Guion: Francisco Ibáñez.
Dibujo: Francisco Ibáñez.
Páginas: 48.
Precio: 15,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Abril 2024.
Llevamos unos años muy complicados en el cómic español. En el último lustro se han ido figuras fundamentales para entender el medio en nuestro país, desde Carlos Pacheco a Alfonso Azpiri, pasando por Purita Campos y tantos otros que nos vendrán a la memoria de una manera más o menos intensa en función del tipo de tebeo que prefiramos. La muerte de Francisco Ibáñez es de las que hacen daño, porque sus creaciones traspasaron las páginas de los tebeos que hizo con ellas. Mortadelo y Filemón fueron, sin discusión, las más populares, y por eso resulta hermoso que el testamento profesional de Ibáñez sea, precisamente, el último álbum de los agentes de la T.I.A. París 2024 iba a ser la cita habitual del artista con las grandes citas deportivas, pero por desgracia se nos fue antes de poder acabar el libro. Habrá quien piense que publicar el guion y las páginas inacabadas de casi la mitad de lo que habría sido el álbum completo es una maniobra más comercial que cualquier otra cosa, pero lo cierto es que dificilísimo no pasar una sola de las páginas del libro sin emocionarse. Da igual en el fondo si París 2024 hubiera sido mejor o peor que álbumes precedentes o si Ibáñez estaba en mejor o peor forma artística cuando la muerte le sorprendió. Lo que nos queda es que estas fueron sus últimas páginas, no acabadas pero sí planificadas.
Es evidente, insistimos en ello, que cualquier juicio que queramos emitir sobre París 2024 tiene dos enemigos claros. El primero, la nostalgia. El duelo por la muerte de una figura como la de Ibáñez lo mediatiza todo, y la forma además en la que vemos este libro, inacabado, a medio hacer, y además sabiendo que es algo que nadie va a tocar jamás. Eso, de alguna manera, le da un aura de material mítico que cabe la pena destacar. El segundo, lógicamente, su falta de final. No es Mortadelo y Filemón una serie que dependa demasiado en los finales que Ibáñez imaginaba para las aventuras de los espías más famosos del cómic español, pero lógicamente hay un conjunto que en este caso no vamos a poder valorar. En cualquier caso, sí se pueden trazar paralelismos con los últimos álbumes de Mortadelo y Filemón y hablar de una continuidad clara. Ibáñez acumula gags a una velocidad de vértigo, siguiendo esquemas que cualquier lector de la serie conoce sobradamente. No hay novedades reseñables, solo ideas que encajan con solidez en la estructura de la serie y en la creación de este álbum completo. Hay vagas referencias deportivas, porque en realidad los Juegos Olímpicos de París no son más que la excusa para que Ibáñez haga pasar las de Caín a los dos personajes, les haga la vida imposible y genere humor a través de trastazos y equívocos.
Vamos, Mortadelo y Filemón en estado puro, como lo es el dibujo de París 2024. Es obvio que hay un enemigo igualmente evidente en este lado, y es el hecho de que lo que vemos son páginas abocetadas. La forma de trabajar de Ibáñez, escribiendo una página y preparando el esquema visual básico de la misma, hace que no tengamos ni una sola ilustración acabada de lo que habría sido el álbum final. Ni siquiera la portada. Pero su boceto es tan claro que, en realidad, es muy fácil imaginar que la lectura que hacemos es la de un libro terminado. Ibáñez ha llenado nuestra cabeza de imágenes de Mortadelo y Filemón durante décadas, y eso hace que el trabajo del lector viendo esta obra inacabada sea mucho más sencillo. Hasta su abrupto final. Hasta que las líneas de la última página que recibimos se van haciendo cada vez más abocetadas, menos definitivas, y llegamos así a las tres viñetas en blanco que nos recuerdan el triste motivo por el que jamás leeremos París 2024 acabado. El libro no es un capricho. Es una carta de despedida a Ibáñez y a sus inmortales creaciones, claro, pero también una espléndida manera de saber cómo trabajaba el arista, qué líneas le ayudaban a componer sus páginas y como ejecutaba sus chistes. Es un adiós precioso y una excusa maravillosa para que los fans de Mortadelo y Filemón se despidan así de ellos.
El contenido extra lo forman un prólogo de Arturo Pérez-Reverte y un epílogo de Jordi Canyissà.
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