‘La última victoria’, de Roger y Guillem Escriche

Editorial: Desfiladero.

Guion: Roger Escriche.

Dibujo: Guillem Escriche.

Páginas: 128.

Precio: 19,90 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Noviembre 2024.

Para un autor, tiene que ser una sensación fascinante la de descubrir una historia real única, un escenario que nadie haya encontrado para construir una historia de ficción, ese santo grial de la creación narrativa que permita expresarse de una manera propia, personal, sin miedo a que le tracen comparaciones siempre odiosas. Esa idea es fácil que nos venga a la cabeza leyendo La última victoria, la muy estimulante historia que han encontrado Roger y Guillem Escriche que nos lleva a los días previos a la Guerra Civil Española para ver la última edición antes del conflicto del GP Penya Rhin que se celebraba en Barcelona. Ese es el marco en el que los Escriche no solo potencian todo lo bueno que tiene el género deportivo, en este caso automovilístico, que tan buenos resultados suele dar en la ficción narrativa (cuánto puede decir el cine de esto y cuánto puedo aprovechar todavía el cómic ese legado), sino que lo aprovechan para orquestar un notable thriller con alemanes, nazis y no nazis, como protagonistas tan indiscutibles como los pilotos que arriesgan su vida en estos coches de otra época con los que parecía imposible competir como lo hacían. La mezcla genera adrenalina por dos vías distintas que no solo no chocan, sino que parecen complementarse con una naturalidad que adquiere unas apasionantes trazas de verosimilitud.

Y de eso se trata al final en La última victoria, que nos podamos creer lo que estamos leyendo. Dependiendo de gustos y experiencias previas, puede resultarnos más fácil entrar en el mundo deportivo o en el de la historia de espías, pero lo notable de esta obra es que ninguno de los dos entorpece al otro en el guion de Roger Escriche. No han pasado ni diez páginas y, aun con la ausencia de mucha información para unir las piezas del puzle, ya hemos catado esos dos mundos sin pensar que estamos ante historias diferentes. No lo son, y eso es mérito del escritor, porque se entiende la trascendencia de ambas líneas, en un equilibrio francamente difícil de conseguir, pero que aquí se sostiene con mucha solvencia. Si no viéramos la importancia que tiene la carrera, muchos personajes que se mueven alrededor de esa contienda de espías serían un estorbo, y viceversa, el clímax deportivo tendría menos sentido si no viéramos la importancia de encontrar a ese hombre que llaman el Danés o la misma relevancia del papel que juega esa protagonista con la que escapamos en la primera secuencia incluso sin saber su nombre. La forma en la que se dosifica la información puede parecer algo confusa al principio, pero es agradable ver que todo forma parte de un inteligente plan que acaba dando sus frutos y todas las herramientas que necesita el lector para asimilarlo todo.

Guillen Escriche aporta un dibujo basado en el realismo más evidente, lo que ayuda a que entendamos el contexto histórico de la obra. Y eso puede servir para que nos deleitemos con la ambientación, con el minucioso detalle con el que recrea los coches, el vestuario o los escenarios, pero también para que la expresividad de los personajes conecte con nosotros de una manera muy directa, no fotorrealista, pero casi. Hay en su dibujo una sensibilidad casi cinematográfica en la que, además, destaca por el uso del tiempo narrativo, sobre todo en secuencias que casi parecen moverse en cámara lenta, algo que sobre todo se ve a través de la mirada de Ilse, en esa más que atractiva mezcla entre sus recuerdos y el momento presente. Eso permite a Guillem jugar con el silencio para generar tensión y con el muy selectivo uso de las onomatopeyas para atacar los nervios del lector, en un movimiento muy inteligente para que el lector se adentre no ya solo en la historia, sino en las sensaciones de sus protagonistas. Las escenas deportivas son igualmente notables, lo que permite también entender su dibujo desde ese necesario equilibrio del que hablábamos al principio. La última victoria es eso, una victoria, la de sus autores, pero, tras conquistar con esta obra el Premio de Novela Gráfica del Ajuntament de Paterna, esperemos que no sea la última de los Escriche.

El contenido extra lo forman un prólogo de Valentí Fradera y sendos epílogos de Luis Ortego y Roger Escriche.

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