza bruta de Jack O’Halloran, aunque se muestra con alguna torpeza a la hora de plasmarla, sobre todo en su irrupción en el Daily Planet, demasiado humana y torpe, complementa a la perfección el carácter marcial de un Terence Stamp muy contundente (al que solo frena el reiterado deseo de matar a Lex Luthor sin ninguna necesidad argumental para ello) y una Sarah Douglas perfecta, increíblemente poderosa y dominante. Ya en su momento debía resultar evidente que los efectos especiales podían llevar la película, pero no mantener su eficacia con el paso del tiempo, y por eso es tan destacable que el reparto supiera hacer suya la historia con tanta eficacia, en los momentos íntimos, en los cómicos y en los espectaculares.
Es verdad que si el paso del tiempo ha hecho mella en el primer Superman, mucho más con este segundo. Ya no se trata de disimular los defectos de ver a un superhombre, sino de hacer lo mismo con cuatro. La pelea entre Superman y Zod y sus secuaces es lenta e ingenua. No desentona en el tono de la película ni, por supuesto, en el momento en el que rodó, y mejora por la manera en la que se despliegan no solo las habilidades sino también las personalidades de cada uno de los protagonistas. Volvemos así al carisma, que lo tiene y eso no se agota ni se mengua con el paso del tiempo, por mucho que la propia película aceptó su carácter menor con respecto a la original con los cambios ya mencionados y, por citar otro ejemplo, con la manera en la que Ken Thorne recicló la música de John Williams sin aportar nada nuevo. El caso es que, aún así, multiplicar los escenarios, con la secuencia inicial en París o el clímax en la propia Fortaleza de la Soledad, pasando por la peripecia en las cataratas del Niágara, es razón más que suficiente para aceptar esta como una secuela bastante válida, que sabe usar a sus personajes, que amplia horizontes y que se toma en serio lo justo y donde debe hacerlo, fusionando bien aventura, fantasía, romance y superhéroes. No es tan buena como Superman, pero Superman II cumple, y cumple muy bien.
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Y yo que me quedo con la III antes que esta………..Me gusta, pero se me hace algo lenta y pesada.
Un saludo