‘El caso David Zimmerman’, de Lucas y Arthur Harari

Editorial: Astiberri.

Guion: Lucas y Arthur Harari.

Dibujo: Lucas Harari.

Páginas: 360.

Precio: 35 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Junio 2025.

El enorme mérito que contraen los hermanos Harari, Lucas y Arthur, en El caso David Zimmerman, es que hablan de ciertos temas sin que en realidad parezca que lo hacen. Lo complejo del análisis de su obra radica en que hay que desvelar ciertos aspectos para poder llegar al fondo de las cuestiones, con lo que el temido (y tantas veces innecesario) spoiler esta vez parece algo imprescindible para poder entrar a fondo en los aciertos de este cómic. Y es que es una obra que, bajo el envoltorio de un thriller fantástico, esconde cuestiones sobre género e identidad que son incuestionables. La historia arranca con un cambio de cuerpo. Un fotógrafo treintañero, con pocos amigos, recién salido de una relación, un tipo no demasiado carismático, de repente se ve en el espejo en el cuerpo de otra persona. Con esa premisa, arranca algo mucho más fascinante de lo que pudiéramos imaginar al principio, y eso se debe a que la apuesta de los Harari está en la realidad. Obviamente, su idea no es la de contar algo que pueda pasar en el día a día, no podría serlo con el punto de partido ya mencionado, pero sí es realista en todo lo que viene a partir de ahí. En lo que pasa cuando uno deja de ser uno mismo y se tiene que empezar a plantear que va a ser otra persona durante el resto de su vida. Y eso, dicho claramente y tal y como está planteado, aterra.

Con ese punto de vista, los Harari consiguen algo que normalmente puede costar algo de conseguir, que el lector se plantee lo que está sucediendo y cómo reaccionaría de ser él el protagonista. No es como si nos persiguiera una policía futurista o tuviéramos que encontrar la llave para salvar el mundo. No, aquí las consecuencias son íntimas y personales, como el mismo hecho que desencadena el cambio de cuerpo, como el mundo de conspiranoicos en el que eso hace entrar a los dos protagonistas, con el miedo a contarle la verdad a los seres queridos, sabiendo que te van a tomar por loco, luchando en la vida cotidiana por encontrar los recursos para salir adelante en una personalidad ajena. ¿Qué haríamos si nos despertáramos un día en la casa de un extraño habitando en el interior de su cuerpo, sin saber quién es esa persona, sin todo aquello a lo que podemos agarrarnos para salir de cualquier problema, sea material o inmaterial? Es un gigantesco salto al vacío en el que plantean los Harari… y además lo hacen dos veces para tener una historia compartida entre dos protagonistas muy distintos, que afrontan el problema por vías casi contrapuestas y a pesar de que están condenados a confluir. Todo eso es lo que trasciende de El caso David Zimmerman. ¿La fantasía? Está, claro, no hay manera de evitarla, pero queda en un segundo plano.

Quizá por eso el estilo de dibujo de Lucas Harari es tan aparentemente frío al principio y va encontrando calidez primero por los mencionados elementos fantásticos y después, precisamente, por los emocionales. No nos atreveríamos a calificar esta obra como realista, sería absurdo incluso en su dibujo, pero es fascinante ver cómo llegamos a lo más tangible desde lo más inefable, también en el trazo y en el estilo de Lucas. Hay momentos en los que da la sensación de que El caso David Zimmerman no es un cómic, sino una película, una en la que cada plano tiene un significado, en la que los silencios se interpretan de una manera espectacular y en la que todo lo que va sucediendo tiene su reflejo en lo que sale de los lápices de Lucas. Y no es sencillo encontrar tantas capas porque el envoltorio, ese que en el guion es de fantasía para esconder y proteger lo realista, es de una aparente sencillez en el dibujo, con líneas fuertemente marcadas por las tintas y el uso de unos colores que casi parecen introducirnos en un terreno alucinógeno. Todo esto es lo que hace de El caso David Zimmerman una experiencia, una circular si nos detenemos en su final, pero sobre todo asfixiante, mucho más dura en lo psicológico y en lo emocional de lo que podría haber atisbado al principio.

Sarbacane publicó originalmente Le cas David Zimmerman en noviembre de 2024.

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