Guion: Josh Pettinger.
Dibujo: Josh Pettinger.
Páginas: 212.
Precio: 80 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Junio 2024.
En la etiqueta del cómic independiente tienen cabida obras de lo más dispares. Goiter, en realidad, no podemos compararla con ninguna, aunque sea relativamente sencillo encasillarla en ese amplio cajón desastre del que hablábamos, porque Josh Pettinger apuesta por hablar de la realidad desde un punto de vista que abraza lo marginal, lo peculiar, lo abiertamente extraño. Y sí, desde esa perspectiva estamos ante un libro que sorprende por su contenido, continuamente, pero no por sus pretensiones, que son fácilmente identificables desde los parámetros de los que hablamos. ¿Y eso, en cristiano, qué quiere decir? Que Goiter es una rareza que está orgullosa de serlo. Desde el humor más absurdo hasta la parodia de ciencia ficción, Pettinger tiene recursos para casi todo, hasta para lanzarnos un libro que recopila números de una suerte de fanzine, pero saltándose el número 1, en lo que parece ser una broma más. O quizá no lo es, puede que sea todavía más extraño de lo que podamos pensar y por esto no forma parte del conjunto. Goiter es eso, un envoltorio para ideas muy peculiares, plas de Pettinger, que pueden salir por cualquier lado, que tienen premisa de lo más absurdo y que llegan a conclusiones que se alejan de cualquier convencionalismo. Sí, es un tebeo raro. Underground, por supuesto. Y con mucha personalidad.
Eso es, en realidad, lo primero que se le puede pedir a un autor que decide asomarse a una narrativa que puede emparentarse con la de otros autores que quieren retratar la realidad a su manera. Olvidemos los clichés, las fórmulas comerciales. No, Goiter no es nada de eso, y precisamente por esa razón tiene una continua capacidad de sorpresa, una vocación de provocar asombro con todo lo que vemos, desde lo que le sucede a un hombre injustamente acusado de secuestrar a una niña hasta la vivencia de una mujer junto a la cabeza de un hombre que viene del futuro, pasado por un grupo de trabajadores que se asoman al pozo de sudor, metáfora de un mercado laboral asfixiante y de una sociedad en decadencia. Eso sí se puede ver en todo Goiter, la mirada de Pettinger no es especialmente positiva, no tiene un buen concepto ni del hombre ni de la sociedad, nos presente a culpables o a víctimas. Gusta el autor de presentar personajes amargados o sin esperanza, con ideas particulares, con vidas anodinas, y con ellos inventa circunstancias extraordinarias que resuelve de maneras muy asombrosas. Volvemos a lo mismo, a la sorpresa, al asombro, casi al shock en algunas ocasiones, porque está muy presente en toda la obra casi como si fuera una suerte de catarsis para el autor y para las historias.
Ese tono underground es casi más evidente por el dibujo de Goiter. Sus tonalidades, el diseño de sus personajes, la misma plasmación visual de las locas ideas que sirven de base argumental a estas historias… Todo nos conduce a un mismo lugar, a un imaginario común del que forman los grandes cómics independientes norteamericanos, aunque sea fácil, precisamente por esas características, encontrar los detalles personales del estilo de cada autor. Pettinger quiere claridad, quiere que entendamos lo que estamos viendo desde el primer vistazo, quiere jugar con esa idea de revista de escasa tirada con el cambio del color al blanco y negro, y esa misma estrategia coloca sus aventuras en una suerte de universo imaginario y casi alucinógeno, en el que la realidad más amarga se puede ver casi desde un estilo humorístico y lo más asombroso e inverosímil como parte de una cotidianidad imposible. Goiter no es nada complaciente, es un reto continuo y presente para el lector, al que anima a mirar la realidad con otros ojos, no necesariamente por lo que está viendo en estas páginas, sino por analogías que cada uno de nosotros podemos trazar leyendo lo que estamos leyendo aquí. Goiter es una absoluta locura, sí, pero una muy bien construida, con inteligencia, con ganas de llamar la atención. No cambiara nuestra vida ni el cómic en general, pero tiene su efecto.
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