‘Mandala. Princesa de las tinieblas’, de Hideshi Hino

Editorial: La Cúpula.

Guion: Hideshi Hino.

Dibujo: Hideshi Hino.

Páginas: 196.

Precio: 11,50 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Septiembre 2025.

Reseña escrita por Pereet.

La vuelta de Hideshi Hino no deja indiferente. El terror que vivió el autor y que le caracteriza, sigue impregnando sus obras como gran influyente del cómic del terror. Sin caer en la monotonía, una vez más nos invita a la reflexión, dejándonos un sabor agridulce. En Mandala. Princesa de las tinieblas, nos presenta un tomo único de seis capítulos que nos permitirán adentrarnos en el mundo de su protagonista y acompañarla durante un espacio de tiempo en su gesta, inmersa en una coalición de vivencias, reflexiones, sentimientos, recuerdos y deseos que lidian con el deber y la pérdida, donde solo nos queda una premisa: seguir avanzando para alcanzar un objetivo, no hay tiempo para mirar atrás, el mundo sigue avanzando. A través de una historia ordenada y lineal, nos transporta a todo un mundo que va más allá de lo superficial, lleno de matices que encajan sutilmente con su dibujo tan característico con un escenario detallado: una escala de grises marcada por el contraste y la intensidad del blanco y negro evocando a las sombras, contrarrestando al claroscuro de las tinieblas, de las sombras, donde habita el terror. El tan característico diseño infantil y lineal de los personajes, enfatizando las sombras, los monstruos y los espacios reservados al misterio, lo desconocido y el terror de la incertidumbre nos conduce al familiar trazo de Hino.

En la línea de las obras anteriores del autor, encontramos un contraste característico entre los personajes secundarios, los protagonistas, así como con los diversos escenarios (más o menos detallados según el peso y la importancia de los mismos) junto con los propios monstruos: caracterizados, diferentes y oscuros. Pero el matiz lo encontramos en las expresiones de los protagonistas, el terror en su cara, la preocupación, el miedo. En esta ocasión, nuestra historia se desarrolla en pleno siglo XX. Pero el camino de Mandala tiene su origen mucho antes, cien años atrás, cuando todo era distinto al mundo que hoy nos rodea. Es a partir de aquí cuando empezamos a apreciar matices y trazar paralelismos inmersos en una sociedad que ha cambiado, que se le ha impuesto el cambio y se le ha robado la tolerancia como moneda de cambio al miedo a lo diferente. Hino, capítulo a capítulo, nos invita a mirar más allá de lo que vemos, de las apariencias, hasta al punto de llegar a empatizar con Mandala y brindarle una mano con su propia carga bajo el disfraz de la oportunidad y con la premisa de la salvación. Pero ¿quién es Mandala? Conocerla a ella, su pasado y su misión nos adentra en una subhistoria de la cual queda mucho por descubrir.

Hino nos plantea en Mandala. Princesa de las tinieblas debates sobre la evolución y la revolución: ¿globalización o invasión?, el choque cultural, el cambio, el tener que adaptarse y sobrevivir a ello, el no poder permitirse fracasar ni rendirse, así como las adversidades de cómo esa rueda a la que llamamos evolución nos expone y arrastra cada vez que gira. ¿Será que el paso de Mandala en nuestras vidas, aunque no logremos acordarnos de ella y sus gestas, queden en el olvido, permite que el mundo tal y como lo conocemos siga en este frágil equilibrio? La palabra mandala proviene del sánscrito y significa «círculo», símbolo del cosmos y la eternidad. Lo que este tomo único presenta es un capítulo más de la odisea de Mandala, habla de cómo Mandala se ha pasado los últimos cien años buscando el Ojo De Dios para poder volver a casa y salvar a los suyos. Solo es un capítulo más en su historia y de cómo cada vez está tan cerca, pero al mismo tiempo tan lejos de conseguirlo. Tras el paso de Mandala por el pueblo, todo sigue igual, como si nunca hubiese estado allí, solo, desde el silencio y el olvido, su presencia ha ayudado a los que se han cruzado con ella. Eso es Mandala, una sombra sin rumbo, pero con un objetivo. ¿La acompañas?

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