Guion: Ana Oncina.
Dibujo: Ana Oncina.
Páginas: 168.
Precio: 16,95 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Noviembre 2024.
Un autor siempre tiene una deuda de gratitud con los personajes que ayudan a consolidar su carrera, y con esa idea en mente es imposible disociar el nombre de Ana Oncina de Croqueta y Empanadilla (aquí, su reseña). Oncina, en todo caso, ha demostrado ser una autora que va mucho más allá de esos personajes que beben de su propia biografía con obras como Just Friends (aquí, su reseña) o Planeta (aquí, su reseña). Verla firmando cómics más ambiciosos en muchos sentidos es una gozada, pero también, reconozcámoslo, que vuelva a sus orígenes. Por eso, Croqueta y Empanadilla en Japón es una lectura esperada y que cumple con lo que promete. Si Croqueta y Empanadilla tenían que volver, y eso es algo que probablemente todos esperábamos más pronto o más tarde, tiene lógica que lo haga con un libro temático como este, en el que Oncina relata el viaje a Japón que la pandemia mundial retrasó, pero acabó haciendo, tal y como nos cuenta en estas páginas. Es por tanto, y no se esconde en ningún momento, un libro de viajes autobiográfico, de los cuales hemos visto muchos en estos últimos años, pero es a la vez Croqueta y Empanadilla, por lo que la autora nos tiene ya ganados antes incluso de empezar a leer. Con esas dos premisas, es fácil intuir lo que nos vamos a encontrar en estas páginas y a la vez es difícil que no satisfaga nuestras pretensiones.
¿Y qué es lo que podemos esperar? Nuevas peripecias de una pareja que lleva años entre nosotros y que desde el principio nos cayó muy bien por su simpatía, por su cercanía y por esa divertida mezcla entre un mundo real y unos personajes convertidos en alimentos de esos a los que casi nadie se puede resistir. La única diferencia con respecto a volúmenes precedentes, excepción hecha del que centraron en la Navidad (aquí, su reseña), mucho más breve, está en su carácter temático. Cada anécdota que relata Oncina tiene lugar en o sobre el viaje a Japón que hicieron cuando el país oriental abrió por fin sus fronteras tras la pandemia que nos tuvo a todos recluidos en nuestras casas, experiencia que por cierto sirve para abrir este volumen, convirtiéndose así a la autora en miembro de pleno derecho de ese grupo de artistas cada vez más amplio que ha hablado de los efectos del covid en su vida cotidiana. Cero dramas, porque Croqueta y Empanadilla está pensando para que nos divirtamos, para que veamos en su relación de pareja y en lo que les sucede elementos con los que nos podemos sentir identificados o, al menos, la necesaria empatía como para ponernos en su piel. Y siempre con una sonrisa, que eso es algo que cuando la autora se ha metido de lleno en esta serie nunca nos ha faltado.
Ese buen rollo es el que desprende Croqueta y Empanadilla también en lo visual. No vamos a descubrir nada nuevo, porque Oncina es absolutamente fiel a todo lo que nos conquisto en la serie, su sencillez, la naturalidad con la que dos alimentos viven dentro de un mundo completamente humano y actual. Si queremos encontrar elementos novedosos en Croqueta y Empanadilla en Japón va a ser, claro está, de la mano de los escenarios nipones, los naturales y los creados por la mano del hombre, a modo de postales, pero sobre todo creando atmósferas creíbles y necesarias para cada una de las divertidas anécdotas que conforman el libro. En ocasiones, hasta resulta fácil olvidarse de que los protagonistas del libro son una croqueta y una empanadilla, tal es la fuerza visual que tiene la cultura japonesa, mostrada con la misma naturalidad que todo lo que tiene que ver con esta serie, sin estridencias, sin hacer que el escenario pisotee a los verdaderos protagonistas del libro. Japón es la excusa, una lógica, acertada y bien traída, pero las estrellas siguen siendo Croqueta y Empanadilla. Y Oncina, claro, que sigue sintiéndose cómoda en un mundo que había dejado atrás, pero que, sin infravalorar su enorme capacidad para contas otro tipo de historias, le sigue siendo muy propio y personal. No podía ser de otra manera siendo un relato con tintes biográficos.