‘Las aventuras de Alan Dracon. El dragón verde’, de Stefano Martino

Editorial: Aleta.

Guión: Stefano Martino.

Dibujo: Stefano Martino.

Páginas: 48.

Precio: 5 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Junio 2007.

Puede que en Las aventuras de Alan Dracon no haya nada especialmente nuevo o rompedor, puede que esta primera historia que aún no ha encontrado continuación, El dragón verde, se base en elementos similares a los que adornan tantas franquicias del cómic contemporáneo y bordee el tópico en más de un momento. Puede que este rudo e inigualable guardaespaldas de oscuro pasado y vestimenta superheroica tenga muchos elementos en común con docenas de personajes. Puede que sea así. Sin embargo, el cómic entretiene con una facilidad que no se da tanto. Stefano Martino sabe cómo hacer que los elementos que utiliza se integren en una historia no solamente muy amena, que es lo mínimo que se le puede pedir a un cómic de estas características, sino que además deja detalles narrativos muy interesantes, una más que eficaz imaginación a la hora de diseñar el mundo que ha imaginado y un dibujo por momentos excepcional en el que la única pega, si se quiere entender así, es el blanco y negro en que está editado el cómic. Lo cierto es que Alan Dracon intriga ya desde ese plano inicial de la zona en la que se desarrolla la historia. Y deja muy buen sabor de boca como un tebeo de ciencia ficción, fantasía y superhéroes, aunque las 48 páginas del relato no sean más que un primer arañazo en un mundo mucho más complejo.

Martino, más conocido como dibujante, se muestra como un guionista bastante fiable y un dialoguista interesante (ahí destaca Matt, el amigo de Alan). Construye su historia desde el misterio de las dos primeras páginas para lanzarse a los brazos de la acción. No sólo no desdeña el género, sino que incluso le da los tintes noir que siempre aporta una narración en off, muy bien colocada como complemento de los diálogos y de la presentación de este mundo. Gráficamente, hay muchos elementos a destacar. Los más claros son el imaginativo diseño de las criaturas, la tecnología y el vestuario (aunque quede por justificar, por ejemplo, el enorme adorno del cinturón de Dracon), el gran dominio de la anatomía que tiene Martino y la sensualidad de los cuerpos desnudos que utiliza como evidente reclamo. Pero sobre todo, y a partir del blanco y negro que escoge para la historia, convence por el magnífico uso de las sombras, por la secuencia onírica en unos intensos grises y por el uso de tramas, que despiertan la nostalgia del lector más clásico de tebeos y dan un empaque a la historia que, probablemente, tampoco habría conseguido con un moderno coloreado por ordenador. Las aventuras de Alan Dracon es un tebeo de entretenimiento muy conseguido, que sabe mezclar con fortuna los diferentes géneros y elementos que toca, con un gran ritmo y con muchas posibilidades para que se convierta en la franquicia que, por el momento, no ha conseguido ser.

El volumen contiene un mapa del mundo en el que se desarrolla la historia, cuatro bocetos descartados para la portada y un pin-up con el aspecto que uno de los personajes femeninos, Kanoo, habría tenido en una segunda entrega de Las aventuras de Alan Dracon que por el momento se ha llegado a publicar.