Guión: Kenny Ruiz.
Dibujo: Kenny Ruiz.
Páginas: 184.
Precio: 8 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Diciembre 2014.
La historia hace que parezca un hasta luego, pero el fin que aparece para cerrar la última página de este cuarto volumen de Dos Espadas no deja lugar a la duda. Toca despedirse, y Kenny Ruiz ha sabido montar una fiesta de las grandes para echar el cierre de una serie excepcional, nada menos que creando un clímax continuo de casi doscientas páginas, en las que imprime un ritmo bestial que no decae en ningún momento. Podrían haber sido casi doscientas páginas de simple acción, que habrían dejado a muchos con la boca abierta con ese espléndido dibujo, pero Kenny Ruiz construye unos personajes espléndidos, además del hecho de que se trata de un narrador visual de primer nivel que hace que el lector se sienta en el interior de cada pelea. Nada de eso es novedad, por lo que es fácil repetir los mismos elogios que merecían los tres volúmenes de Dos Espadas para hablar de este cuarto. Pero viendo precisamente que la característica de este cuarto es su endiablado ritmo, lo que también se puede destacar es que el autor no deja que eso fagocite a sus personajes. Al contrario, sirve para definirles, como hace con Cira Dos Espadas al final del capítulo 32, quizá el mejor de todos los que han formado parte de esta enorme saga y contenedor de uno de esos momentos en los que Ruiz se muestra con un maestro del espacio y del tiempo y que en Dos Espadas son momento de un poder increíble para entender la serie.
El final de Dos Espadas, y eso es lo más difícil siempre en series que presentan a muchos y muy diversos personajes, hace justicia a sus protagonistas. Aunque todas las miradas se puedan centrar con toda lógica en Cira, echar un vistazo al resto del elenco implica encontrar elementos de igual o incluso más interés. Dago sería un ejemplo perfecto, y Ruiz parece saberlo cuando le incorpora de una forma fantástica en un montaje paralelo espectacular en el momento cumbre de la batalla. Es el contrapunto perfecto al sensacional protagonismo que adquieren las mujeres en la serie, y que encuentra una espléndida razón en este volumen gracias a otro de esos personajes magníficos, el de Naga, con quien precisamente arranca este último volumen en un prólogo irreprochable. Es, quizá, el único momento de calma de ahí hasta el final, y la tormenta que se desata está llevada con un cuidado exquisito. Ruiz controla a todos sus personajes, a los que coloca en el lugar y en el tiempo perfecto, dosifica la acción y la palabra de una forma muy atractiva, consiguiendo que el ansia de pasar las páginas se apodere del lector pero al mismo tiempo se tenga la información precisa en cada instante. Ni hay demasiada acción, ni los diálogos la ralentizan. Por eso funciona tan bien este desenlace y por eso se puede apreciar en su justa medida la inmensa escala que tiene en la historia, tanto en su parte más dinámica como en la más dramática.
Es evidente que Kenny Ruiz es tan buen ilustrador que el hecho de convertir el clímax de su historia en un cuarto volumen (iba a haber sólo tres) es un regalo que el autor se hace a sí mismo. Y a los lectores, por supuesto. Incluso el atractivo ejercicio de pasar páginas sin leer, deleitándose sólo en la fuerza de las imágenes, es fascinante en Dos Espadas y muy especialmente en este cuarto volumen por su espectacularidad, desatada aún con más facilidad que en los anteriores. Pero eso también sería restar mérito a Ruiz como narrador, porque diálogos y silencios encajan muy bien en esas coreografías de movimientos y combates que despliega el autor a lo largo de todo este capítulo final, dificultados por el lujoso vestuario que lucen algunos personajes (no hay que olvidar que la historia se retoma en una gala) y que hay que encajar también en las escenas de combate. Imposible no quedarse prendado de la capacidad del autor de hacer que el tiempo se detenga y acelere cada vez que e interesa, o de la forma en la que se siente el poder que desprende la espada que blande Cira en ese combate final de proporciones mitológicas. Dos Espadas acaba por todo lo alto. Viendo los tres primeros volúmenes no cabía esperar menos, y el final no decepciona lo más mínimo, dejando incluso algunos momentos verdaderamente icónicos. El único lamento es que esto sea el final. Pero es un lamento dulce por tratarse de una obra fantástica.
El contenido extra del volumen lo forma el habitual Entreacto para hablar de algunos aspectos de la obra, más diseños de la Blog Sword que se explicó en el tercer volumen, y la presentación y despedida de los colaboradores que Kenny Ruiz ha tenido en la serie.