‘Vértigo en Groenlandia’, de Hervé Tanquerelle

Editorial: Sapristi.

Guion: Hervé Tanquerelle.

Dibujo: Hervé Tanquerelle.

Páginas: 170.

Precio: 59,95 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Febrero 2024.

Al echar una primera ojeada a Vértigo en Groenlandia, se puede asumir sin muchos problemas que Hervé Tanquerelle vuelva en la obra el mismo estilo de línea clara que el cómic francobelga ha popularizado por medio de personajes como Tintín. De hecho, siendo estrictos, no costarían ver a los personajes de este tebeo dentro de cualquier álbum de Hergé precisamente por su estilo, y no hablamos solo de ellos sino incluso de la tipografía con la que hablan en los bocadillos. Cuando nos adentramos en la historia, vemos también un amor por la aventura que puede parecernos también bastante parecido, pero no tardamos mucho en ver las diferencias. En primer lugar, porque sin ser una autobiografía, sí deja una cierta sensación de deseo oculto por el hecho de que el protagonista sea un autor de cómics que no, no es Tanquerelle. De lo que se trata es de hacer un cómic sobre el proceso de creación de un cómic sobre una aventura en Groenlandia que va cambiando sobre la marcha. De hecho, lo verdaderamente trascendente de la historia, lo más divertido, lo más imaginativo, ni se atisba en el comienzo. Y gracias a eso, la lectura se hace cada vez más divertida, porque se sale de los márgenes de la exploración que se nos plantea al inico y entra en un humor de lo más curioso y, a veces, hasta surrealista.

Puede que esa sea la mejor baza de Vértigo en Groenlandia, la de no ser lo que se puede esperar de ella al inicio. En sus primeras páginas, parece que va a ser la historia de un dibujante documentándose para un tebeo de viajes. Aunque cabe esperar que haya sucesos inesperados que den vida al conjunto, lo cierto es que no es eso lo que recibimos. En realidad, es la aventura de alguien fuera de lugar desde el principio en un lugar que tampoco es lo que parece. Es el hielo de Groenlandia lo que marca casi todos los sucesos, sí, pero de manera tangencial y no directa, y hasta aquí vamos a llegar en ese análisis para no destrozar ninguna de las divertidas sorpresas que esconde. Puede quedar la sensación al final de que la historia se queda ahí, en una divertida rareza, y es cierto que no busca mayores pretensiones vitales que las de entretener y sacar sonrisas en el lector al ver las rocambolescas situaciones que se van sucediendo, pero ese mismo es su valor. Se trata de ver a un personaje con el que resulta fácil sentir apego, al final se trata de alguien que se dedica a aquello que estamos leyendo y que manifiesta una torpeza natural con la que tampoco es complicado identificarse, y Tamquerelle va trufando esa pequeña gran odisea en la que se embarca de detalles que no pueden pasar desapercibidos, lo que da gracia al conjunto.

El dibujo, lo decíamos, es pura línea clara. Y precisamente por serlo, suena bastante atemporal. Si nos dijeran que el tebeo se publicó hace varias décadas, bien podríamos creerlo, a pesar de que la pura lógica y muchos de los elementos que vemos dibujados en estas páginas nos invitan a pensar lo contrario. Lo más divertido está en lo que imagina y sueña el protagonista para ir respondiendo a los retos que le plantea esta aventura. Pueden ser pocos momentos, quizá no suficientes como para marcar con firmeza lo que supone Vértigo en Groenlandia, pero sí son bastante significativos y lo más logrado visualmente, las oportunidades que se da Tanquerelle para romper la dinámica que el lector pudiera esperar de la obra. Ese objetivo lo consigue con cierta facilidad y casi desde el principio, lo que permite que nos adentremos sin miedo en el escenario helado y marítimo que nos plantea, prácticamente siendo parte de la expedición en la que se embarca este dibujante tan divertido y reflexivo. Tanquerelle escribe y dibuja con el claro objetivo de entretener y eso es digno de elogio, porque el centenar de páginas que nos ofrece consiguen todo lo que se propone su autor, que no quiere trazar el viaje definitivo de ningún tipo, pero de alguna manera lo consigue, al menos para su protagonista.

Casterman publicó originalmente Groenland vertigo en noviembre de 2016,

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