‘Manga’, de Luis

Editorial: Fandogamia.

Guion: Luis.

Dibujo: Luis.

Páginas: 72.

Precio: 6 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Mayo 2024.

No es frecuente que una obra descoloque y perturbe tanto como lo hace Manga, sobre todo por la manera en la que lo hace cuando nos asomamos por primera vez y sin defensa alguna a lo que nos ofrece. Y hasta eso es difícil de explicar para entender la experiencia que supone este libro. Es una historia sobre historias y sobre personas, eso parece claro. ¿Pero exactamente qué historia es esta? ¿Cómo podríamos definirlo? Es más, ¿merece la pena hacerlo? Probablemente no, porque la apuesta de Luis es tan sensorial como emocional. No es bueno buscar racionalidad donde no se necesita, y en este caso así es. Pero no porque sea una obra caótica o inconexa, no. Luis tiene un plan definido que se entiende bien en cuanto llegamos al final de este breve libro. O, al menos, se intuye, se siente, se palpa. Puede que eso se escape para algunos lectores, pero compensa lo que precisamente pasaba más en Ruido blanco (aquí, su reseña) y potencia los mismos aciertos que pudimos ver en aquella. Y estos están en las ideas, en las que escribe y en las que dibuja, porque con ambas crea un todo muy potente, que se devora más que leerse y que consigue mover al lector en las direcciones adecuadas, para sentir Manga, lo decimos, como una experiencia que entra por los sentidos tanto como por las emociones.

Dicho todo esto, da la sensación de que Luis ha optado en Manga por el más complicado de los caminos narrativos, al menos si el objetivo es convencer a un lector de manera inmediata por el qué. Por el cómo, ahora lo veremos, es más fácil porque nos entra por los ojos casi sin esfuerzo por nuestra parte. Pero, claro, sin poder definir con claridad una historia, ¿qué se ofrece a priori a un lector para entrar sin miedo en este mundo? Siendo sinceros, en este caso probablemente nada. A priori, no, y el hecho de que el libro prescinda de sinopsis o aclaración en la contracubierta parece ir en esa dirección. Y se agradece, ojo, precisamente porque lo que nos ofrece Luis implica experimentar también en primera persona, porque Manga funciona mejor cuanto mayor implicación sentimos con los personajes, de los que en realidad recibimos muy escasa información, de ellos y de su mundo. Pero la conexión está ahí, es intensa en lo emocional, que es lo que cuenta en Manga. Hablamos, insistimos, de su historia. Una vez que hemos llegado al final podemos entender cuánto habla de las historias, cuánto de las emociones humanas, pero el camino es puramente intuitivo y empático. Si no se dan esas dos condiciones en la lectura, probablemente costará mucho a este lado de la página entender los propósitos de Luis en Manga.

El dibujo, no obstante, nos lleva a otra dimensión. Hay una fuerza visual inusitada en el trazo de Luis, pero sobre todo en la forma en la que imagina lo que después lleva a la página impresa. El trazo sencillo y puro con el que da forma a los cuerpos desnudos, todos ellos, es de una belleza muy impactante, y eso lleva al lector a pasar páginas devorándolas en lo sensorial, con independencia de lo que signifiquen dentro de la historia. Y por eso no es infrecuente descubrirnos volviendo atrás en la lectura, por lo que nos propone Luis en este viaje que tiene tanto de circular como por nuestra propia inercia para contrastar lo que hemos leído con lo que interpretamos haber leído. El color de la obra, además, es bárbaro. Forma parte de la experiencia, tiene un sentido narrativo muy estimulante, completa las formas para que tengan un significado. Y sí, apabulla en cierta medida, porque denota una ambición clara. Manga no es una obra sencilla de leer y, más aún, de comprender de manera inmediata en toda su extensión, y sería un error interpretarla de esa manera por su exiguo tamaño o su breve extensión. Pero es que tampoco es una obra erudita que quiera alejarse del público. Es, por todo esto, una historia que estimula y emocional, con la que es increíblemente fácil conectar a pesar de las dificultades y que en lo visual se convierte en una joya.

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