‘Crónicas de la isla efímera’, de Li Shang-Chiao y Evergeen Yeh

Editorial: Nuevo Nueve.

Guion: Li Shang-Chiao.

Dibujo: Evergeen Yeh.

Páginas: 160.

Precio: 15 euros.

Presentación: Rústica con sobrecubierta.

Publicación: Febrero 2025.

El mayor valor que tiene Crónicas de la Isla Efímera está en lo visual. El volumen contiene tres historias que hablan de un futuro apocalíptico, escritas por Li Shang-Chiao, pero lo que de verdad convierte la lectura en una experiencia es el arte en acuarela de Evergeen Yeh, que es el que nos transporta de verdad hasta este nuevo mundo, el que da vida a los personajes, el que hace que nos creamos todo lo que acontece en el libro, más allá de las escasas explicaciones que podamos recibir o de la credibilidad que queramos darle al escenario en el que sucede todo. Es verdad que salimos del libro con la sensación de que entender este mundo, disfrutarlo del todo, entender buena parte de lo que sucede, requiere de una segunda lectura que nos permita abrazar todas sus posibilidades, pero esa sensación se compensa con la belleza que hay en sus páginas, dibujadas con mimo, con mucha imaginación, para que entrenemos en una nueva sensación en la que no nos sintamos presos al indicar que estamos leyendo manga, pero tampoco seamos ajenos a su sensibilidad habitual. Gracias a eso, queremos más, más escenarios, más personajes, más aventuras, porque el deleite visual que nos proporciona es grande, bien anticipado en la cubierta y en las solapas del libro, que dejan muy claro que la apuesta es esta.

Es verdad que, fascinados por el dibujo, corremos el riesgo de minimizar la propuesta de Shang-Chiao, por ese motivo y quizá también porque hemos visto ya muchas ideas que tienen similitudes con las de Crónicas de la Isla Efímera. Nada que reprochar en ese sentido al autor, entre otras cosas porque no hay un referente claro y definido del que beba, son muchas sus fuentes e inspiraciones, máxime si tenemos en cuenta que vemos tres escenarios distintos. Lo que queda, al final, más que un cúmulo de detalles y explicaciones, es la sensación que deja este mundo, la poesía que hay en los relatos, la denuncia ecológica que subyace en la forma en la que hemos llegado a ese futuro que nos narra. Eso está un tanto por encima de los personajes en muchos momentos, aunque también es cierto que la primera de las historias se base con mucha fuerza en una misteriosa muchacha que sí llega a trascender el escenario y se convierte en alguien que provoca fascinación en el lector. Puede que Shang-Chiao no alcance del todo sus objetivos por este lado y que esa primera lectura nos haga quedarnos un poco en la superficie de sus tres relatos, pero todo está ahí para que lo podamos coger más adelante, cuando el festín visual que supone la obra haya reposado y estemos abiertos a entender más sobre esta Isla Efímera.

Evergeen Yeh nos lo pone fácil en ese sentido, porque volver a sus acuarelas siempre será algo muy placentero. Lo es, en todo caso, ya desde el primer vistazo, porque aquí sí podemos decir abiertamente que estamos viendo algo fresco y nuevo, algo que no descansa necesariamente en que todo sea completamente original, sino en la grandeza de los escenarios, la magia de la fantasía y el carisma que ofrecen los personajes, todo en la medida en la que nos podemos sentir imbuidos de esa belleza de la que hablamos. Que destaquemos esa belleza no quiere decir que no haya narrativa, no es Crónicas de la Isla Efímera un tebeo que se recree únicamente en diseñar fascinantes imágenes fijas, sino que sabe transmitir emociones de una manera también bastante certera, haciendo que eso, lo que sienten los personajes, sea casi más importante que lo que les sucede. Es un manga peculiar el de Crónicas de la Isla Efímera, porque su apuesta se sale de lo habitual. No busca que el impacto sea durante la lectura, al menos no el de sus historias, sino que pretende que nos quedemos pensando en lo que hemos leído, que lo conectemos con el arte que sirve para darle forma, que lo maduremos con calma. Que se nos sirva con un dibujo tan apabullante es la forma de convencernos de que regresar a este mundo es necesario.

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