‘Sherlock Holmes y el misterio del Tíbet’, de Sergio Colomino y Jordi Palomé

Editorial: Norma.

Guion: Sergio Colomino.

Dibujo: Jordi Palomé.

Páginas: 160.

Precio: 28 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Febrero 2025.

Sherlock Holmes y el misterio del Tíbet cierra la trilogía que Sergio Colomino y Jordi Palomé han conformado sobre las aventuras del detective creado por Sir Arthur Conan Doyle con La conspiración de Barcelona y El legado de Moriarty (aquí, su reseña), pero, ojo, eso no supone que se haya cerrado esta etapa. Ojalá que no sea así, porque Colomino y Palomé han demostrado durante todo este tipo un gran conocimiento del personaje y, sobre todo, una sensación de comodidad tremenda, a pesar de que han pasado más de ocho años desde la anterior y más de doce desde la primera. El reencuentro, en todo caso, es más que afortunado, porque, sin ánimo de reventar ninguna de las sorpresas que los autores tienen guardadas, es una preciosa demostración de que los mitos no tienen por qué vivir encerrados en sus burbujas y pueden conectar con historias reales, la del Tíbet que se anuncia ya desde el título, y con otros universos que pueden ser más o menos contemporáneos pero que casi nunca se tocan. Aquí lo hacen, y lo hacen además con elegancia, tanto en el planteamiento de la historia como en la ejecución visual de la misma. Y eso hace que este Sherlock Holmes sea un poco menos Sherlock Holmes, pero a la vez conecte de una manera extraordinaria con su legado y con su esencia. Paradójico, ¿verdad? O elemental, lo que se prefiera.

Es verdad que el cierre de esta trilogía tiene una ambición distinta, y puede que al principio cueste encontrar al Sherlock Holmes más clásico. No es este cómic un relato que siga a pies juntillas las ideas de una novela cualquiera de Conan Doyle. Hay un misterio, claro, lo dice hasta el título, pero no es, para entendernos, El sabueso de los Baskerville. Cuando entendemos hacia dónde nos quiere llevar Colomino, cuando nos maravillamos por lo bien que ha sabido integrar al villano de esta historia para que pareciera incluso surgido de los libros de Conan Doyle. Todo, en realidad, llega a El misterio del Tíbet con esa misma naturalidad, lo que hace que, al final, apreciemos la historia en su conjunto, incluso aunque al principio pueda costar un poco más. Lo que proporciona el escritor es un delicioso crisol, una combinación de elementos que, si los desgranamos, parecen distanciados a priori, pero que conforman una muy buena historia. Tiene sentido, tiene lógica, pero es que además, precisamente por esta naturaleza de la que hablamos, es sorprendente y muy respetuosa con todas las fuentes de las que bebe. Y no es fácil, ojo, porque esa variedad exige mucha precisión narrativa y un equilibrio que se nota sin ser forzado. Puede que no sea la historia de Sherlock Holmes que podíamos esperar, pero no desentona con las ideas que podamos tener del personaje.

Palomé, además, lo facilita, porque el trabajo inmersivo que hace es sobresaliente. Arrancamos en el Tíbet, y eso lo vemos de una manera brillante, como todo lo que viene a continuación. De nuevo, alejarse de lo más previsible, de la estampa más conocida de Holmes, que es precisamente la que se ve en la cubierta del libro y nada más, puede llevarnos a alguna que otra dificultad a la hora de entender lo que se nos ofrece, pero eso es un reflejo más de la ambición que persigue la historia. El estilo sobrio de Palomé es muy adecuado para Holmes, para el Tíbet y para las demás sorpresas que nos reserva la obra, porque permite una puesta en escena muy atractiva y sobre todo porque asienta el tono que quiere tener Sherlock Holmes y el misterio del Tíbet. Lo cierto es que poco se puede reprochar al trabajo de Colomino y Palomé, salvo que queramos meter en ese terreno esas exigencias que acompañan a la obra por esperar algo más, digamos, accesible. Hay respeto, hay inteligencia, hay una buena historia y, por supuesto, hay grandes personajes. Si las grandes leyendas de la literatura tienen que regresar en nuestros días, vamos a encontrar muy pocas formas más sobresalientes que esta que han escogido los autores para que conozcamos, reconozcamos o descubramos al mejor detective de todos los tiempos.

El contenido extra lo forman un prólogo del monje tibetano Thubten Wangchen, unas notas finales de Sergio Colomino, bocetos y diseños de Jordi Palomé e ilustraciones de Carlos Moreno, Jandro González y Sagar.

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