Guion: Enrique V. Graciani Martín.
Dibujo: Enrique V. Graciani Martín.
Páginas: 98.
Precio: 18 euros.
Presentación: Rústica.
Publicación: Septiembre 2024.
Aranjuez es una de esas joyas que tiene España que nunca nos deberíamos cansar de reivindicar, y hacerlo a través del cómic es algo de lo que nos sentimos especialmente orgullosos. El alcance que tiene Vino y música. Aranjuez 1753, obra de Enrique V. Graciani Martín, ese ese, el del protagonismo que le da a la propia Aranjuez, un personaje más, bien referenciado y muy bien mostrado, con un gusto arquitectónico notable que completa la inmersión en el periodo mostrado. Es, claramente, lo mejor que tiene un cómic que sabe mostrarse como la celebración local que quiere ser, mostrando elementos que bien pueden pasar a ser universales. Con el gran uso de los diálogos, de frases hechas, de momentos que definen muy bien a los personajes y, sobre todo, al contexto, al escenario que nos ofrece la obra, en Vino y música. Aranjuez 1753 cuenta tanto ese ambiente cultural y festivo que nos quiere Graciani como la presencia de la ciudad. Hay un encaje sólido en la presentación, aunque se pueda echar en falta un personaje o dos que nos sirvan de guía real a través de este fresco costumbrista. A falta de esa concreción, el disfrute que nos proporciona Vino y música está en el escenario y en lo logradas que están todas las secuencias en sí mismas, vistas como episodios costumbristas de un momento muy interesante.
Y es que Graciani no parece buscar tanto una historia con un final determinado sino sobre todo un fresco que nos transporte a ese 1753 en Aranjuez al que hace referencia el título. En realidad, no hay que alejarse demasiado del título del cómic para comprender aquello en lo que destaca. Vino y música, sí, pero también relaciones sociales y personales, interacciones entre distintos personajes que casi parecen tener vida propia dentro del conjunto gracias a la mencionada agilidad de los diálogos, que es lo que permite que el paso por este lugar sea muy agradable, sin pensar demasiado en que carece de un viaje más completo. Graciani convence con las voces que emplea, tanto da que sea para personajes históricos sobre los que podamos indagar en otras fuentes o bien otros de los que el lector no sabrá nada. No importa, todos se sienten reales y cercanos. Sobre todo, parte de ese contexto en el que funciona la historia, de ese mosaico que tan bien llega a funcionar. Es una historia coral que podría haber sido distinta si encontrara algún personaje al que dar un protagonismo más marcado, y esa es una de sus fortalezas para que el contexto sea lo más relevante, uno que además no procede de la necesaria documentación para hacer un tebeo de estas características, sino de haber entendido el ambiente.
La forma en la que Graciani dibuja figuras es de lo más llamativa. Si tenemos que decantarnos por una sensación al verlas, casi parece que estemos viendo un cómic de gigantes y cabezudos, artesanal, clásico y tradicional, lo que añade un prisma más a ese ambiente festivo del que venimos hablando desde el principio como seña de identidad del cómic. Como desde la misma cubierta queda claro que ese es el estilo del autor que vamos a ver en las páginas interiores, se entiende como un elemento sincero y buscado para contar la historia. En la composición de la página, eso mismo funciona de una manera muy dinámica en lo visual, aunque narrativamente no sea siempre del todo clara la distribución de las secuencias, con separaciones que dependen más de los diálogos (¡qué bonitos son los bocadillos para entrar en el escenario!). Y sobre todo hay un desea muy bien ejecutado de que veamos Aranjuez en una era de absoluto esplendor, un aspecto en el que este cómic es muy hermoso de contemplar. Vino y música. Aranjuez 1753 nos brinda un viaje en el tiempo muy agradable, con un sentido pictórico notable y una forma muy curiosa de desarrollar los personajes a los que vamos siguiendo en lugares muy bien identificados en el plano general de Aranjuez y, después, cada vez que visitamos cualquiera de sus lugares.