Guion: Gaëlle Geniller.
Dibujo: Gaëlle Geniller.
Páginas: 220.
Precio: 34 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Febrero 2025.
Las asociaciones que hace la mente son curiosas. Con la cubierta de Después de medianoche, es fácil encontrar un paralelismo en lo que parece plantear Gaëlle Geniller y el Sandman de Neil Gaiman (aquí, reseña de su primer volumen). Y sí, después de leerlo, hay un sentido de la fantasía y de la humanidad bastante cercano, aunque mucho menos oscuro que en la obra de un Gaiman hoy envuelto en realidades turbias que opor fuerza afectan a la percepción de su obra. Con esas diferencias, la historia de Geniller se convierte en un viaje fantástico. Tiene sus trampas, claro, porque solo le interesa lo que forman parte del microuniverso que crea, alejando el escenario de la realidad, pero su historia de fantasmas, que es lo que es desde el primer momento, funciona con una precisión maravillosa. Si acaso, podemos decir que funciona mejor en los dos primeros actos, que sirven de presentación y de contextualización respectivamente, y que quizá en la resolución en un poco menos contundente, pero pocos defectos más podemos encontrar en la cuidadosa, delicada y sensible narración de Geniller. Y hablamos tanto del relato, del tempo que le asigna para que nos acompañen el misterio y el pasado, como del precioso dibujo con el que le da forma, que nos mete de lleno en lo realista, en la mansión en la que acontece todo, y en el género, en la fantasía que describe.
El menos es más funciona muy bien en la historia de Geniller. Hay muchísimos silencios que no paralizan en absoluto el devenir de los acontecimientos, escenas que cubren largos espacios de tiempo sin que la lectura se haga eterna y frases que aportan el carisma necesario para que la trama impacte. No se trata solo de servir una historia de fantasmas y ya, sino de que nos parezca sencillo empatizar con el personaje protagonista. Usar un niño y tres cuervos parece una solución sencilla, como también ambientar la historia en una gran mansión ocupada solo por un adulto y ese niño, porque obviamente todo eso abre puertas al misterio y a sensaciones inquietantes, pero la forma que le da Geniller a todo esto es muy eficaz. Nunca da la sensación de ser únicamente una historia de género, sino que los detalles que añade a la historia con el paso de las páginas ahondan en un retrato muy humano del protagonista. Volver atrás en el tiempo en el segundo acto es otra declaración de intenciones bastante inteligente, y en ese punto funciona muy bien, aunque sí es cierto que no apuntala del todo lo que expone la autora en la tercera y última parte del relato, donde la fantasía ya cobra una apariencia clara. Nada que merme las notables sensaciones que deja Después de medianoche, cierto, pero sí es preciso advertir de que hay más en el desarrollo que en el camino a la conclusión.
Si la atmósfera es vital, es bastante fácil inferir que el dibujo es maravilloso y contribuye con maestría a esas sensaciones de las que hablamos. Cuánto detalle hay en el trazo de Geniller, y cuánta intención. No lo olvidemos, es una historia que juega mucho con el silencio y con las sensaciones que viven los personajes ante lo que se oculta en los rincones oscuros de una mansión gigantesca para dos personas, y eso tiene que quedar muy bien reflejado en el dibujo. Recargando estancias cuando corresponde, o eliminando por completo los fondos si es lo mejor para la escena, la autora crea una ambientación cargada de magia y misterio. Y con los personajes las sensaciones son igual de intensas. Tenemos que adentrarnos en sus pensamientos y la gestualidad es vital, pero también la puesta en escena, para que lo que les pasa por la cabeza y por el corazón tenga sentido en este escenario. Y si la fantasía encuentra también una manifestación visual muy lograda, pocos peros se le puede poner al trabajo de Geniller. Después de medianoche es una fascinante historia personal, muy íntima, en un escenario muy poco cotidiano, con muchas emociones que la autora sabe transmitir a lo largo de todo el libro. Además, es potente la sensación de que la historia no se agota en la primera lectura, precisamente por todo lo que aporta en lo emocional. Muy interesante.
Delcourt publicó originalmente Minuit passé en octubre de 2024. El único contenido extra es un dosier con bocetos e ilustraciones de Gaëlle Geniller.
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