CÓMIC PARA TODOS

‘Black-Box’ 2, de Tsutomu Takahashi

Editorial: Norma.

Guion: Tsutomu Takahashi.

Dibujo: Tsutomu Takahashi.

Páginas: 572.

Precio: 22 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Julio 2024.

La segunda mitad de Black-Box es una sorpresa notable. No en todo, pero sí en algunos de los elementos que ayudan a dar forma a este duelo boxístico esencial que nos plantea Tsutomu Takahashi. La historia se lleva aquí ya al extremo. No era un relato común en su arranque (aquí, reseña de su primer volumen), eso estaba claro, pero en cada episodio se radicaliza un poco más hasta llegar a situaciones que, sí, sorprenden por la violencia que desprenden. Y no hablamos solo de lo que sucede en el ring, del combate climático que tiene la serie, y que ocupa prácticamente la primera mitad de este segundo volumen, sino de todo lo que pasa a su alrededor, de las promesas, de las palabras, de los gestos, de las apuestas. Todo está viciado hasta un punto tal que lo que al comienzo de la serie parecía que iba a tener una importancia capital acaba algo diluido por los nuevos caminos que va abriendo y encontrando. La historia, al final, es muy difícil de calificar. Mucho. La sorpresa continua que hay en los límites que tiene y cómo los va expandiendo nos lleva a esa conclusión. Desde luego, hay una conexión con lo que sucede a niveles muy distintos, eso es innegable, pero lo que realmente trasciende es esa escalada emocional que hay en la historia, que nos lleva a espectros poco edificantes de la personalidad del boxeador.

Normalmente, las historias de boxeo suelen apelar a los valores positivos del deporte o a la necesidad del protagonista de sobresalir en esa actividad por momentos personales, pero Black-Box, aunque comienza también recorriendo ese camino, se aparta de esa idea. Su apuesta es la de definir dos caracteres obsesivos en grado sumo, rivales que bien podrían ser amigos, contendientes que están dispuestos a transgredir toda norma deportiva para salir vencedores del combate. Lo intrigante de la serie de Takahashi es que no se detiene en lo que sucede dentro del ring, y expande ese torrente de emociones nocivas a lo que hay fuera, a lo que afecta a las familias, a las parejas, a los entrenadores, generando situaciones desagradables que no hacen más que agrandar la escala del enfrentamiento hasta que se puede dar por descontrolado. Incluso la misma idea de hacer que el clímax no sea la conclusión de la historia parece ir por ese mismo camino de transgresión continua, porque lo que se busca en todo momento es descolocar, da igual que sea con un golpe inesperado, con una estrategia de pelea o con una provocación que se adentra en el terreno personal. Lo que menos importa al final es el boxeo, al menos no desde un punto de vista más o menos clásico, que es el que suele imperar en este tipo de historias.

El dibujo contribuye a que entendamos esa visión extremista de la vida que nos plantea Black-Box, con sus diseños exagerados y angulosos, con la forma en la que plasma el movimiento en el ring y la violencia de los golpes, con la expresividad que da a los personajes noqueados que pelean por seguir en pie y aguantar un asalto más. Todo quiere ser impactante, y de hecho lo es, también a nivel visual. Se mantiene el dinamismo en el ring que siempre mostró la serie, desde las primeras escenas, y también el dramatismo que se busca con el retrato de los distintos personajes, las virtudes por tanto siguen intactas, pero de la misma manera que la historia todo se va acentuando con el paso de los capítulos. Es muy interesante ver las grandes viñetas, las splash pages, como parte de una narrativa muy dinámica. Black-Box llega a un final que se puede calificar casi de anticlimático, porque lo fuerte está en la primera mitad de este segundo libro. Lo cierto es que el impacto es brutal a todos los niveles y la indiferencia hacia lo que se está leyendo no parece una opción factible. Boxeo hay del bueno, pero también es poco ortodoxo, lo que abre la puerta a públicos distintos de los que este tipo de historias podrían llegar. Y para cualquiera, es una obra de difícil calificación, que exige un esfuerzo por parte del lector.

Kodansha comenzó a publicar Black-Box en 2016.

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Esta entrada fue publicada en 18 octubre, 2024 por en Kodansha, Manga, Norma, Tsutomu Takahashi y etiquetada con , .

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