Guion: Marion Achard.
Dibujo: Toni Galmés.
Páginas: 160.
Precio: 24,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Mayo 2025.
Cuando se publicó en España Lisou, la primera mitad de Cuando cae la noche (aquí, su reseña), ya alabamos una de las mayores virtudes que iba a presentar este díptico a cargo de Marion Achard y Toni Galmés, el hecho de ser una historia sobre la persecución del nazismo a los judíos contada desde dos puntos de vista complementarios, el de dos hermanas separadas precisamente mientras huían del terror y la represión de la más terrible amenaza que ha vivido Europa en el siglo XX. Lisou se centraba en la pequeña de esas dos niñas, y aunque el trasfondo de enorme dramatismo era parte esencial de lo que se contaba, lo cierto es que era inevitable querer vivir su epopeya desde un cierto tono de aventura. Con Mylaine eso es imposible. La suya es una historia de supervivencia en los campos de concentración, y ahí caben pocas concesiones a la esperanza, por mucho que la hubiera y aunque sepamos cuál es el final de esta historia gracias al primer volumen de la serie. De hecho, parece totalmente lógico que el orden haya sido este, dado que lo que se busca con Cuando cae la noche es aleccionar a las jóvenes generaciones, representadas por la muchacha que escucha la narración de la Mylaine ya anciana. Esta es una historia de verdad, pero sobre todo de memoria, es un grito decidido para que no olvidemos, para que eso nunca pase, por mucho que algunos lo impulsen.
Como ya indicamos en el primer libro de la serie que aquí acaba, es muy complicado encontrar frescura en una historia que acontezca en la tan trillada Segunda Guerra Mundial, en el tan manido holocausto judío. Y aun así, Cuando cae la noche la tiene. La tenía más en el primer libro que en este segundo, cierto, porque el tono de aquel era algo más novedoso que el de este segundo libro, pero esta segunda mitad del díptico es imprescindible. Los campos de concentración y lo que se hizo en ellos son absolutas abominaciones, el culmen de la maldad humana, y es vital que no olvidemos que esto sucedió hace no tanto tiempo y no demasiado lejos de aquí. Cualquier ejercicio de memoria, y más cuando se hace con el respecto que vuelva Achard en esta obra, merece ser destacado. Pero es que además la historia es muy buena, es un retrato de la prodigiosa resiliencia con la que tuvieron que enfrentarse personas normales a situaciones que exceden lo extraordinario, porque en aquel momento casi nadie creía que se pudiera ir tan lejos. Esa ingenuidad se ve en el libro, también la determinación de tener que luchar por la propia vida día tras día, también el caos en el que estaba sumida la vida del colectivo judío una vez que caía en las garras del nazismo. Los campos no eran una maquinaria de exterminio perfecta, sino una en la que había corrupción por un lado y una esperanza insensata por el otro. Todo eso, sí, se ve en estas páginas.
Hemos mencionado la palabra ingenuidad, y quizá, entendida desde su lado más amable, sea lo que mejor puede definir el trabajo de Galmés. Hay en su estilo una búsqueda consciente de un cierto tono de cuento y de una audiencia juvenil. ¿Cómo encajar eso con una historia tan aterradoramente dura como esta? No es fácil, no, y por eso es más que interesante el resultado, que sabe encontrar, como ya pasaba en el primer libro, el tono perfecto para cada secuencia. Es verdad que tiene que luchar contra muchos referentes, que no son pocas las historias que han visto el marco ideal para desarrollarse en un campo de concentración, pero también hemos hablado de frescura a la hora de encarar el relato, y eso es más que palpable durante toda la serie. La sencillez con la que compone los rostros no merma para nada la sensibilidad de los personajes y de los momentos. Y en lo más crudo del relato sabe hacer que miremos hacia otro sitio, pero sin dejar por ello de comprender la atrocidad que acabamos de revivir. Cuánto daño ha hecho a la memoria el uso tergiversado que muchos han hecho de ese término, pero cuánto bien hacen esfuerzos como el de Achard y Galmés en Cuando cae la noche, que suman a un objetivo importante un talento igualmente notable para que entendamos lo necesarios que son cómics como este.
Delcourt publicó originalmente el segundo álbum de Quand la nuit tombe, Mylaine, en enero de 2025. El contenido extra lo forman un posfacio de Piotr M. A. Cywinski, director del Museo Estatal de Auschwirz y un dosier sobre los personajes de la obra y los documentos originales que aparecen en el maletín que aparece en la historia.
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