‘El Hombre de Acero’, de John Byrne

Editorial: ECC.

Guion: John Byrne.

Dibujo: John Byrne.

Páginas: 160.

Precio: 9,95 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Enero 2024.

A mediados de los años 80, todos los lectores conocían al dedillo la vida, la historia y los detalles de todos los superhéroes. Pero Crisis en Tierras infinitas (aquí, su reseña) vino para cambiar las reglas del juego. Hubo personajes que murieron, incluso que reaparecieron de otra forma, y todos cambiaron. DC buscó nuevas historias de orígenes, y en el caso de Superman eso llegó en la miniserie El Hombre de Acero, escrita y dibujada por John Byrne, a quien dio plenos poderes para escribir desde cero la nueva leyenda de Superman. Por denostado que pueda estar en ciertos sectores, Byrne es un autor inteligente, y lo era todavía más en aquella década. Su Superman es el Superman de siempre, no solo no rompió normas, escritas o no escritas, sino que volvió a la esencia de un personaje del que entonces sí se podía decir que estaba levemente desnaturalizado, acumulando poderes cada vez más imposible y complicando la aparición de amenazas reales que desembocaran en historias atractivas. El Hombre de Acero, en ese sentido, es una serie histórica, pero al final lo que brilla en ella es el propio Superman, con el mundo que le rodea y con los personajes y escenarios que dan sentido al protector de Metrópolis, dedicando cada uno de los capítulos a algo muy concreto sobre lo que crece la leyenda de Superman.

Krypton es lo que da a El Hombre de Acero una estructura circular que funciona muy bien. Es donde arranca la aventura de Kal-El y lo que le hace descubrir al final, en realidad en un punto y aparte, quién es realmente. Y entre tanto, el autor coloca una serie de episodios iniciáticos y definitorios, con Lois, Batman, Luthor, Bizarro, los Kent, Metrópolis, Lana, el Daily Planet, elementos sin los que Superman no sería el mismo. Byrne los expone, los explica, los utiliza, y es plenamente consciente de que está moldeando una mitología, modernizándola pero sin romper un toque clásico que es lo que mejor le ha sentado siempre. La libertad que se siente en su narración parece incompatible con la fidelidad al espíritu de un personaje que entonces estaba ya cerca de celebrar su primer medio siglo de vida. La larga etapa de Byrne al frente de Superman, que arrancaba aquí, fue discutida en ciertos momentos, pero tiene un carácter icónico innegable. El autor entiende al personaje, lo revitaliza, sabe lo que representa y consigue que entendamos que, en este punto, es todavía un personaje en construcción. Quizá no tanto para los lectores, lógicamente, que en este punto están reconociendo elementos que ya conocían, pero sí para el propio Superman, joven, ingenuo, recién llegado a Metrópolis y a un mundo de heroicidades con las que busca que el mundo sea un poco mejor.

Se agradece que Byrne optara por un Superman así, que entendiera desde su propuesta que el mundo, ya escéptico en aquella década en la que el cómic quería presumir, todavía desde una perspectiva un tanto bisoña por lo general, de un enfoque mucho más oscuro y violento, todavía entendía los valores de El Hombre de Acero. Byrne, como dibujante, estaba además en su apogeo. Su representación de los personajes es modélica, el aspecto que dio a la cultura kryptoniana perduró, como también las imágenes de Lois o Luthor, convertido aquí definitivamente en un hombre de negocios, por siniestro que podamos verle. Aunque este sea un tebeo de Superman, eso es indudable, el hecho de que aparezca Batman también ayuda a medir bastante bien el éxito de su dibujo. Es así, tal es el poder visual del Caballero Oscuro, capaz de robar cierta cuota de protagonismo si está bien ejecutado, y aquí lo está. En realidad, salvo esa resistencia que siempre tuvo Byrne a dibujar niños sin que parecieran adultos reducidos, los que nos ofrece el autor en esta miniserie es formidable a todos los niveles. Si Byrne ya había hecho historia en Marvel, con Superman, y particularmente con El Hombre de Acero, empezó a hacerla también en DC. Estos seis números son el punto de partida de una obra imprescindible.

El volumen incluye los seis números de Man of Steel, publicados originalmente entre octubre y diciembre de 1986. El único contenido extra son las cubiertas originales y una ilustración de John Byrne.

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