‘Perramus’, de Juan Sasturain y Alberto Breccia

Editorial: Astiberri.

Guion: Juan Sasturain.

Dibujo: Alberto Breccia.

Páginas: 480.

Precio: 45 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Noviembre 2025.

Perramus es una historia política y militante. Juan Sasturain y Alberto Breccia firmaron un fresco apabullante sobre la dictadura militar argentina, pero a la vez sobre la propiedad identidad de todo un continente, el sudamericano, que está plagado de historias de totalitarismos y represiones que puedan ayudar a encontrar puntos de unión emocional con todo lo que acontece en las casi 500 páginas de esta monumental obra, por la que desfilan los personajes más populares que podamos imaginar de aquellos años, como si esta fuera una historia que ellos mismos quisieran contar en primera persona. Por su militancia, y como vivimos en unos tiempos bastante extraño, habrá quien quiera menospreciar sus logros en ese sentido, o incluso darles la vuelta, que eso ahora está muy moda, pero que nadie os engañe: Perramus es un grito por la libertad en contra de ideas fascistas muy concretas y eso es lo primero que se ha de valorar. Luego, obvio, están los logros estilísticos y visuales, con un Breccia sublimando su uso de las manchas negras y de la forma con la que, con ellas, era capaz de construir un blanco y negro portentoso, unas figuras que hablaban casi por sí solas y que daban vida a una historia terriblemente dinámica. Perramus, por eso, es un lujo. Y en una edición como esta, un placer irresistible.

Sasturain encuentra una forma excepcional de contar lo que quiere, y es la de optar por revestir al fondo del relato de aventuras de lo más rocambolescas. La suya no es una crónica directa de la dictadura militar argentina, pero sí una metáfora contundente. No siempre es fácil seguir la acción que plantea, precisamente porque parece despegarse de la realidad que quiere retratar, pero su genialidad es precisamente esa, que describe a la perfección un momento histórico mediante sensaciones perfectamente reconocibles por parte de lectores contemporáneos de entonces y de ahora. Hay mucho poder en las imágenes que evoca el guion de Perramus, mucha fuerza en sus diálogos y un uso descarado y atrevido de personajes populares, esencia misma no solo ya del argentino en el mundo, sino de toda Hispanoamérica. Y no entraremos a desvelar de qué personajes estamos hablando para quienes no hayan leído todavía Perramus, pero las apuestas son elevadas. Como la ambición que tiene la obra, cuya división por capítulos tiene sentido por los propios tiempos de la publicación, pero que no esconde una voluntad de entenderse como un viaje completo en sí mismo, uno de madurez, de reflexión, pero también en cierta medida de rebelión ante una realidad tan oscura como la propia apariencia de las páginas de Perramus.

Eso es cosa de Breccia, claro. Es difícil pensar que Perramus una obra de autoría doble, en la que ambos autores fueran plenamente conscientes del punto al que quería conducir el otro la historia, pero al final en la firma del dibujo uno ve lo que ve. Como en su propio dibujo, claro, un ejercicio estilístico que no está para nada reñido con el narrativo, por imposible que parezca esa dialéctica en el movimiento que Breccia genera en sus masas de negro, aprisionadoras de los blancos en su mayor parte, pero siempre en comunicación con ellos. Qué difícil es sobre el papel lograr lo que lograba con tanta facilidad el artista y cuánta vida era capaz de dar a sus acuarelas para que consiguiéramos siempre entrever lo que parece imposible en sus potentes páginas. El estilo de Breccia es tan intenso que no nos atreveríamos a decir que Perramus es su mayor triunfo, aunque sin duda es una de las obras de referencia para leerle, entenderle y estudiarle, y esas son contundentes razones para asomarse sin miedo a la lectura que nos propone. Exigente, desde luego, como lo es el guion de Sasturain para entender las metáforas que plantea, pero satisfactorio a rabiar. Perramus es leyenda, es lucha, es viaje, es análisis y es catarsis. Es tantas cosas que parece ser y otras tantas que sugiere que lo único que podemos hacer es felicitarnos de esta brutal edición de tan magnífica obra.

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