Editorial: Planeta DeAgostini.
Guión: Brian K. Vaughan.
Dibujo: Fiona Staples.
Páginas: 152.
Precio: 16,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Diciembre 2014.
El tercer volumen de Saga (aquí, su reseña) sirvió para cerrar un primer episodio en la historia de Marko y Alana, miembros de razas enfrentadas en una cruenta guerra intergaláctica que se enamoraron y tuvieron a una hija, Hazel. Con esa premisa, Saga deslumbró desde el principio y se convirtió en un título de referencia para el cómic mundial. Lo genial es que Brian K. Vaughan es un tipo tan inteligente que no agota las ideas e incluso sabe expandirlas desde los puntos de partida más complejo. Por eso este cuarto volumen es tan interesante como los precedentes, aunque quede al final cierta impresión de que utiliza el golpe de efecto como recurso con más facilidad que hasta ahora. Un pequeño peaje en esta nueva fase que, eso sí, mantiene el atrevimiento narrativo y formal ya desde su sorprendente primera página y que mantiene la esencia. Saga es la historia de una familia. En un universo de fantasía deslumbrante, poblado por las más asombrosas criaturas y con un dibujo de Fiona Staples que por fuerza ha de convencer a los más exigentes aficionados al género con sus magníficos diseños, pero en el fondo una historia sobre personas. Por eso engancha con tanta facilidad el relato narrado por la pequeña Hazel siendo ya una adulta, por eso es tan fácil empatizar con los protagonistas y por eso la base de este universo siempre está en esas pequeñas cosas que toda familia ha de afrontar alguna vez.
Vaughan es un escritor capaz de darle sentido al giro más rocambolesco que pueda ofrecer una historia. Saga, como Y, el último hombre (aquí, reseña de su primer volumen), sigue esos parámetros con suma habilidad. En realidad, lo que eso supone es que esta serie es capaz de convencer a lectores con expectativas muy diferentes. Si se piensa bien, en el fondo estamos ante un culebrón, en el que el amor, las discusiones, las rupturas y los esfuerzos por sacar adelante una relación son la clave de lo bien que funciona. Pero al mismo tiempo es una historia coral, que no se detiene sólo en Marko, Alana y su hija, sino que abraza a una serie de personajes, a cada cual más interesante, que van componiendo un cuadro mayor que es lo que acaba permitiendo a Vaughan una expansión sin límites de sus ideas. Y, por supuesto, es ciencia ficción. Es como Star Wars pero llevado a un ámbito distinto. Las fuerzas que combina Vaughan son complementarias. No hay una pugna entre ellas para desplazar a las otras, no hay ninguna predominante, no hay nada que sobre o que no se desarrolle acertadamente. Por eso Saga es una serie tan extraordinaria, porque es, desde cierto punto de vista, lo mismo de siempre pero contado a través de un prisma original, realista en todos su niveles (en el del lenguaje, por supuesto, pero también en lo que se muestra, desde lo más íntimo a lo más violento) y atrevido en cada instante.
El hecho de que Vaughan ponga más énfasis todavía en el golpe de efecto provoca que Fiona Staples siga superándose número a número. La primera página es, obviamente, el ejemplo perfecto, pero ni mucho menos el único, hasta el punto de que resulta complejo encontrar una sola viñeta en la que la ilustradora no haya conseguido incluso más de lo que propone el guión de Vaughan. No es sólo que haga unas splash pages memorables (y si hay que destacar sólo una, es obligado quedarse con la que sirve para cerrar el primero de los seis episodios de esta entrega, por lo que muestra y por el contundente y sorprendente mensaje al que acompaña), es que su narrativa es extraordinaria incluso en los momentos más pequeños y aparentemente intrascendentes (ver, por ejemplo, el enfrentamiento de Alana con uno de sus espectadores). Y, además, entiende perfectamente el objetivo central de la serie, la familia, dando una expresividad y unas emociones a los personajes, a sus miradas y a su lenguaje corporal que tiene la capacidad de equipararse a cualquier producto de ficción audiovisual. Siempre es una satisfacción ver que una serie excepcional no deja de serlo en sus sucesivas entregas. Con lo que se ve en este cuarto volumen, Saga sigue creciendo sin que se atisbe un techo o alguna posibilidad de agotamiento, lo que supone una espléndida noticia para los seguidores de este fantástico relato.
El volumen incluye los números 19 a 24 de Saga, publicados originalmente por Image entre mayo y octubre de 2014. Además de una introducción de José Torralba, el único contenido extra son las cubiertas originales de Fiona Staples.