Director: Philippe Haïm.
Reparto: Eric Judor, Ramzy Bedia, Saïd Serrari, Romain Berger, Til Schweiger, Javivi, Marthe Villalonga, Jean Benguigui, Arsène Mosca, Constantine Attia, Sylvie Joly, Ginette Garcin, Marie-Pierre Casey, Ismael Fritschi, Jean Dujardin, Elie Semoun, Paul Nguyen, Darry Cowl.
Darry Cowl.
Guion: Eric Judor, Ramzy Bedia, Michel Hazanavicius, Philippe Haim.
Música: Alexandre Azaria.
Distribuidora: Filmax.
Duración: 86 minutos.
Estreno: 8 de diciembre de 2004 (Francia), 8 de julio de 2005 (España).
Hay una idea muy equivocada, la de que la fidelidad a un cómic pasa por calcar lo visual por encima de cualquier otra cosa, sobre todo porque son medios distintos. Si no hay demasiadas grandes adaptaciones de personajes del cómic francobelga es probablemente por eso, porque se busca mimetizar en lugar de pensar que hay lenguajes distintos que se complementan. Eso, llevado al extremo, al más bajo de los extremos, es lo que justifica Los Dalton contra Lucky Luke. Su título y su premisa pueden llevarnos a pensar que estamos ante una de esas películas que coge a los vilipendiados villanos del cómic centrado en un héroe, en este caso los hermanos Dalton, y les da una nueva dimensión, pero el resultado de esta supuesta adaptación de los cómics de Morris es tan fallido y tan absurdo que cuesta entender que nadie viera la debacle que supone, por supuesto en términos de película en sí misma pero también como adaptación de un cómic tan longevo y querido. Es difícil entender qué pretendía Philippe Haïm con este filme, pero da la sensación de que solo quienes estuvieran en el plató de rodaje han podido pasar un buen rato, porque todo es tan excesivo, tan histriónico y, por desgracia, tan carente de la gracia que tenía el cómic original que no hay por dónde coger esta película tan extraña.
Hay, lógicamente, dos problemas de base. El primero es la historia, un guion tan sencillo que parece increíble que sirva para alargar la película durante hora y media. Los Dalton quieren atracar un banco para ser alguien. Y ahí acaba todo. Por el camino hay muchas peleas entre ellos, un sombrero mexicano mágico que no se sabe muy bien qué pinta en todo esto más que para lucir unos efectos especiales que Hollywood ya había enseñado más de una década atrás y apariciones de un Lucky Luke secundario que está lejos de tener el carisma que necesitaba en ese rol. Sin guion aparente, todo queda en manos de los actores. Y estos solo consiguen acumular tópicos exagerados que solo pueden entenderse como una mala interpretación de lo que es el cómic de origen. Esto se agrava en la versión española, con la presencia de cómicos queriendo ser ellos mismos, lo que genera una suerte de imposible combate en el que ninguna de las dos vías tiene el menor sentido. Las voces de José Corbacho o Eduard Soto no es que no encajen con los personajes a los que se las prestan, es que ni siquiera se preocupan de que haya una sincronía con el movimiento de los labios, contribuyendo a una incomodidad del espectador que no deja de crecer durante todo el metraje, que solo puede asistir atónito a esta colección de sinsentidos.
En realidad, la cuestión es justo es, que la película se concibe como una concatenación de gags. Alguno puede haber divertido, pero en conjunto parece que estamos ante una película que tiene un público muy, muy reducido que pueda entender lo que está viendo. A pesar de su apuesta cartoon, no es una buena adaptación de Lucky Luke. Uno se imagina a Morris viendo esto y peleando para que los derechos de su obra tengan un control más férreo. Si acaso, es la sombra de Lucky Luke lo que más gracia puede hacer en sus contadísimas apariciones, porque el efecto digital que se pone en la cara de su perro, Rantanplan, casi da miedo y desde luego no parece el modelo más firme para que una audiencia juvenil pueda encontrarle la gracia a esta película. Pero es que ni siquiera parece pensada para ellos, para los niños, a pesar de esa deriva visual de la que hablamos. Por más vueltas que se le dé, a Los Dalton contra Lucky Luke le falla absolutamente todo, también su ecléctica, por decir algo, música. Lo que coge del cómic no lo sabe trasladar y lo que inventa, además de tener poca relación con su referente, no parece demasiado inteligente. E insistimos, si ya vemos la versión doblada, en la que se ha querido hacer una gracia diferente de la gracia que no era divertida con la película original, el resultado es todavía más desastroso
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