Guion: Tomomitsu Yamamoto.
Dibujo: Tomomitsu Yamamoto.
Páginas: 235.
Precio: 10 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Mayo 2025.
Con One Loves Monster, Tomomitsu Yamamoto se adentra en terrenos peligrosos. Podemos pensar que estamos ante un manga de corte erótico, bastantes explícito en sus escenas de sexo, pero su apuesta es más profunda y obliga a hacer cierto spoiler para poder analizarla en profundidad, así que lo mejor es sumergirse en sus páginas antes de leer cualquier crítica o reseña para no reventar nada de manera anticipada. Una vez leído, One Loves Monster tiene la particularidad de moverse en un triángulo muy interesante, uno en el que ella es el personaje que tiene que lidiar con los otros dos vértices de ese triángulo… que en realidad son la misma persona. Es muy fácil perderse en el sexo, porque este manga sube mucho la temperatura y sabe tocar resortes muy excitantes, y quizá eso hace que el acto final sea menos trascendente de lo que apuntaba la historia en los dos primeros, pero los debates están ahí, y están muy bien explicados a través de la figura del personaje femenino, que es quien realmente se tiene que plantear cómo manejar su amor por un hombre tímido, educado y atento al que conoce carnalmente a través de su otra personalidad, desinhibida y lanzada. Amor y deseo como partes indisolubles de la misma relación y un aprendizaje emocional y sexual en el que detenerse no parece una opción son las grandes bazas de Yamamoto.
Cuando el sexo tiene una presencia tan imponente en un relato, es verdad que todo lo demás corre el riesgo de palidecer. Yamamoto es consciente de eso, y lo explicita en una secuencia de One Loves Monster, cuando es precisamente un manga el que da pistas a la protagonista de cómo tendría que hacer progresar su relación. Quedarse en el sexo, no obstante, no sería justo, por mucho que la resolución de la obra parezca algo precipitada, sin llegar a resolver del todo algunos de los dilemas que plantea el manga. Es muy interesante, en todo caso, asistir a esos primeros pasos en el mundo del sexo de alguien que se mueve con una enorme ingenuidad en el mundo afectivo, que se plantea constantemente si satisfacer el deseo es la mejor manera de llegar a su objetivo real, que no es otro que el de consolidar una relación afectiva, y que acepta la dirección masculina para llegar al éxtasis sin que eso suponga un dominio propio de otra época. Es muy sincera la confusión de la protagonista cuando descubre dónde se está metiendo, y esa una cualidad extraordinaria de One Loves Monster, que ella nos conduce emocionalmente por una historia bastante compleja, y lo hace sin dobleces, sin caras ocultas, en un salto a la madurez casi forzado por las circunstancias y que ejecuta con muchos miedos, una notable naturalidad y una honestidad evidente.
En el dibujo de Yamamoto también es fácil perderse en las escenas de cama. El sexo vende, se desdibujen o no los genitales masculinos para suavizar algo el tono como en estas páginas, y hacerlo explícito todavía más. One Loves Monster no se esconde en ese sentido y Yamamoto encuentra un atractivo indudable en esas secuencias, que lejos de caer en la rutina son capaces de excitar muchísimo. ¿Están pensadas para una audiencia masculina? Puede que en parte, pero no olvidemos que la narración es femenina, lo que compensa en buena medida esa sensación. A la belleza de lo sexual, en todo caso, añade esa sinceridad de la que hablábamos. El retrato convence, el de ella por encima de todo, porque es ese personaje el que tiene que mandarnos información constante sobre los dilemas emocionales que marcan la obra, pero también en el doble papel masculino, para retar al lector a reconocer con cuál de los dos está tratando en cada escena. Es un manga con mucho sexo, sí, pero hay que ir más allá a la hora de analizarlo. Y en ese sentido, con una sutil caricatura, con una buena puesta en escena, dando tanto importancia al lenguaje corporal como a las escenas dialogadas, One Loves Monster sabe sobresalir para que el lector se plantee muchas cosas mientras disfruta de la parte más física. Quizá daba para más, pero también se agradece que se encuentre un final.
Brite Co. publicó originalmente One Loves Monster en 2020.