Guion: Keum Suk Gendry-Kim.
Dibujo: Keum Suk Gendry-Kim.
Páginas: 232.
Precio: 22,90 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Noviembre 2024.
Cualquiera que haya pasado por el intento de tener un hijo sabe que el relato que se le hace de manera previa, en los libros más conocidos o en los cursos preparto, es el de la parte más pulcra del proceso. Nos cuentan lo bonito, lo natural, la manera en la que sucede el milagro de la vida, pero no de todo lo que puede salir mal, y eso va desde la cesárea hasta el aborto, pasando por los largos intentos de iniciar el proceso o la necesidad de recurrir a métodos en los que la mano de la ciencia tiene que entrar para ayudar. No, todo esto no se cuenta, porque implica entrar en escenarios psicológicamente muy duros, emocionalmente frustrantes, demoledores para la persona, sea el padre o la madre. Y eso es lo que cuenta Keum Suk Gendry-Kim de una manera devastadora en Mañana será otro día. Es un libro increíblemente duro, todavía más meritorio al tener componentes autobiográficos, imprescindible para saber qué pasa cuando las cosas no salen. O cuando salen mal. Lo que nos pasa por la cabeza, lo que nos inunda el corazón, lo que pensamos, incluso dentro de la desesperación que produce no saber lo que está pasando, lo que nos puede pasar a cualquiera cuando tomamos una de las decisiones más trascendentes que podemos tomar en nuestras vidas, la de tener hijos. ¿Cómo hablar de todo esto con esperanza? Aunque parezca mentira, Gendry-Kim lo consigue.
Como en la vida misma, no estamos preparados al principio para lo que nos tiene que contar la autora. Es sencillo, lo cuenta de una manera natural y cronológica. Cuando se quiere tener un hijo, todo es ilusionante, pero cuando las cosas se empiezan a torcer, sea porque el proceso se alarga sin éxito o porque algo sale mal, el escenario es completamente diferente. Mañana será otro día habla de la presión social, pero sobre todo de la personal. Habla de lo que supone todo esto para la madre, pero también, y esto es algo relativamente novedoso, acaba hablando también de lo que implica para el padre. Puede dar la sensación de que Mañana será otro día es una obra sin esperanza, pero afirmarlo no sería cierto. Al contrario, es realista. Y la realidad ofrece las dos caras en todo, desde la lucha a veces imposible para quedarse embarazada de la protagonista hasta los casos que hay a su alrededor, que son todo lo contrario en ocasiones. Hay tantas capas en la obra que, si el dolor de los momentos más duros lo permite, aguanta muy bien segundas y terceras lecturas. Incluso cambia el contexto en función del momento personal en el que se encuentre el lector, y esa riqueza en las sensaciones que despierta no tiene precio, evidencia que hay un trabajo emocional muy intenso en el cómic de Gendry-Kim.
El estilo visual de la autora está ya muy establecido, es el mismo que hemos visto en Hierba o Perros (aquí, su reseña), sencillo, cálido, de muchas emociones, aunque a veces estas estén soterradas, como síntoma de la sociedad oriental de la que se nutre, y eso es probablemente otro mérito que añadir al dibujo de Mañana será otro día. Su historia descubre la tentación de ser contada en primeros planos, pero Gendry-Kim esquiva muy bien ese encasillamiento, trasladando a la página, con su blanco y negro, el retrato de emociones muy personales seguramente un rostro no podría transmitir de la misma manera. Cuando recurre a eso, a las caras, a las expresiones, consigue el mismo resultado, sin que su sencillez en el trazo pueda ser obstáculo alguno. Lo que importa es el detalle, y no tanto porque haya una multiplicación de líneas que nos haga ver a una persona o a un objeto de una manera profundamente realista, sino porque la autora se fija en algo muy concreto, y con eso transmite todo lo que necesita. Esa es una herramienta de extraordinaria narradora, y esa es la sensación que queda tras leer Mañana será otro día. Esa y la de que no estamos tan preparados como a veces creemos para los reveses que nos puede dar la vida en situaciones como la de tener un hijo. Qué demoledora es la forma en la que Gendry-Kim nos lo recuerda.
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