Título original: Star Wars: Andor.
Director: Ariel Kleiman, Janus Metz, Alonso Ruizpalacios.
Reparto: Diego Luna, Kyle Soller, Adria Arjona, Stellan Skarsgård, Fiona Shaw, Denise Gough, Genevieve O’Reilly, Faye Marsay, Varada Sethu, Elizabeth Dulau, Joplin Sibtain, James McArdle, Rupert Vansittart, Alex Ferns, Gary Beadle, Kathryn Hunter, Alastair Mackenzie, Anton Lesser, Alex Lawther, Sule Rimi, Ebon Moss-Bachrach, Gershwyn Eustache Jnr, Stanley Townsend, Ben Miles, Andy Serkis, Duncan Pow, Forest Whitaker, Richard Dillane.
Guion: Tony Gilroy, Dan Gilroy, Beau Willimon, Tom Bissell.
Música: Nicholas Britell, Brandon Roberts.
Plataforma: Disney+.
Episodios: 12.
Duración: 38 – 60 minutos.
Estreno: 22 de abril– 13 de nayo de 2025 (Estados Unidos / España).
Hay múltiples paradojas en Andor y la primera, como ya se vio en su primera temporada (aquí, su crítica), es su título. La serie aborda los primeros pasos de la Alianza Rebelde y eso hace que Cassian Andor no sea el verdadero protagonista en muchos momentos de la serie. De hecho, hay episodios de esta segunda temporada en los que ni siquiera aparece el personaje de Diego Luna. Otra paradoja, la serie desemboca directamente en los acontecimientos Rogue One (aquí, su crítica), lo que hace que, de una vez por todas, se acabe el debate sobre la calidad de la película. En su momento discutida, los años le han dado un estatus mucho más respetable, acorde a los méritos que tenía. Y Andor lo corona con un final sencillamente brillante, emocionante, puro Star Wars… que de hecho es otra de las paradojas de la serie. Se le ha dado con frecuencia la consideración de ser la vertiente más realista, moderna y audaz de la franquicia, una actualización considerable de lo que supone Star Wars, y sin embargo tiene algunas de las secuencias modernas que más fácilmente entroncan con la esencia más pura de la saga. Y eso pasa a lo largo de toda la segunda temporada, pero especialmente en los tres episodios finales, que fácilmente pasan por ser los mejores de la serie y, seguramente, por la conexión con Rogue One.
Es indudable que, guste o no su ritmo, hay en Andor muchos elementos de enorme interés, los que sirven para rellenar huecos de las películas y también los que construyen la historia de la Alianza. Eso, que pasa por ser uno de sus puntos fuertes, es también base de sus flaquezas. Hay momentos que, por mucho que se ajusten a la construcción de los personajes, es difícil encajar en una historia a largo plazo. Y es verdad que el hecho de que haya saltos de un año cada tres capítulos hace que resulte difícil ver un cuadro a largo plazo, más allá de esa anunciada conexión con Rogue One. El ritmo, lo decíamos, es la clave. Andor es pausada y eso hace que, en muchas ocasiones, cueste ver avances, incluso la conveniencia de que algunas escenas sirvan de verdad a la historia. El personaje de Mon Mothma es el que más claramente muestra esa situación. Si en la primera temporada costaba a veces ver su importancia, y no salía especialmente bien parada, aquí pasa un poco lo mismo en la primera mitad. Y es que Andor tiene una narrativa que busca ser elevada, a veces incluso situándose frente a la aventura de ciencia ficción que Star Wars siempre abandera, y eso no siempre es fácil de asimilar. Abandera otras facetas de la franquicia, y eso es algo que no se ha ocultado nunca, es una serie muy sincera a ese respecto, pero no todo encaja con la misma fluidez.
Ahora bien, cuando Andor despega, cuando coge velocidad de crucero, y lo hace muy a menudo, es una serie de grandes vuelos, incluso más allá de su conexión con la franquicia o con Rogue One. Impresiona la preparación del discurso que, por fin, hace justicia a Mon Mothma en su papel como líder rebelde y la ejecución de su huida de Coruscant, como por supuesto lo hace todo el final, en el que tanto Diego Luna como Stellan Skarsgard sobresalen dentro de un reparto de enorme solidez. El ritmo de los tres episodios finales, como el del último del arco argumental de Ghorman es, sencillamente, espléndido, se nota una tensión impresionante, de las que traspasa la pantalla. Andor es una serie menos perfecta de lo que seguramente se ha querido mostrar dentro de la franquicia, pero sí es un producto atrevido e inteligente. No importa que no siempre llegue a lo que ambiciona, que es mucho, porque cuando lo alcanza deja una satisfacción extraordinaria. Los picos de Andor demuestran que el de Star Wars es un universo de mucha más riqueza de lo que se suele reconocer muchas veces, al que se puede acceder desde tonos muy diversos y que casi 50 años después de su nacimiento tiene todavía margen de crecimiento. Qué pocos mundos pueden decir eso, y más cuando estamos hablando de uno tan sobreexplotado.
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