‘Spiderman. Una muerte en la familia’, de Paul Jenkins, Humberto Ramos y Mark Buckingham

Editorial: Panini.

Guión: Paul Jenkins y Zeb Wells.

Dibujo: Humberto Ramos y Mark Buckingham, Francisco Herrera, Khary Randolph, Michael O’Hare y Sam Kieth.

Páginas: 336.

Precio: 16,50 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Marzo 2014.

Tras Los días de nuestra vida (aquí, su reseña) y A lo mejor el año que viene (aquí, su reseña), finaliza la etapa de Paul Jenkins en las aventuras de Spiderman con Una muerte en la familia. Y se despide dejando la sensación de que pocos autores han entendido tan bien como él a Spiderman en sus diferentes tonos. Entró en Peter Parker: Spider-Man con el objetivo de devolver al personaje la diversión en el galimatías en que se convirtieron sus series en los años 90 y se despide de él con una de las sagas más oscuras, el enésimo enfrentamiento con el Duende Verde, empeñado como siempre en atacar a sus seres queridos para romper al héroe antes de la batalla final. Esa historia en cuatro partes que da título al volumen y que tanto parece deber a Batman. La broma asesina de Alan Moore y Brian Bolland (aquí, su reseña) no encierra, no obstante, lo mejor de Jenkins. Eso está en las voces más humanas. Y por eso es sencillamente imprescindible Y aquí es cuando empiezan mis problemas…, el relato pequeño en apariencia en el que la tía May se atreve por fin a preguntarle a Peter por su vida como Spiderman reflejo del momento álgido de Ben en A lo mejor el año que viene. Si pocos han entendido mejor a Spiderman que Jenkins, lo mismo se puede decir de May.

Jenkins domina todos los registros que funcionan con el Trepamuros. El drama marca esa primera historia con el Duende Verde como enemigo. Quizá algo más larga de lo deseable, pero de enorme trascendencia y muy bien narrada, sirve a Jenkins para llevar a Spiderman a sus límites emocionales, algo que siempre ha funcionado en el personaje. El dibujo de Humberto Ramos, impresionante en su primer número, le da un tono de pesadilla más que adecuado, aunque sirva para alejar la narración del homenaje a los clásicos por el que aboga el guionista. Dadas esas condiciones de Jenkins, sus mejores números son los que dibuja Mark Buckingham. Su Spiderman es heredero del aspecto que le dieron ilustradores míticos como John Romita o Gil Kane, y muestra un espléndido dominio del drama personal, la acción superheroíca y la comedia más vinculada al personaje. Con Buckingham, los guiones de Jenkins parecen incluso mejores de lo que ya son. Y también gracias a él esta etapa de las aventuras de Spiderman se hizo merecedora a un reconocimiento mucho más profundo del que seguramente recibió en su momento, cuando el influjo de J. Michael Straczynski dominaba la escena arácnida de Marvel.

Aunque el volumen marca el final de la etapa de Jenkins, en buena medida no está escrito por él. Hasta siete números cuentan con guiones de Zeb Wells, un autor que le da un tono diferente a las aventuras del héroe. Su apuesta es más cómica y arriesgada, más acorde a los nuevos tiempos y mucho menos clásica que la de Jenkins. Por eso, y aunque no prescinde por completo de los aspectos más personales de la vida de Peter, algunos de ellas derivados directamente de la etapa de Jenkins, Wells pone el énfasis en los villanos. Por sus historias desfilan Hidroman, el Conmocionador, Bumerang, el Escorpión, Corredor Cohete y el Hombre de Arena, convertidos en villanos pero también en secundarios cómicos (en especial los dos primeros, a los que da un tono de buddy movie notable). Y al tono general mucho más relajado y menos dramático contribuye el estilo de sus dibujantes, los abiertamente caricaturescos Francisco Herrera, Khary Randolph y Michael O’Hare, y el siempre personal y diferente Sam Kieth. Lo que está claro gracias a esta enorme diversidad narrativa y gráfica es que Spiderman funciona en muchos estilos diferentes. Pero el tono más clásico de Jenkins es digno de elogio y es lo que pone en valor este volumen.

El libro incluye los números 44 a 57 del segundo volumen de Peter Parker: Spider-Man, publicados originalmente por Marvel Comics entre agosto de 2002 y el mismo mes de 2003. Como contenido extra, el volumen presenta un artículo de Bruno Orive y las cubiertas originales, obra de Humberto Ramos, Mark Buckingham, Francisco Herrera y Sam Kieth.