CÓMIC PARA TODOS

‘Soy mi sueño’, de Felipe Hernández Cava y Pablo Auladell

Editorial: Norma.

Guion: Felipe Hernández Cava.

Dibujo: Pablo Auladell.

Páginas: 76.

Precio: 23 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Marzo 2025.

¿Qué es un buen cómic? O mejor aún, ¿qué hace que un cómic sea bueno? La respuesta a esas dos preguntas puede ser tan amplia como queramos porque, va la gran revelación para quienes no estén acostumbrados a leer en viñetas, el cómic es un arte de una riqueza descomunal. Tanto, que todos los meses nos llegan, solo en España, docenas y docenas de títulos que buscan un público. Y sí, muchos autores escriben y dibujan para calmar demonios propios, es lógico y hasta necesario, pero al final de lo que se trata es de que los libros lleguen a manos de la gente. Para quienes no lo sepan, Soy mi sueño es un cómic publicado originalmente en 2008. Que en 2025 tenga una nueva edición es algo que no debemos tomar a la ligera. Quiere decir que ha perdurado. Leerlo ahora es una demostración palpable de este hecho. Felipe Hernández Cava y Pablo Auladell saben perfectamente que no hicieron un tebeo para cualquier público. Ellos exigen del lector. Dan muchísimo, pero necesitan que entremos en el juego. Su forma de narrar, tanto en palabras como en dibujos, no es sencilla. Es cruda, es intensa, desde luego inteligente. Su relato, más que una aventura, es un viaje vital impresionante que nos lleva a la Segunda Guerra Mundial. Qué manido, ¿verdad? Pues no, en absoluto. En Soy mi sueño no hay nada que nos invite a pensar en otra cosa que no sea esto.

Hernández Cava siempre ha sido un escritor de variadas inquietudes, y eso hace que no sea nada extraño que le pueda interesar encontrar la voz necesaria para que nos interese lo que un piloto alemán en la Segunda Guerra Mundial pueda decir. Más aún, un piloto derribado asistido nada menos que por una chamana. La mezcla es valiente, casi radical y, por ello, adecuada a una narrativa tan exigente como esta. Es exigente porque huye de la concreción sencilla, nos mete de lleno en una conversación de la que desconocemos todos sus factores, incluso a los interlocutores a los que estamos escuchando, en un escenario en el que no distinguimos buenos de malos, ni siquiera cuando en el saber popular tenemos ya perfectamente establecido que los alemanes no eran precisamente los buenos en el momento histórico que escoge Hernández Cava. Y por extraño que parezca, precisamente por prescindir de un espacio de confort para el lector (no para el escritor, que domina a la perfección lo que escribe y conoce a la perfección a sus personajes, el escenario y el lenguaje de los géneros que toca), la narración funciona, fluye y engancha. Queremos saber en todo momento hacia dónde nos está llevando. Quizá sea por no tener demasiada información, quizá sea porque nos intriga el protagonista, quizá por otras razones, pero es difícil no conectar en algún nivel.

Si Hernández Cava exige, no podemos decir menos de Auladell. Al contrario, el dibujo es brumoso, el estilo podríamos decir que por momentos parece desdibujado, y no sabemos a veces si estamos ante la influencia de vanguardias pictóricas o de los códigos del cine mudo, ese que podemos interpretar en silencio y con la aparición del texto cuando decidamos incorporarlo a la experiencia visual, que es la prerrogativa que tiene el lector y el escenario abierto que le da Soy mi sueño. Auladell maneja extraordinariamente bien el lenguaje del cómic bélico desde una apuesta minimalista en extraño, casi haciendo que los aviones sean manchas oscuras en un cielo brumoso, casi fantasmagórico. Y cuando son los personajes los que tienen que hablar, de alguna manera encajan en ese escenario que se acerca con tanta brillantez a lo onírico. Que Soy mi sueño haya perdurado se debe a la magia narrativa con la que se desarrolla, eso parece evidente desde un punto de vista contemporáneo. El impacto de su momento seguro que se vivió bajo la influencia de su experimentación, pero está claro que, como toda buena obra de arte, provoca un impacto en su lector. Lo sigue provocando. Y, como prueba de su riqueza narrativa, está vivo, es cambiante, puede no ser hoy el mismo que hace años. Es el elogio de un arte siempre en movimiento.

De Ponent publicó originalmente Soy mi sueño en 2008. El único contenido extra es una introducción de Rafa Burgos.

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Esta entrada fue publicada en 21 mayo, 2025 por en Felipe Hernández Cava, Norma, Pablo Auladell y etiquetada con , .

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