‘La plaga’, de Javier Gallego y Juan Gallego

Editorial: Reservoir Books.

Guion: Javier Gallego.

Dibujo: Juan Gallego.

Páginas: 128.

Precio: 24,90 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Mayo 2025.

Cuando unos autores triunfan con una obra, hay dos caminos básicos a seguir: repetir la fórmula o buscar nuevos horizontes. Juan y Javier Gallego impactaron con enorme sensibilidad hace ya seis años con Como si nunca hubieran sido (aquí, su reseña), una elegía convertida en narración gráfica sobre las muertes que se producen en el mar, las de personas que buscan un horizonte mejor. Y ahora, recalquemos de nuevo el tiempo que ha pasado, seis años después firman La plaga. En la clasificación que hemos hecho, esta obra es cualquier cosa menos una repetición de un escenario de confort para los autores. Ahí ya nos van ganando como lectores. Lo siguen haciendo con la intriga que plantea y que nace de una plaga de gusanos. Lo que sorprende es que, siendo un escenario apetecible, La plaga no va a de eso, y no tardamos en darnos cuenta. La plaga es algo mucho más profundo, que descansa mucho en su impacto final, sí, aunque se puede anticipar, pero que aborda temas muy personales e intensos. Entrar en valoraciones muy precisas implicaría desvelar sorpresas muy bien planteadas en la obra, sobra decir que no lo vamos a hacer, pero eso no impide que destaquemos la interesante psicología que desbordan tanto la obra en su conjunto como el protagonista de manera individual, un tipo solitario, anodino y metódico al que hay que entender.

¿Cómo definir La plaga sin contar nada que no debamos? ¿Algo sobre la salud mental? Sí, pero es más sencillo, hay que darse cuenta de que no hay definición posible, aunque sea un divertido ejercicio el de intentar hacerla. Este es uno de esos cómics en los que hay que lanzarse de cabeza sin miedo alguno a que no haya agua. Solo vamos a anticipar que no lo hay, que no vamos a sentirnos cómodos en ningún momento. Ni por los gusanos, ni por el escenario, ni por la personalidad de un protagonista que no parece tener vida más allá de cumplir con el trabajo. Hay en estas páginas por ello una angustiosa descripción de un mal social poco tratado, el de la soledad efectiva de quien parece vivir cumpliendo con ciertos estándares sociales. El gran acierto de Javier Gallego es que entra en ese juego prescindiendo de cualquier caricatura. La plaga es otra cosa. No es un descenso a los infiernos, sino más bien un infierno en sí mismo, porque hay un esbozo psicológico muy potente de un personaje por el que nos sentimos obligado a sentir empatía desde que vive la plaga del título. Eso, de una manera casi inadvertida, va teniendo eco en el resto de situaciones que vive, situaciones que tienen algo de cotidiano, otro gran acierto, pero que no percibimos como normales, sensación que termina de hacer de La plaga una experiencia intensa que nos tiene siempre alerta.

Si se nos ocurre caer en esa monotonía del protagonista, La plaga nos despierta de la mejor manera posible, con un dibujo de Juan Gallego que se convierte en un auténtico tour de force narrativo y visual, con estilos cambiantes para que cada escena en la que se produce el cambio nos haga sentir algo distinto… o aportándonos más información. No hay nada gratuito en esos saltos, pero tampoco en la precisa narración que hay antes de que se produzca cualquiera de ellos. Y es algo fascinante, precisamente porque la base inicial es la de una vida cotidiana y aburrido, pero su contemplación, el análisis que invita a hacer todo lo que estamos viendo, nos coloca en un terreno diametralmente opuesto. A pesar de tanto cambio, la fluidez narrativa no se escapa nunca y no hay estilo que nos saque de la historia, al contrario, el dominio del ilustrador en cada momento es digno de mención. Por todo ello, no da la sensación de que La plaga se agote en una única lectura. No lo hace en su psicología, acertada y precisa, ni tampoco en su acabado, que provoca sensaciones continuas en el lector, completando la experiencia emocional, mental y sensorial que quiere ser La plaga. No es solo que lo quiera ser, es que sale triunfante de todos los retos que plantea. No sabemos si habrá que esperar otros seis años para ver algo más de Juan y Javier Gallego, pero la espera ha merecido la pena.

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