Guión: Ralf König.
Dibujo: Ralf König.
Páginas: 164.
Precio: 19,50 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Julio 2014.
Konrad y Paul vuelven al ataque. O, con más razón, habría que decir que quien regresa es Ralf König, autor de este tebeo protagonizado por estas dos caras de sí mismo, la más culta, refinada y educada, la de Konrad, y la más desvergonzada, libidinosa y directa, la de Paul, una pareja homosexual que convive con sus enormes diferencias. Aunque Estación espacial Deseo quiere detenerse en ambos por igual al principio, la balanza se decanta claramente por Paul según van transcurriendo las páginas. Es su tebeo, uno en el que al lector se le permite conocer su talento como escritor de porno gay mezclado con una delirante ciencia ficción y parte de su historia familiar, con un padre de presencia ausente, una madre desenfrenada y una hermana harto peculiar. König confirma en Estación espacial Deseo que es un fantástico humorista, que hace humor desde la normalidad, sin tener que caer en una innecesaria reivindicación homosexual de sus protagonistas para conseguir que sus gags funcionen. Incluso sin conocer a los personajes, no hace falta más que leer la primera escena del libro, las tres primeras páginas para estar completamente sumergido en las pretensiones del autor alemán con estos personajes.
La comedia de König tiene al sexo como elemento central. De eso no hay duda. Pero no desde un punto de vista homosexual. O, dicho de otra manera, su obra no es en absoluto sectaria y exclusiva para un publico gay. Casi parece mentira que ya en pleno siglo XXI haya que hacer estas advertencias, pero ahí queda por si procede. A partir de ahí, toca divertirse. Para quien no haya leído a König, la esencia de sus historias está en el ya mencionado arranque de Estación espacial Deseo, en esa primera secuencia y en la introducción del primer texto de prosa, el primer capítulo de En el espacio nadie puede oírte gemir, evidente alusión al eslogan con el que se publicitó Alien, el octavo pasajero pero transformado convenientemente para le mundo sexualizado de Paul. Y a continuación, lo que hay es una perversa, retorcida y divertida versión de Un tranvía llamado deseo, de Tennesse Williams. König busca los elementos más desenfadados y descarados para que todo acabe funcionando. Y aunque hay momentos divertidos en casi toda la trama, lo mejor casi parece encontrarse en las ensoñaciones de Paul y en la relación de Konrad con su estudiante de piano.
Como dibujante, König es el de siempre. Su trazo es sencillo, claramente caricaturesco, con una lógica y razonada intención de potenciar los atributos sexuales de los personajes (en esencial los que la historia coloca como atractivos sexuales, y ahí destaca Marek, cuñado de Paul y auténtico hombre objeto de la historia, en sí mismo y en su reflejo dentro de la novela erótica que imagina Paul. Como buen caricaturista, König consigue que sus personajes tengan la expresividad necesaria para explicar casi sin palabras lo que está sucediendo en cada escena, y lo borda cuando realiza secuencias de viñetas desde un mismo punto de vista en el que sólo el lenguaje corporal y facial va mostrando cambios. Estación espacial deseo es un tebeo perfecto para quienes ya conozcan la obra de König, porque tiene las mismas traviesas intenciones que el resto de sus creaciones, con la particularidad de que vuelve aquí a unos personajes que ya conoce y con los que consigue que no haga falta ninguna presentación. Ésta es una diversión tan desenfada en todo momento como transgresora en algunas escenas, sobre todo cuanto más quiere acercarse a Un tranvía llamado deseo, por lo inverosímil que resulta la mezcla.
Rowohlt publicó originalmente Raumstation Sehnsucht en marzo de 2014. El libro no tiene contenido extra.
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esta la verriondera