Título original: Tomb Raider. The Legend of Lara Croft.
Reparto: Hayley Atwell, Maggie Lowe, Allen Maldonado, Earl Baylon, Richard Armitage, Zoe Boyle, Roxana Ortega, Mara Junot, Karen Fukuhara, Ming-Na Wen, Xanthe Huynh, Stan Walker, Jonathan Roumie, Rachel Rosenbloom, Ben Prendergast.
Música: Pinar Toprak, Gerrit Wunder.
Plataforma: Netflix.
Episodios: 8.
Duración: 24-35 minutos.
Estreno: 10 de octubre de 2024 (Estados Unidos, España).
Cuando los personajes se convierten en el centro de una franquicia que apuesta por diferentes versiones, es siempre oportuno que nos preguntemos cuál es la esencia de esos personajes, qué es lo que convence a los aficionados desde el primer, cuáles de sus cualidades tienen que estar presentes, independientemente de los cambios que se hagan en su historia o en el marco en el que acontece. Y si no hay una respuesta clara, el resultado no puede ser el mejor. Hace ya tiempo que Tomb Raider parece haber perdido esa identidad en muchos de los intentos de revitalizar la franquicia. Lara Croft fue un producto de su tiempo, una mujer imposiblemente sexy que protagonizaba aventuras arqueológicas de gran acción y fantasía, primero desde el videojuego en el que nació y después en cualquier otro medio, desde el cine al cómic. Pero su sexualidad se ha ido cayendo por el camino, convertida en punto de discusión del debate sobre el machismo; su individualismo ha devenido en la conformación de grupos inclusivos; y su aventura, eso que siempre se trata de mantener en los picos de espectacularidad esperados y sustento básico para que siga siendo parte esencial de la franquicia, se descuida en sus bases precisamente para acomodarse a lo fácil. Esa es la sensación que deja Tomb Raider. La leyenda de Lara Croft, la última serie de animación de la franquicia.
¿Por qué? Es sencillo, más allá de la aventura, cuesta mucho ver a Lara Croft en esta serie. Y cuesta por dos razones fundamentales. La primera es la más obvia, la física. Es evidente que el diseño original de Lara es una oda al machismo que se ha aplicado en la industria del entretenimiento durante décadas, eso nadie lo va a negar, pero no parece justificable un cambio radical de forma física del cuerpo de la protagonista para llevarla prácticamente a extremos opuestos. El cine no lo necesitó, aunque se haya esforzado en evolucionar ese concepto, pero la animación parece querer ir un paso más allá sin que en realidad sea necesario. Lo más grave, en todo caso, es la personalidad. La serie nos presenta a una Lara llena de miedos, dudas, remordimientos y pensamientos negativos que no se corresponden con la aventurera decidida que hemos visto siempre. Eso y la necesidad de recorrer todos los grupos sociales minoritarios para conformar su grupo de amigos son decisiones que ponen a La leyenda de Lara Croft en un escenario muy complicado, en el que demasiada gente va a percibir el producto como un compendio de cuotas, como una necesidad de quedar bien o transmitir ideología más que como un intento sincero de retratar la realidad o centrarse en la aventura, que al final es lo que se suele buscar en Tomb Raider.
La serie es entretenida, eso es igualmente innegable, porque pasan muchas cosas, porque vamos a muchos escenarios, pero tiene menos sentido del que parece a nivel narrativo y, además, en el terreno de lo mitológico y lo geográfico, con elementos más que cuestionables. En otras palabras, la historia engancha por inercia y por acción, no porque esté planteada y desarrollada con inteligencia y acierto, y eso es algo que sabe muy mal cuando hablamos de Tom Raider. Rota la esencia de la franquicia, queda el espectáculo, y ahí se agradece mucho que la base sea de animación tradicional, un terreno que, para el buen resultado que da, parece demasiado abandonado en detrimento del ordenador, aunque se completa precisamente por esa vía para que el movimiento en algunas ocasiones pueda parecer algo atropellado. La duración de la serie, aunque el clímax que se anuncia durante su primera mitad llegue algo pronto, facilita su visionado, hace que sea relativamente cómodo, pero las dudas no desaparecen cuando llegamos al final de la temporada, porque da la sensación de que se ha querido mostrar un personaje demasiado diferente del que aparece en el título, pero aprovechando el lógico tirón que sigue teniendo la marca Tomb Raider, incluso asumiendo, como decíamos al principio, que la sociedad avanza en otra dirección.
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