‘Ranx. Edición integral definitiva’, de Stefano Tamburini y Tanino Liberatore

Editorial: La Cúpula.

Guion: Stefano Tamburini.

Dibujo: Tanino Liberatore, Andrea Pazienza, Stefano Tamburini.

Páginas: 200.

Precio: 34 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Junio 2025.

A veces la etiqueta de serie de culto se aplica con demasiada facilidad, pero Ranx lo es. ¿De qué otra manera se puede afrontar hoy en día la lectura de esta serie de Stefano Tamburini y Tanino Liberatore? Está claro que lo que tenemos entre manos, además de ser una lujosa edición definitiva de algo que nació para ser degustado en el frágil papel de revista con el que tantas historias nos llegaron en los años 80, es un tebeo subversivo y radical, una salvajada violenta que no tiene miedo a sí misma y a ir destrozando límites en cada página que vamos pasando de la historia de esta especie de androide cuyo nombre no es más que una burla al capitalismo personificado en una marca de fotocopiadoras. Pero de fotocopia nada, precisamente porque Ranx, por muchos modelos que pueda tener, los devora a todos con su mala baba, que la tiene y a raudales, colocándose en los inicios del movimiento cyberpunk y haciendo de la violencia, el sexo y la locura elementos indispensables par que nos metamos de lleno en esta ciencia ficción macarra y sin autocensuras que puedan coartar la forma de entender el género de sus autores. Todo muy loco, bastante insano, y, reconozcámoslo, sumamente entretenido por ello, porque aquí el tabú no existe y cualquier cosa puede pasar una vez que le hemos dado la vuelta a una página.

Ese es el reto que asume el lector una vez que acepta entrar en este universo, el de que ya no hay vuelta atrás. El mismo concepto del personaje protagonista es abiertamente provocador, desde su mismo nombre, pero también convirtiéndose en un antihéroe de pleno derecho. No es el mundo de Ranx uno de blancos y negros, hay grises por todas sus páginas, pero los hay además asumidos, como si no hubiera otra alternativa que la de los comportamientos como poco amorales y provocadores que vemos en todo momento. Puro cómic ochentero en ese sentido, sí, entendiéndolo como un amasijo de ideas que van atropellándose para dar forma a un mundo futuro en el que las normas cuentan poco y la inocencia es algo que no existe ni siquiera cuando hay un niño en la escena. Que nadie busque conceptos elevados de ciencia ficción, porque no los va a encontrar en Ranx. No, este cómic habla de decadencia a todos los niveles… y aun así es muy entretenido. Entre drogas, puñetazos, sexo y otras perversiones que se nos puedan ocurrir, la gracia está precisamente ahí, en asimilar lo que estamos viendo como algo normal para sus protagonistas. Tiene gracia que el lector tenga que hacer ese proceso de entender cómo se ha podido llegar a un mundo así sin mediar sesudas explicaciones sobre algún proceso apocalíptico.

Si los guiones de Stefano Tamburini son desde el principio consecuentes con la propuesta, el dibujo alcanza su esplendor cuando es Tanino Liberatore quien se ocupa de él. El propio Tamburini y Andrea Pazienza, abren el fuego, pero ya desde el primer capítulo, el de los orígenes de la serie, es Liberatore quien define su esencia. Y esta es muy Metal Hurlant en todo, es ciencia ficción de ese estilo sucio y macarra, de personajes exagerados en todo, de colores estridentes… y con la habilidad de mostrar explícitamente todo aquello que está en la raíz de Ranx y que en otros tebeos serían elementos de debate. Aquí no, Liberatore consigue que todo nos parezca natural en este mundo. Y es que este es un tebeo salvaje que no necesita esconderse, al contrario, hace gala de esa condición y busca el disfrute por esa vía concreta. Podríamos decir que hoy sería más complicado hacer un cómic así, pero en el fondo no sería real. No tendría el mismo carácter pionero, no necesitaría la valentía que requiere abrir caminos que entonces muy pocos han transitado, pero en el cómic, afortunadamente, sí seguimos gozando de la libertad que abandera Rank. ¿Que no es para todos los públicos? Evidente. Pero el público que se acerque, consciente de hacia dónde está yendo, va a disfrutar de lo lindo con esta gozosa locura.

Ranx se publicó originalmente entre 1979 y 1986.

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