Guion: Dave Cooper.
Dibujo: Dave Cooper.
Páginas: 172.
Precio: 19,50 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Junio 2025.
Cualquiera que haya leído Flujo. Predilección por Tina (aquí, su reseña) o Succión. El estatus de Basil (aquí, su reseña) tendrá a Dave Cooper como un auténtico bicho raro. Y lo es, su cómic es alternativo y underground, se adentra en territorios que exceden muchos líites y, además, sin miedo alguno a que eso limite su audiciencia. Muérdete la lengua no solo no se sale de esa norma, sino que, por alguna razón, parece sublimarla. Pocas historias vamos a encontrar con tantos elementos turbios, extraños, casi hasta enfermizos, como los que tiene esta y que además quieran encontrar un cierto escenario costumbrista, realista y hasta cotidiano para desarrollar estas ideas. Eso es Muérdete la lengua, el retrato de una comunidad que bien podría ser la nuestra… si no fuera porque el casero busca excrementos humanos para curarse de una afección en la piel o de un bebé que parece llegar a rincones que no son normales para su edad. Entre otras cosas, claro, porque de alguna manera hay que reventar ideas como la convivencia de distintas personas en un mismo piso o cómo encara una pareja la cuarentena sexual después de tener un bebé. ¿Realista? Ni por asomo, pero quién sabe cómo sería esta historia en un universo alternativo.
Cooper es un tipo peculiar, uno que experimenta con mil y una locuras, y esa es la gracia de su cómic. Muérdete la lengua no tiene medias tintas, no deja indiferente y quiere provocar sensaciones muy intensas desde la primera viñeta. Y si esa sensación es la de la repulsión, no pasa nada: ese es el tono a seguir. Lo que ocurre, y eso es lo extraño de todo, es que es difícil desengancharse una vez que se ha entrado en este pequeño microcosmos que plantea. Da igual que la historia se vuelva cada vez más turbia, que los protagonistas rocen incluso la escatología por momentos o que esta se combine con otras sensaciones más íntimas. Lo que pasa es que en Muérdete la lengua hay una dificultad adicional, y es lo imposible que parece resumir lo que estamos leyendo. Podemos hablar de la mezcla entre la perversión y lo cercano, pero eso en realidad no nos acerca a generar una sinopsis certera de una historia que no necesita final, casi parece que no lo desea, y que de hecho se fusiona con mucha facilidad con un segundo relato que hay en el libro Cynthia Pétalo, que es algo alucinógeno que vincula el placer sexual con ciertas visitas extraterrestres. Parece todo como un chiste extraño, alucinógeno, casi lisérgico, y desde ese punto de vista funciona como lo que es, una bizarrada que no necesita justificarse.
Lo mismo pasa con el diño. Sus obras anteriores ya hablaban de un autor que apostaba por la exageración más marcada, pero lo que hace en Muérdete la lengua va un poco más allá. Insistimos en lo anterior, basta con ver la primera viñeta, repulsiva, para entender el tipo de dibujo, además en blanco y negro, que plantea Cooper. No solo juega con una caricatura extrema, sino que además no sufre cuando se asoma a imágenes que podemos fácilmente calificar como asquerosas. Pero lo extraño, una vez más, es la mezcla, porque a la vez hay momentos sexuales que se asoman a lo cotidiano, formando un cóctel inclasificable y complejo. ¿Qué busca Cooper con una obra como Muérdete la lengua? Tan difícil es conocer la respuesta como innecesario disponer de ella, porque este no es un tebeo abocado a un final o dispuesto a establecer una cronología. ¿Somos capaces de aguantar todo lo que nos cuenta sin dejar de pasar páginas? Eso es lo que le vale a Cooper, parece evidente. Y en su caso la provocación es un arma que sabe usar a todos los niveles, desde su historia y desde su dibujo, y en ninguno de los dos ámbitos narrativos parece necesitar referentes, lo que hace de Muérdete la lengua, como de la obra de Cooper en conjunto, algo único y de comparación absolutamente imposible.
El volumen incluye Pressed Tongue y Cynthia Petal’s, publicados originalmente por Fantagraphics en 1993 y 1994. El único contenido extra es un prólogo de Rubén Lardín.
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