Guión: Grant Morrison.
Dibujo: Phil Jiménez.
Páginas: 112.
Precio: 13,50 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Agosto 2015.
El primer volumen de Los Invisibles, recogidos en los tres primeros libros de la presente edición (las reseñas, aquí, aquí y aquí), podía dejar alguna sensación extraña. Grant Morrison es así, busca descolocar al lector siempre con unos mundos enrevesados, y no todos los lectores son capaces de seguirle en todas sus historias. Una de las razones la admite el mismo Morrison en las notas finales que hay en este cuarto libro, y es el continuo salto de dibujante. Por eso, cuando Morrison reinició Los Invisibles en este segundo volumen que arranca con el cuarto libro, titulado Infierno en América y que retoma la acción un año después de donde quedó al final del tercero, la primera decisión que tomó fue precisamente la de confiar todo el arco argumental a un único ilustrador, Phil Jiménez. La segunda decisión, abordar el mundo de Los Invisibles desde una perspectiva más lineal. Mantiene las líneas maestras de lo visto hasta ahora, por supuesto, pero esta no deja de ser una misión, con un principio y un final, con un escenario claro y con el papel de cada personaje bien definido, sin dejar demasiadas cosas tan abiertas a la imaginación como quedaban en los primeros libros. Sigue siendo un Morrison muy reconocible, pero, a la vez y de alguna manera, es la versión más accesible del británico. Si es que eso existe, claro está.
Por mucho que quiera ser una continuación directa de la historia, es obvio que este arranque del segundo volumen americano es un punto y aparte bastante claro en algunos aspectos. Y la pregunta que cabe hacerse es si se trata de una concesión, de una rebaja en las pretensiones de la serie, o un intento de experimentar algo diferente. Casi parece lo primero si atendemos también al cambio de escenario, dejando atrás el Reino Unido y apostando por un marco norteamericano (y más accesible al lector buscado por la editorial). Para nivela la balanza, entre lo que tiene que ofrecer y lo que de verdad le gustaría hacer, Morrison pone mucho hincapié en dar a la misión que centra esta historia un fondo más trascendente, tanto en lo genérico (por ahondar en la teoría conspiratoria sobre las enfermedades más comunes de nuestra era) como en lo concreto, en las relaciones entre los personajes agitadas convenientemente por la aparición de Jolly Roger, ex compañera de King Mob, justo cuando su relación con Ragged Robin está en primer plano. En todo caso, con los temas y situaciones ya habituales en la serie, Morrison cumple bastante bien para ofrecer una historia de mucho ritmo y entretenimiento, incluso dentro de su marco ambicioso, aunque lo sea algo menos que en el arranque de la serie.
En lo que efectivamente hay que darle la razón a la decisión de Morrison (que no a su propósito inicial) es en que apostar por un único dibujante beneficia al resultado de este volumen. La autoría, sobre todo cuando la planificación editorial lo aconseja, es beneficiosa para la historia, y por eso hay que pensar en Infierno en América como una historia tan de Phil Jiménez como de Morrison, aunque sepamos que no es así. Pero Jiménez hace un trabajo tan interesante que se merece esa consideración, incluso teniendo en cuenta que la presentación de cada número es una brillante portada de Brian Bolland. Jiménez convence tanto en el diseño de los nuevos personajes como en la interpretación de los ya conocidos, e incluso se permite el lujo de alguna página que secuencialmente es magnífica, aprovechando que la manifestación de los poderes de algún personaje es mental. En los lápices de Phil Jiménez, Los Invisibles sigue siendo el mismo mundo turbio del arranque, pero con un toque algo más comercial y accesible. Y eso, aunque parezca hablar en contra de la serie, se agradece. Morrison a veces peca de elitista, y sus homenajes claros y casi tarantinianos a la cultura popular, además de una linealidad más reconocible en la historia, hace que una serie que pone los pies en la tierra también sea entretenida.
El volumen incluye los cuatro primeros números del segundo volumen de The Invisibles, publicados originalmente por DC Comics a través de su sello Vertigo entre febrero y mayo de 1997. El contenido extra lo forman las portadas originales de Brian Bolland y un texto de Grant Morrison sobre esta continuación de Los Invisibles con algunos bocetos de Phil Jiménez.