CÓMIC PARA TODOS

‘Elmer’, de Gerry Alanguilan

Editorial: La Cúpula.

Guion: Gerry Alanguilan.

Dibujo: Gerry Alanguilan.

Páginas: 148.

Precio: 19,50 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Octubre 2025.

Elmer es una divertida provocación. Esa es, quizá, la mejor forma de asomarse a la obra del filipino Gerry Alanguilan, una en la que gallos y gallinas deciden un buen día empezar a hablar y a tener actitudes y comportamientos humanos. No, no es El planeta de los simios trasladado a las aves de corral, aunque en algunos momentos e pueden llegar a pensar en claras similitudes entre ambas historias. Pero si la primera habla de un abierto enfrentamiento que desemboca inevitablemente en las armas, Elmer apuesta por un sugerente retrato social de los sistemas culturales en los que vivimos. Gallos y gallinas no toman aquí las armas para defenderse, y ahí radica lo interesante de la elección de los animales protagonistas de esta suerte de fábula realista por parte de Alanguilan, porque no tienen manos para coger una pistola, y eso lleva el fondo de Elmer a un escenario bien distinto. Lo que busca el autor es una metáfora evidente de la lucha por los derechos sociales y raciales, y de alguna manera se asoma a temas como la identidad o la convivencia, siempre dentro de un marco tan inverosímil que resulta divertido, una especie de What If…? que irremediablemente invita a pensar en lo que haríamos cada uno de nosotros en el caso de encontrarnos ante esta situación tan peculiar. No es un tebeo abiertamente original, pero sí muy cínico y bastante fresco.

Esa sensación llega ya desde el principio, desde la forma en la que entramos a ese mundo en el que un gallo puede hablar. De hecho, si no fuera porque es el centro de la historia, eso casi sería un spoiler a evitar en una primera escena en la que el gallo habla fuera de cámara, buscando un impacto que es cierto que ya no podemos tener desde el momento en el que sabemos, en la portada, que vamos a seguir los pasos de un gallo. Aun así, hay impacto en el inicio y mucho más cuando vamos descubriendo las implicaciones que tiene la adquisición de cualidades humanas por parte de estas aves. Pero si al comienzo lo que llama la atención es el impacto, lo que importa después es la reflexión. Lo curioso, lo llamativo de Elmer en ese sentido, es que altera las herramientas más básicas para conseguir esas sensaciones. El arranque del cómic es pausado, a pesar de buscar un efecto inmediato en el lector; el final es frenético, aunque es la parte del libro que está llamada a hacernos pensar. De esa manera, Alanguilan compensa el alto número de referencias que podemos tener a lo largo de la lectura y que, obviamente, condiciones ese punto de originalidad que a la propuesta le hubiera gustado tener. No obstante, sin un carácter pionero que a estas alturas resulta literalmente imposible, Elmer ofrece un retrato inteligente de nuestra propia sociedad.

Lo más curioso es que la obra vive de una abierta contradicción continua que también exhibe en el dibujo, apostando por un realismo total para enseñarnos algo que tendría que costar creernos. Con un blanco y negro a medio camino entre lo documental y lo alternativo, Alanguilan retrata con el mismo acierto el plano de confrontación, con escenas muy explícitas en cuanto a violencia (que no haya una guerra como sucede con los simios no quiere decir que no haya enfrentamientos con vidas en juego), y el de soñada convivencia, reforzando desde lo visual el carácter utópico que indudablemente tiene Elmer. Alanguilan es un dibujante detallista y minucioso, al que además gusta hacer que sus personajes miren directamente al lector en muchos momentos y desde diversas técnicas, buscando su implicación. Y la consigue, con estas estratagemas y con la misma historia que teje y desarrolla, una que puede parecer que ofrece un final precipitado pero que, en el fondo, lo que está haciendo es abrir puertas que sea el lector quien continúe lo que está leyendo. ¿Y con qué? No precisamente con gallos, sino con su propia experiencia en un mundo, el nuestro, que da miedo pensar lo mucho que se puede parecer a uno en el que las gallinas hablan. Ese es el gran acierto que tiene Elmer y la mejor apuesta de Alanguilan.

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Esta entrada fue publicada en 13 noviembre, 2025 por en Gerry Alanguilan, La Cúpula y etiquetada con , .

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