Editorial: Reservoir Books /Penguin.
Guion: Carlos Giménez.
Dibujo: Carlos Giménez.
Páginas: 80.
Precio: 21,90 euros.
Presentación: Cartoné
Publicación: Junio 2024.
Aunque Carlos Giménez diga que le cuesta estar satisfecho cuando termina un trabajo, de la forma en que lo hace en la introducción de Una voz en la noche, lo cierto es que su nombre es una invitación perpetua y muy agradable a escuchar y leer, no en vano hablamos de uno de los autores fundamentales del cómic patrio desde hace ya más años de los que podemos recordar. En esta ocasión el libro reúne dos adaptaciones de relatos de William Hope Hodgson, a quien se considera como uno de los antecedentes más directos del terror de Lovecraft. Y sí, es terror, aunque no sea algo en lo que estemos muy acostumbrados a ver a Giménez. Lo que sí es más habitual es el trabajo de adaptación, algo que sí ha acometido y además de obras tan distintas como Cuento de Navidad (aquí, su reseña) o La máquina del tiempo (aquí, su reseña). Así que, sí, esta es una curiosa mezcla entre un terreno desconocido y otro en el que siempre se ha mostrado cómodo. El resultado es muy atractivo, con un estilo visual que podemos reconocer fácilmente, lo que hace que eso sea para el lector una experiencia cómoda desde el conocimiento que tenemos ya de Giménez a lo largo de las décadas, pero también con un género que, sin que podamos decir que le sea totalmente ajeno al autor, sí es cierto que no está entre lo más habitual de su trayectoria.
Una voz en la noche, el primero de los dos relatos del libro, se mueve en tres narrativas distintas, de alguna manera complementarias. La que más destaca es la que da sentido al título. Todo el relato, aunque esté contado a modo de flashback o de historia, se sustenta en una conversación con alguien a quien nunca vemos en la oscuridad del océano. En prosa es más fácil dejarlo todo a la imaginación, pero en cómic hay que hacer una apuesta narrativa distinta. La de Giménez, el plano fijo hacia quienes sí podemos ver en esta historia, con esa voz procedente desde más allá de los límites de la viñeta. El dueño de esa voz es, en cambio, el protagonista del tercer eje narrativo, en el que sí le podemos ver, pero sin el aspecto que se entiende que tiene en el momento en el que el autor se asoma a su historia. Es bastante curioso que los dos planos fijos parezcan más llamativos que el segmento en el que, efectivamente, se puede dar rienda suelta visual a lo aterrador del relato, pero ya se sabe que muchas veces funciona mejor en el género aquello que no vemos que lo que más claramente se nos muestra. El formato del relato corto, como ya ha demostrado Giménez en otras ocasiones, le sienta bien, y el hecho de que nos movamos en los parámetros del género juega también a su favor.
Aunque el título del libro es el de Una voz en la noche, es un relato algo más breve que el segundo en el que nos adentramos, La nave abandonada. Lo importante, en todo caso, es el homenaje a William Hope Hodgson, y ese objetivo está más que satisfecho. Se nota en los dos relatos escogidos que hay vías parecidas para lograr el terror, aunque es más completo el primero de los dos relatos por una simple cuestión narrativa. Aquí, en La nave abandonada, no tenemos tres espectros, sino dos, el narrador y lo narrado. Para lo primero manda el plano fijo, para lo segundo la manifestación del elemento de terror que da sentido al viaje. Y como en Una voz en la noche, todo está bien construido, con un sentido quizá más teatral que cinematográfico, buscando comodidad para el lector, para no tener que plantearse nada más que la propia acción a la que está asistiendo. Esa sencillez narrativa la domina Giménez, y el hecho de tratarse estas historias de aproximaciones a un género menos habitual en él no merma para nada lo buen narrador que es. Al contrario, es una ampliación del espectro narrativo de un autor que sigue sumando obras, sin que la edad, la suya, supongo un obstáculo. Como tiene que ser y para regocijo de todos los que llevamos décadas disfrutando con su obra.
El único contenido extra es una introducción de Carlos Giménez.
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