Editorial: Salamandra / Penguin.
Guion: Pep Brocal.
Dibujo: Pep Brocal.
Páginas: 184.
Precio: 25,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Abril 2024.
Ya desde el principio parece interesante estar ante la adaptación gráfica de una novela de Carlos Zanón, pero el trabajo que hace Pep Brocal en Taxi va más allá de esa simple mención. El trabajo de adaptación es notable, pero el cómic que tenemos entre las manos tiene una vocación mucho más ambiciosa. Sí, es adaptación, pero buscar ser más. Y lo logra desde armas aparentemente sencillas, como la de inevitable cuenta atrás que es la historia al convertir cada uno de sus capítulos en uno de los días de la semana, o por el aspecto que Pep Brocal da a cada uno de los personajes que tienen algo que decir en esta turbia historia, abiertamente nocturna aunque a veces transcurra de día, profundamente melancólica aunque nos vaya dejando esperanzas de un final feliz que no tiene por qué llegar. Si Zanón deja una historia de esas que deja huella por todo lo que sucede, Brocal la convierte en un relato gráfico más apasionante de lo que parece de partida, uno en el que la estridencia de las luces y los colores, estridencia controlada que no llega a un punto de no retorno, ayuda a que nos sintamos dentro de un universo propio y singular. Es Taxi, la novela de Zanón, pero por encima de todo es Taxi, el relato de Brocal. No es fácil llegar a ese punto, pero si es necesariamente elogiable para que entendamos que esto no es solo un objeto comercial, sino que hay autoría en ello.
Es verdad que siempre se puede debatir sobre qué hay en una adaptación gráfica de una novela que no estuviera ya en el material de origen, pero al final de lo que se trata en obras de este tipo es de encontrar qué tiene personalidad. El Taxi de Brocal tiene mucha porque encuentra un complicado punto medio entre la adaptación, el noir y el experimento gráfico. La narración en off es, obviamente, el aspecto más clásico, el que nos sitúa en un género y el que define el escenario en el que tiene lugar todo, Barcelona. Puedes ser más o menos previsible, incluso sin haber leído la novela de Zanón, pero no deja de ser una correcta construcción de una fauna muy pintoresca alrededor del protagonista, un taxista que no quería serlo y cuya vida se desmorona por lo que él mismo hace pero también por lo que va sucediendo a su alrededor. Es nocturna, sí, en el sentido de peligrosa. Y hay en los diálogos, aunque previsibles también, un tono que se acerca a la realidad más cínica y que afianza los peligros de este mundo de gentes que se escapan de los cánones más heroicos o altruistas. No es Taxi una historia de buenos tipos, aunque tenga la virtud de hacer que hasta en la más equivocada de sus decisiones se les pueda coger cariño y aunque sea este un camino al que no se le vislumbra un final claro, ni siquiera cuando el libro llega a su última página.
Tiene mucho de lógico que una adaptación quiera lograr buena parte de su personalidad desde el dibujo. Es lo que, desde el principio, va a diferencia su propuesta de la que conocemos de la novela. Y aquí Brocal tiene mucho que ganar. Lo hemos dicho, apuesta por una paleta de color muy rompedora, que nos invita a pensar en la noche de una forma distinta. Da igual manera, endurece las formas de los personajes, les da una perspectiva distinta que se suma al propio diseño de los personajes, que sabe moverse entre los arquetipos clásicos del noir, rostros abiertamente geométricos en su concepción y el retrato de fauna urbana que se espera de una Barcelona algo más contemporánea, aunque de alguna manera también parece atemporal en los lápices de Brocal. Taxi es llamativa, juega con los colores básicos del vehículo que le da título a la obra, el negro y el amarillo, pero es un poco más osada. Es una obra deliberadamente sucia en todo, hasta en el sexo, precisamente porque ese es el escenario en el que nos quiere situar. Y es una obra inteligente, bien llevada, que desde luego invita a acudir a la novela original y a la manera que Brocal pueda tener de crear otros universos distintos, ya sean propios o adaptados. Taxi, desde la mirada del adaptador, sorprende y engancha, tiene personalidad y es inteligente.
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