Guion: Wu Qingsong.
Dibujo: Wu Qingsong.
Páginas: 176.
Precio: 35 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Octubre 2025.
Los fenómenos populares, tarde a temprano, acaban llegando a distintos medios. Que El problema de los tres cuerpos haya dado el salto al cómic no es por tanto ninguna sorpresa, porque además es un medio que se antoja bastante propicio para postear el alcance que tiene la novela de Cixin Liu, una de las más populares de la ciencia ficción china contemporánea. Netflix, como tantas otras veces, se encargó de ampliar los horizontes de público de la historia a través de la televisión y eso ha servido de agradecida antesala a su desembarco en las viñetas. El resultado de esta revisión es muy positivo. Siendo una historia tan moderna, no necesita demasiada revisión por parte de Wu Qingsong, autor del libro, solo el acierto de encontrar la manera de contar esta historia en el lenguaje propio del cómic, aprovechando sus ventajas y sondeando sus límites con audacia y eficacia a partes iguales. Y sin olvidar, claro está, que este no deja de ser más que el primer libro de la historia, más que una introducción en todo caso, que además es bastante potente en lo visual, dando ritmo a secuencias donde prevalen en discursos científicos y filosóficos que, en buena medida, configuran el alcance real de El problema de los tres cuerpos. Y a pesar de que no es una obra de lectura fácil en muchos motivos por la ciencia ficción por la que apuesta, engancha.
El planteamiento de ese problema ya invita a pensar en una historia que puede dejar más interrogantes que respuestas, y en algunos momentos pesa esa circunstancia en el guion de Qingsong, como lo hace en la obra original y también en su adaptación televisiva, porque al final las pretensiones de todas estas tentativas son muy parecidas. Dicho de otra manera, hay pasajes en los que el lector se puede preguntar, lícitamente, si hay algo detrás de las elevadas cuestiones que parece plantear. Y esa duda, a fuer de ser sinceros, puede persistir al final de este primer libro por los escenarios que se ponen sobre la mesa y por la forma en la que se cuentan. El defecto, si es que se quiere considerar así, no procede del cómic, sino de la novela de la que parte, y Qinsong hace un gran esfuerzo para que el cómic recorre esa distancia que puede separar del lector. Tanto es así que se llega a entender el famoso problema casi como un mcguffin que adorna con ciertas ínfulas de grandeza un thriller intenso y potente, con magníficos toques de ciencia ficción que se van haciendo más y más interesantes a medida que se convierten en cuestiones tangibles. Eso sí, todo lo científico es lo que acaba dando parte de su fuerza a lo ficticio, lo que hace que todo se entienda como parte de un conjunto bien hilvanado por Qinsong.
Y si en todo caso se siente cierta distancia con respecto a la historia, insistimos, más en el cuerpo central que en la intrigante presentación o en el rítmico desenlace, queda el dibujo de Qingsong, que resulta espectacular en todo momento. El autor despliega una atractiva mezcla de influencias asiáticas, europeas y americanas, que confluyen en una puesta en escena de lo más atractiva. No es fácil encontrarle referentes claros, incluso pensando que los hay, y eso añade todavía más motivos para el disfrute. Su ciencia ficción es intensa, pero su thriller terrenal también. Visualmente, cada página parece funcionar como un reloj, aportando intensidad incluso a lo que cuesta encontrársela, y el color con el que se da el acabado potencia todas las sensaciones que transmite, sobre todo las opresivas. Es la de Qinsong una forma modélica de dar forma a un relato que, con todo lo que conlleva ser una adaptación, se antoja fresca y espectacular, complementando a la perfección el original y adquiriendo además la personalidad propia que, por encima de cualquier otra consideración, se le tiene que exigir a un libro como este aunque ofrece un final, deja con ganas de más. Y precisamente por ofrecer ese final satisface como un volumen cerrado en sí mismo, una abierta y deliciosa contradicción que minimiza la ausencia de algunas respuestas en este punto del viaje.
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