Hay dos nombres que marcan la carrera de Paul Gulacy: Shang-Chi y Batman. Ha hecho muchas más cosas, pero con ambos personajes ha mostrado lo mejor de sí mismo. Gulacy estuvo en la reciente edición del Heroes Comic Con de Madrid y, gracias a ECC, pudimos hablar con él para que nos hablar de sus inicios en el mundillo y, especialmente, de su trabajo con estos dos personajes.
Hablemos de cómo te metiste en el mundo del cómic…
Vivía en Ohio y fui a la escuela de arte en Pittsburg, Pensilvania. Logré una beca por un cómic que había creado, se mandaba ese material y se podía optar así a una beca. Tuve así la enorme suerte de ahorrar a mis padres muchísimo dinero. Mi beca fue de tres años. De mi casa, Youngston, que lo creas o no es el hogar de los hermanos Warner, a Pittsburg había una hora y media de camino. Yo volvía a ver a mi familia y a mis amigos, a emborracharme como cualquier fin de semana, tenía una novia. Empecé a hablar en el autobús con una chica que se había sentado a mi lado, y me preguntó qué quería hacer con mi carrera, le dije que quería hacer cómics y ella me contestó que su novio los hacía. Le pregunté si él vivía en Nueva York, y me dijo que no, que vivía allí, así descubrí lo que significaba ser freelance. Me lo presentó, era Val Mayerik, le conocí en un dojo, estaba entrenando, era cinturón negro en artes marciales y además hacía tebeos. Él me presentó a Dan Atkins, que era en aquella época el entintador de Jim Steranko. La verdad es que entintó a muchísima gente, pero lo que más me llamó la atención fue lo que hizo con Steranko en S .H.I.E.L.D., ahí vi su nombre por primera vez. Vivía como a unas 40 millas de nosotros, así que fuimos a conocerle. Él fue quien me puso en contacto con Roy Thomas, que me encargó ocho páginas sin diálogo para demostrarle mis habilidades narrativas. Un día, visitando a mis padres, estaba cortando el césped, y vi a mi padre haciéndome señales a lo lejos, apagué el motor, le pregunté qué pasaba y me contesto: «¡Marvel Comics!». Era Roy, me dijo que le gustaba lo que había hecho, y me encargaron una historia de Morbius, ese fue mi primer cómic. Durante el día trabajaba en mis estudios, y por la noche en el cómic para Marvel.
Y lo siguiente fue Shang-Chi…
Creo que Jim Starlin y Steve Englehart, después de hacer unos números, querían hacer Capitán Marvel. Roy Tjomas me llamó y me preguntó si lo que quería hacer. Yo no tenía ni idea de artes marciales, así que pedí trabajar trabajar con Val Mayerik. Vi entonces en un autocine De profesión, invencible, fue lo primero sobre Kung-Fu que llegó a Estados Unidos y literalmente me voló la cabeza, era pura acción de artes marciales. Me metí de lleno en ello. Fue probando cosas hasta que vi Operación Dragón, con Bruce Lee, y así lo pillé todo y me di cuenta de cómo hacer un gran personaje. Mi entusiasmo era increíble cuando vi estas películas, y así supe el camino que quería tomar con Shang-Chi, cómo interpretarle visualmente.
Tu Shang-Chi sigue siendo para mucha gente uno de los mejores cómics de Marvel en los años 70. ¿Le das mucha importancia a eso?
Es muy importante. Tengo que decir que tuve un espléndido guion con este personaje. Creo que lo que tocó la fibra de los lectores jóvenes fue la relación con su padre, lo cogí para que esos lectores que recurrían a esta vía de escape para que la sintieran como la suya propia. Conectaban así inmediatamente con Shang-Chi, más allá de la acción.
No has hecho muchos cómics de superhéroes, pero sí has hecho bastantes, y muy significativos, de Batman, empezando por Presa. ¿Por qué Batman? ¿Qué es lo que te gusta del personaje?
Qué es lo que no me gusta, diría yo… Es un desafío, y me gustan los buenos desafíos. Cuando recibimos el encargo, creo recordar que por parte de Denny O’Neil, que era el editor de la época, fue un gran desafío y estábamos listos para afrontarlo. Tuvimos la oportunidad de desarrollar características muy importantes del personaje que no se habían hecho antes. Por ejemplo, por qué decidieron colocar esa Batseñal. Nadie lo había hecho, pero nosotros construimos una historia sobre cómo y cuándo se colocó. Lo hicimos, y también hicimos una historia sobre el Batmóvil, explicamos por qué necesitaba el vehículo. Yo le dibujé trabajando en el coche, moviéndose en la Batcueva con una llave inglesa. Mola mucho. Tengo mucha afinidad con Batman, ha sido tan importante en mi carrera como lo ha sido Shang-Chi, créeme. También por el hecho de que me permitiera saltar de una editorial a otra.
¿Qué te atrae del personaje de Hugo Strange, el villano de Presa?
No pudimos conseguir al Joker, así que hicimos lo que pudimos… (risas). Creo que hicimos un buen trabajo con él, le convertimos en un tipo retorcido. A este tipo le gusta enrollarse con maniquíes, ¿sabes?, no puede conseguir una chica (risas). Fue divertido.
Presa tuvo una secuela muy tardía, Terror, que llegó trece años después. ¿Sientes que es una historia diferente, una continuación…?
Diría que las dos cosas. Utilizamos al Espantapájaros. Fue divertido. Fue una aproximación diferente, una historia con toques de Halloween, algo más siniestra, oscura, más cerca de las historias de casas encantadas, ir de habitación en habitación… El título es muy adecuado, fue una aproximación mucho más gótica y seria.
Me gustaría que me hablaras también de Forajidos (aquí, su reseña), una historia que presenta ideas muy complejas sobre los vigilantes y que además tiene un ritmo muy alto. ¿Es Batman un personaje ideal para sacar partido de estas dos características?
Sí, Batman tiene también un toque de James Bond, y lo llevamos por ese camino.
Además de superhéroes y artes marciales, has hecho muchos cómics basados en franquicias, Terminator, James Bond, Star Wars, Depredador, incluso con este un crossover con Batman. ¿Qué nivel de libertad tienes con estos personajes?
No mucho, tienes que moverte dentro de los parámetros que te dan. Dark Horse manda el material a la gente de Hollywood para que comprueben que no nos dejamos llevar demasiado. En Terminator, por ejemplo, tienes que estar dentro de los parámetros que marca Jim Cameron.